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Las seis claves de 'Laudate Deum', la nueva exhortación del Papa Francisco sobre el cuidado del planeta

1. La crisis climática global

En esta verde exhortación, Francisco carga contra los negacionistas de la emergencia climática. «Nadie puede ignorar que en los últimos años hemos sido testigos de fenómenos extremos, períodos frecuentes de calor inusual, sequía y otros quejidos de la tierra que son sólo algunas expresiones palpables de una enfermedad silenciosa que nos afecta a todos», escribe.

Al tiempo, lamenta que para «ridiculizar a quienes hablan del calentamiento global, se acude al hecho de que suelen verificarse fríos también extremos». Se olvida, insiste Francisco, que «este y otros síntomas extraordinarios no son más que diversas expresiones alternativas de la misma causa: el desajuste global que provoca el calentamiento del planeta».

Francisco rechaza en esta carta la versión de que «reduciendo el uso de los combustibles fósiles y desarrollando formas de energía más limpias, se provocará una reducción de los puestos de trabajo». En este sentido, lamenta que la crisis climática no sea de interés para los poderes económicos, que están «preocupados por el mayor rédito posible con el menor costo y en el tiempo más corto que se pueda».

Las criaturas de este mundo han dejado de ser compañeros de camino para convertirse en nuestras víctimas Papa Francisco

El hombre es el responsable de estos cambios. Recuerda Francisco en su exhortación que la concentración de gases de efecto invernadero en la atmósfera, que provocan el calentamiento del planeta, se mantuvo estable hasta el siglo XIX, por debajo de las 300 partes por millón en volumen. «Mientras escribía la Laudato si se alcanzó el máximo de la historia –400 partes por millón– hasta llegar en junio de 2023 a las 423 partes por millón», recuerda.

No se puede ocular la «coincidencia de estos fenómenos climáticos globales con el crecimiento acelerado de la emisión de gases de efecto invernadero sobre todo desde mediados del siglo XX», que coinciden en el tiempo con la Revolución industrial y que mientras una «abrumadora mayoría de científicos especializados en e clima sostienen esta correlación, solo un ínfimo porcentaje de ellos intenta negar esta evidencia».

2. Más paradigma tecnocrático

Tras exponer los daños y riesgos que supone para el planeta este calentamiento, algunos de los que son ya irreversibles «al menos por cientos de años», como el aumento de la temperatura de los océanos o el deshielo continental, el Papa Francisco pasa al segundo capítulo de la exhortación. En Laudato si, ya dijo del paradigma tecnocrático que es «un modo de entender la vida y la acción humana que se ha desviado y que contradice la realidad hasta dañarla», «como si la realidad, el bien y la verdad brotaran espontáneamente del mismo poder tecnológico y económico». El paradigma tecnocrático es la idea de un ser humano sin límites.

Ahora, en Laudate Deum ahonda todavía más en este concepto y afirma que «la inteligencia artificial y las últimas novedades tecnológicas parten de la idea de un ser humano sin límite alguno, cuyas capacidades y posibilidades podrían ser ampliadas hasta el infinito gracias a la tecnología».

No se puede dudar del origen humano, antrópico, del cambio climático Papa Francisco

En contra de este paradigma, «decimos que el mundo que nos rodea no es un objeto de aprovechamiento, de uso desenfrenado, de ambición ilimitada», escribe el Papa. Superar este reto pasa por «repensar entre todos la cuestión del poder humano, cuál es su sentido, cuáles son sus límites», por «un ambiente santo que también es producto de la interacción del ser humano con el ambiente» que el paradigma tecnocrático ha destrozado; por considerar al ser humano como «parte de la naturaleza».

3. La debilidad de la política internacional

Para que haya avances sólidos y duraderos, Francisco afirma citando su encíclica Fratelli tutti: «Me permito insistir que deben ser favorecidos los acuerdos multilaterales entre los Estados». Sobre esto, advierte que no ha confundirse el multilateralismo con una «autoridad mundial concentrada en una persona o en una élite con excesivo poder» e insiste en que «hablemos sobre todo de organizaciones mundiales más eficaces, dotadas de autoridad para asegurar el bien común mundial, la erradicación del hambre y la miseria, y la defensa cierta de los derechos humanos elementales».

El Papa Francisco denuncia que es «lamentable» que las crisis mundiales sean «desaprovechadas», cuando serían «la ocasión para provocar cambios saludables». Ello lo ejemplifica con la crisis financiera de 2007-2008 y la crisis del Covid-19. «Las verdaderas estrategias que se desarrollaron posteriormente en el mundo se orientaron a más individualismo, a más desintegración, a más libertad para los verdaderos poderosos que siempre encuentran la manera de salir indemnes», ahonda.

