Estribo de Dedo

Desde antaño el estribo de dedo llamó la atención de los extranjeros que visitaron el Río de la Plata, pues no se vinculaba a las técnicas de equitación hispanas. Los de la colección Bouton fueron “reconstruidos”, a partir del conocimiento y las memorias que había de su uso. Como señala Bouton:

Nuestros primitivos gauchos estribaban entre los dedos mayor y segundo del pie por encima de la guampita o botón; de ahí las botas de potro de medio pie, y tan acostumbrados estaban a estribar entre los dedos que de andar descalzos o con botas de medio pie, y montar en un caballo ajeno cuyo recado tuviera estribos comunes, abrazaban entre los dedos el aro del estribo sin afirmar la planta del pie.


Por ejemplo el dibujante Emeric Essex Vidal (1791-1861), integrante de la marina británica, quien visitó el Río de la Plata en las décadas de 1810 y 1820, cuando registró a un mendigo de Buenos Aires, “el más conocido de ellos, que siempre monta en un caballo blanco”, lo dibuja usando un estribo de este tipo. Muchos años más tarde, un periodista del Le National de París, escribía, en 1893, sobre los cuatro charrúas llevados a Francia por de Curel:

"...A esas características físicas hay que añadir la disposición singular del dedo gordo de los pies, que está separado casi una pulgada del dedo vecino. Esta separación es consecuencia del estribo charrúa, que no se parece en nada al europeo y consiste en una especie de tripa muy cerrada, en la cual no pueden introducir más que el dedo gordo. A pesar de lo precario que parecería ese punto de apoyo, les es útil para cualquier jineteada, por cansadora que sea, pues el dedo se fortalece a la vez que adquiere mucha flexibilidad, [al] extremo de que un Charrúa agarra una piedra con el pie, como lo hacemos nosotros con la mano..."

Junto con estas formas de estribar Bouton da cuenta del uso de un estribo de guampa, el cual es similar al mencionado por los cronistas pero usando una madera o eventualmente un hueso. El misionero jesuita Florián Paucke (1719-1780) en su estancia entre los mocobíes anotó el uso de este estribo:

[hechos] ora de un grueso palo de una madera que se deja doblar o de un pedazo de madera donde hacen su abertura para que puedan meter bien el dedo grande.

La bota de potro era el calzado adecuado para utilizar este tipo de estribo. Según surge del análisis de la documentación escrita e iconográfica del siglo XIX, fue uno de los calzados corrientes en la campaña rioplatense. Su uso según Bouton se vincula también al gusto por el estribo de dedo. El doctor Bouton, quien contaba en su colección con alguna de ellas y había presenciado en el medio rural uruguayo su fabricación, lo que demuestra la pervivencia por largo tiempo de esta práctica, la presenta en detalle: