Armas e indumentarias


Investigación de Vicente Rossi (uruguayo), publicada en su obra:

"EL GAUCHO-Su orijen y evolución".

Río de la Plata 1921 - Edición de la IMPRENTA ARGENTINA de Córdoba.




Progresiva adopción de prendas.

El indio no desconoció las ventajas que la indumentaria daba a su enemigo, y si le preocupó tan importante detalle, no fue motivo, como lógico sería suponer, que le aconsejara rehusar las contingencias de la guerra, y a ella se lanzó confiado y animoso, aunque para defender su desnudez llevaba únicamente armas.



Origen del chiripá.

Usaba un taparrabo de cuero que en guaraní-charrúa se llamaba «chepí» (mi cuero). Era corto, lo necesario para llenar su objeto, y colgaba en dos trozos, uno detrás y otro delante.

El uso del caballo tuvo necesariamente que reformar el «chepí», de la manera más lógica: haciéndolo de una sola pieza y pasándolo entre-piernas. Esta circunstancia ha hecho que fuera prudente cambiar su calidad, y por más que habrá sido primeramente de cuero, molesto y lacerante, pronto ha debido sustituirse por tela proveniente del botín de los encuentros afortunados, o de los telares indígenas.

Este «chepí» no perdió su nombre, pero fue permutando sus vocales, conforme a reglas casi invariables en la evolución del idioma Guaraní, y tuvo su época de pronunciarse «chipá».

Sometido a las innovaciones de la fonética y del uso, nos ha sido trasmitido en el vocablo «chiripá».


Sobre el chiripá.

En el Quichua antiguo parece que existía el vocablo «chilípa» o «chirípa», que significaba «para el frío». Esto no es más que una simple coincidencias, pues el chiripá era prenda de toda estación y no solamente para el frío, mucho menos tratándose del indio, a quién poco le interesaban los cambios atmosféricos, puesto que no los temía, y ¡valiente frío iba a evitarse con unos palmos de tela en las verijas!

Además, el indio quichua no usó esa prenda.

A pesar de haberse citado esa acepción como la más aplicable, se ha hecho la salvedad de que su actual acento agudo (chiripá) lo tomó

del Guaraní ; naturalmente , puesto que de allí surgió la misma prenda, con nombre y todo .

Todavía hoy, por tierras que fueron de quichuas y por las de Cuyo o andinas, se dice «chirípa», con acento llano.

El indio occidental del interior no usó esa prenda, y a sus taparrabos, mantas o quillangos nunca les aplicó ese nombre. Tampoco la usaron los mestizos paisanos de la campaña argentina. Sarmiento dice que ni en 1831 se conocía el chiripá entre ellos, refiriéndose a las provincias andinas y centrales. Sin embargo ya lo usaban los gauchos occidentales del Uruguay, que fueron los que lo trasmitieron al gauchaje que iba ingresando y formándose en las montoneras argentinas de tierra adentro.

Gaucho, domador y baguales.

Juan Manuel Blanes

(1830-1901)


El propósito instintivo de aplicarse indumentaria, por las inmunidades que le reportaba, se confirmaba en la imaginación del indio en cada encuentro.

Resolvió cubrir sus pies y sus piernas, y como todo sujeto selvático, echó mano de la piel animal. Envolvió las pantorrillas y los pies con un cuero fresco, dejándose libre los dedos para estribar ; esperó que dicho cuero secase sin retobar, es decir, sin oprimir sus carnes, y nació la bota de potro.

Este calzado le insinuó que debía alargar el chiripá, para cubrir los muslos, lo que hizo apenas tuvo oportunidad. Pasó así, la citada prenda, a otra de sus etapas, acercándose a las rodillas, dejando todavía al descubierto parte de los muslos, a los costados.


Los vencidos le proporcionan otras ropas.


Se le ve entonces con calzoncillos o algo que hace suponer lo sean, pues la parte descubierta del muslo ha desaparecido tras una tela blanca que sale de debajo del chiripá y se oculta dentro de las botas.

Esta indumentaria fue por muchos años la característica del gaucho primitivo.

Era común en las alzadas de hombres, cuando se luchaba por la libertad, que los jefes al revistar la indiada gaucha, encontraran en ella el catálogo vivo de la transformación paulatina de su indumentaria: unos con «chipá» y botas cortas, otros con chiripá y botas de potro, otros con lo mismo calzoncillos; todos igualmente decididos, apoyados en su larga y temible lanza.


Camisa y Poncho


Y llegó el día en que el indio-gaucho se cubrió con otro gaje de guerra: se puso una camisa, blanca, desabotonada, abierta en el pecho; sin duda le ahogaba; y la arremangó hasta cerca del codo, para no sentir opresión en las muñecas, ¡ sus muñecas de acero !

Y ese era entonces el «semibárbaro» de las comunicaciones de la época.

Como consecuencia de haber sustraído su piel a la intemperie, se hizo sensible a los cambios atmosféricos, y a raíz de un intenso frío tomó de sus trofeos un pedazo de género abrigado, le hizo una abertura en el medio, metió por ella la cabeza y fue a caer sobre sus hombros, colgando sobre pecho y espalda, sin alcanzar a la cintura ; y apareció el primer poncho.