¿Qué les importa el daño a la casa común si ellos se sienten seguros bajo la supuesta armadura de los recursos económicos que han conseguido con su capacidad y con su esfuerzo? Papa Francisco

4. Las conferencias sobre el clima

En el cuarto capítulo de la exhortación, Francisco hace un repaso de las cumbres del medio ambiente que se han celebrado, cuáles han sido sus objetivos y cuáles sus logros y fracasos, desde Río de Janeiro (1992,) hasta Sharm El Sheikh (2022). «Los acuerdos han tenido un bajo nivel de implementación porque no se establecieron adecuados mecanismos de control, de revisión periódica y de sanción de los incumplimientos», denuncia el Papa.

5. ¿Qué se espera de la COP28 de Dubái?

«Terminemos de una vez con las burlas irresponsables que presentan este tema como algo sólo ambiental, 'verde', romántico, frecuentemente ridiculizado por los intereses económicos», apunta Francisco de cara al futuro. Pone el foco también en la próxima cumbre medioambiental que se va a celebrar en los Emiratos Árabes Unidos, y desea que esta sea «histórica» y dé lugar a una «una marcada aceleración de la transición energética, con compromisos efectivos y susceptibles de un monitoreo permanente».

Tres son las características que le pide Francisco no solo a la COP28, sino a todas las demás que vengan después: «que sean eficientes, que sean obligatorias y que se puedan monitorizar fácilmente». «Sólo con ese proceso se podría recuperar la credibilidad de la política internacional, porque únicamente de esa manera concreta será posible reducir notablemente el dióxido de carbono y evitar a tiempo los peores males», escribe.

Ya no nos servirá sostener instituciones para preservar los derechos de los más fuertes sin cuidar los de todos Papa Francisco

6. Las motivaciones espirituales

El Santo Padre termina la Laudate Deum recordando a los católicos las «motivaciones que brotan de la propia fe» para el cuidado de la creación. Dado que el universo muestra la inagotable riqueza de Dios, «no es irrelevante para nosotros que desaparezcan tantas especies, que la crisis climática ponga en riesgo la vida de tantos seres».

Lo importante, escribe Francisco, es recordar que «no hay cambios duraderos sin cambios culturales, sin una maduración en la forma de vida y en las convicciones de las sociedades, y no hay cambios culturales sin cambios en las personas». En este sentido, insiste en que los esfuerzos en los hogares por contaminar menos, reducir los desperdicios, consumir con prudencia, «va creando una nueva cultura» que contribuirá a "gestar grandes procesos de transformación que operan desde las profundidades de la sociedad».

El Pontífice concluye su exhortación recordando que «las emisiones per cápita en Estados Unidos son alrededor del doble de las de un habitante de China y cerca de siete veces más respecto a la media de los países más pobres». Y afirma que «un cambio generalizado en el estilo de vida irresponsable ligado al modelo occidental tendría un impacto significativo a largo plazo. Así, junto con las indispensables decisiones políticas, estaríamos en la senda del cuidado mutuo».

Diez ideas claves de "Laudate Deum"

José Ignacio García SJ 

1.La motivación de este texto es que la situación sigue deteriorándose y los efectos son soportados por las personas más vulnerables.

Por esta razón, y porque la situación se vuelve más imperiosa todavía, he querido compartir con ustedes estas páginas.

2.Ya no se puede dudar del origen humano –antrópico– del cambio climático.

Me veo obligado a hacer estas precisiones, que pueden parecer obvias, debido a ciertas opiniones despectivas y poco racionales que encuentro incluso dentro de la Iglesia católica. Pero ya no podemos dudar de que la razón de la inusual velocidad de estos peligrosos cambios es un hecho inocultable

3.Estamos a tiempo para evitar daños todavía más dramáticos.

Urge una mirada más amplia que nos permita no sólo admirarnos por las maravillas del progreso, sino también es apremiante prestar atención a otros efectos que probablemente ni siquiera podían imaginarse un siglo atrás (18)

4.El paradigma tecnocrático consiste en pensar «como si la realidad, el bien y la verdad brotaran espontáneamente del mismo poder tecnológico y económico».

Provoca escalofríos advertir que las capacidades ampliadas por la tecnología «dan a quienes tienen el conocimiento, y sobre todo el poder económico para utilizarlo, un dominio impresionante sobre el conjunto de la humanidad y del mundo entero. Nunca la humanidad tuvo tanto poder sobre sí misma y nada garantiza que vaya a utilizarlo bien, sobre todo si se considera el modo como lo está haciendo […]. ¿En manos de quiénes está y puede llegar a estar tanto poder? Es tremendamente riesgoso que resida en una pequeña parte de la humanidad».

5.La matriz de pensamiento propia del paradigma tecnocrático nos ciega y no nos permite ver que el aumento de poder no ha supuesto progreso para la humanidad.

En contra de este paradigma tecnocrático decimos que el mundo que nos rodea no es un objeto de aprovechamiento, de uso desenfrenado, de ambición ilimitada. Ni siquiera podemos decir que la naturaleza es un mero “marco” donde desarrollamos nuestra vida y nuestros proyectos, porque «estamos incluidos en ella, somos parte de ella y estamos interpenetrados», de manera que «el mundo no se contempla desde fuera sino desde dentro».

6.Esta crisis no tiene sólo que ver con la físico o la biología, sino también con la economía y nuestro modo de concebirla.

La lógica del máximo beneficio con el menor costo, disfrazada de racionalidad, de progreso y de promesas ilusorias, vuelve imposible cualquier sincera preocupación por la casa común y cualquier inquietud por promover a los descartados de la sociedad. En los últimos años podemos advertir que, aturdidos y extasiados frente a las promesas de tantos falsos profetas, a veces los mismos pobres caen en el engaño de un mundo que no se construye para ellos.

7.Necesitamos reconfigurar, incluso, recrear el multilateralismo.

A medio plazo, la globalización favorece intercambios culturales espontáneos, mayor conocimiento mutuo y caminos de integración de las poblaciones que terminen provocando un multilateralismo “desde abajo” y no simplemente decidido por las élites del poder. Las exigencias que brotan desde abajo en todo el mundo, donde luchadores de los más diversos países se ayudan y se acompañan, pueden terminar presionando a los factores de poder. Es de esperar que esto ocurra con respecto a la crisis climática. Por eso reitero que «si los ciudadanos no controlan al poder político —nacional, regional y municipal—, tampoco es posible un control de los daños ambientales».

8.Necesitamos superar la lógica de aparecer como seres sensibles y al mismo tiempo no tener la valentía de producir cambios sustanciales.

Si hay un interés sincero en lograr que la COP28 (Dubai) sea histórica, que nos honre y ennoblezca como seres humanos, entonces sólo cabe esperar formas vinculantes de transición energética que tengan tres características: que sean eficientes, que sean obligatorias y que se puedan monitorear fácilmente. Esto para lograr que se inicie un nuevo proceso destacado por tres aspectos: que sea drástico, que sea intenso y que cuente con el compromiso de todos. No es lo que ocurrió en el camino recorrido hasta ahora, y sólo con ese proceso se podría recuperar la credibilidad de la política internacional, porque únicamente de esa manera concreta será posible reducir notablemente el dióxido de carbono y evitar a tiempo los peores males.

9.La fe auténtica transforma la vida entera, transfigura los propios objetivos, ilumina la relación con los demás y los lazos con todo lo creado.

Al mismo tiempo, «las criaturas de este mundo ya no se nos presentan como una realidad meramente natural, porque el Resucitado las envuelve misteriosamente y las orienta a un destino de plenitud. Las mismas flores del campo y las aves que él contempló admirado con sus ojos humanos, ahora están llenas de su presencia luminosa». Si «el universo se desarrolla en Dios, que lo llena todo, entonces hay mística en una hoja, en un camino, en el rocío, en el rostro del pobre».El mundo canta un Amor infinito, ¿cómo no cuidarlo?

10.No hay cambios duraderos sin cambios culturales, sin una maduración en la forma de vida y en las convicciones de las sociedades, y no hay cambios culturales sin cambios en las personas.

«Alaben a Dios» es el nombre de esta carta. Porque un ser humano que pretende ocupar el lugar de Dios se convierte en el peor peligro para sí mismo.

La 'Laudate Deum' en 30 citas

Para facilitar una lectura rápida publicamos un resumen con 30 citas.

El texto no aporta grandes novedades sobre el pensamiento de la Laudato Si, pero aumenta en contundencia su llamada a tomar medidas para detener el cambio climático y, en especial, exige resultados en la próxima cumbre del clima de este año. Es un texto más breve de lo habitual que justifica alertando de las graves consecuencias de no hacer nada o negar el problema.

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