Los conflictos de esta capa germinativa son de orden superior: conflictos de relaciones interpersonales. Pueden ser territoriales, de miedo, de separación, de identidad o de asco y resistencia.
Los conflictos territoriales se cuentan entre los más importantes, sobre todo entre los hombres. El macho sin territorio no es nada, y lucha por un territorio si hay hembras en él. Para muchos machos, sobre todo humanos, la hembra misma puede ser el territorio, y su pérdida puede acarrearle muchos problemas físicos, como un infarto de miocardio. Obviamente, los conflictos pueden ser reales o simbólicos, y en este apartado los simbólicos tienen mucho peso a la hora de encarar el tratamiento.
Hay tres tipos de conflictos de territorio:
• Amenaza en el territorio: afecta a los relés de los bronquios y de la laringe.
• Pérdida de territorio: afecta a los relés del hemisferio derecho (las arterias coronarias, el corazón izquierdo, la vesícula seminal, el estómago y la vesícula biliar) y del izquierdo (las venas coronarias, el corazón derecho y el cuello uterino).
• Marcar el territorio: en ambos hemisferios afecta al relé de la vejiga urinaria, pero hay una diferencia fundamental: el hombre tiene problemas relacionados con marcar el territorio, y la mujer de organización del territorio.
Bronquios
En los bronquios conviene distinguir la parte mucosa, que tiene que ver con temas de
separación, y la parte muscular, relacionada con temas de impotencia. Se trata de conflictos con la autoridad y que siempre tienen que ver con el asma. El asma es un conflicto de amenaza de territorio que muchas veces está en constelación con el relé femenino de la laringe.
Hay que recordar que en esta capa germinativa los síntomas se manifiestan siempre en fase vagotónica y, concretamente, en fase exudativa. Entre los síntomas, destacan las bronquitis y neumonías. Se deben considerar las peleas por el territorio entre los padres o los miembros de la pareja, o en el trabajo, probablemente con intercambios de palabras (bronquios tiene una similitud con bronca).
Laringe
Corresponde al hemisferio femenino. Es un conflicto de miedo, de pánico, de no poder gritar. Ante el peligro, la mujer grita y las cuerdas vocales quedan tocadas. Se trata de un conflicto de no hablar por miedo, de pánico a lo que pueda pasar. Tras todas las afonías, hay un conflicto de pánico, por ejemplo, pánico escénico.
Por otro lado, se ha observado que los hombres tartamudos son zurdos biológicos forzados a ser diestros, es decir, zurdos contrariados. La película El discurso del rey muestra a un personaje con problemas de tartamudez que es un zurdo obligado a ser diestro.
Arterias coronarias
Las arterias son masculinas y llevan los nutrientes a todo el cuerpo. Un conflicto en sus válvulas indica que el problema puede ser la salida de casa (corazón) de algún miembro de la familia (sangre); puede tratarse del hombre (cabeza del clan): «no quiero que salga de casa», «quiero que trabaje», «estoy esperando que entre en casa mi padre o mi marido». Hablamos del «corazón izquierdo» porque las arterias coronarias salen por este lado. Además, también es el más musculoso
Recordemos que en la fase conflictual se produce una ulceración de las arterias, mientras que en la fase de resolución del conflicto se reparan estas ulceraciones y, si no se pasa a la fase cicatricial, puede sobrevenir el infarto (crisis épica). El peligro siempre está en la duración de la fase conflictiva: cuanto más larga sea, mayor es el riesgo de infarto fulminante.
En la naturaleza, cuando dos ciervos luchan por el territorio, a ambos se les ulceran las arterias (se ensanchan) para que el corazón pueda bombear más sangre y llevar más oxígeno como alimento para los músculos. Los efectos de esto duran unos quince días, y muchas veces el ciervo perdedor muere de infarto de corazón. En el hombre, el territorio puede ser un campo de acción, un trabajo, una mujer, o bien la lucha simbólica por mantener un puesto de trabajo ante la entrada en la empresa de un joven muy competente, percibida como una amenaza.
En este relé se encuentra la vesícula seminal. En este caso, el conflicto es más concreto. Tiene que ver con la pérdida de la mujer como territorio: la imposibilidad de poseer a una hembra, la pérdida de la mujer deseada por la intervención de otro. Muchas veces se trata de un tema sexual; esta es la razón más biológica. De hecho, si un macho tiene un territorio (por ejemplo, un coche deportivo), aumenta sus posibilidades de conquistar a una hembra. Por la misma razón, para el macho, tener un «nido» representa poder conseguir a una hembra.
Estómago
Se trata del hemisferio masculino. El estómago refleja, en su curvatura menor, los conflictos de relaciones familiares en un contexto de territorio vivido de una forma digestiva. Es el caso de la úlcera estomacal, típica de situaciones familiares que el afectado «no puedo digerir».
Vesícula biliar
Su relé está en el hemisferio masculino. Es un conflicto de pérdida de territorio vivido con ira, con cólera. Las piedras en la vesícula representan situaciones familiares conflictivas de pérdida de territorio por no tomar decisiones.
Venas coronarias
Las venas coronarias pertenecen al hemisferio femenino, en el que se reflejan las anginas de pecho y, como consecuencia de estas, las embolias pulmonares. Es un conflicto de pérdida de territorio. Las venas llevan la sangre al corazón (simbólicamente, a casa) para que el pulmón la oxigene. Así pues, se trata de conflictos familiares relacionados con alguien que no vuelve a casa. Este relé está compartido por el cuello uterino. Según Hamer, afecta al corazón o al
cuello del útero según como la mujer viva esta pérdida de territorio, que, comohemos visto, también tiene una connotación sexual.
La mujer puede tener taquicardias y bradicardias. Todo ello también tiene que ver con los ritmos sexuales: la afectada no puede mantener las relaciones sexuales deseadas, su pareja no le presta mucha atención, desea relacionarse sexualmente pero no tiene pareja, etcétera.
Cuello del útero
El cuello del útero pertenece al hemisferio femenino. Se trata de un conflicto de pérdida de territorio con connotación sexual: «no he sido la elegida», «mi marido me ha engañado con otra», «he descubierto que mi pareja recurre a prostitutas». También puede haber frustración sexual.
Esta situación se ve muchas veces, acostumbra a ser una situación muy conflictiva. Hay que atender la fase curativa con sumo cuidado. Muchas veces la mujer presenta infecciones de tipo pelviano, mucosidades muy purulentas que expulsa el cuello uterino. En estos casos hay que
hacer el tratamiento médico convencional, o eso es al menos lo que aconsejamos nosotros.
Veamos un ejemplo. Unas semanas antes de casarse, una chica descubrió que su novio la engañaba con otra. Todo su mundo se vino abajo: había perdido a su macho, él había elegido a otra. Intentó recuperarlo, pero no lo consiguió. El síntoma que manifestó en la consulta fue cáncer de cuello de útero.
Vejiga urinaria
Los conflictos de la vejiga urinaria en esta capa germinativa se vinculan a marcar el territorio. Los hombres tienen una necesidad biológica de hacerlo. Deben dejar señales que huelan a sus hormonas (testosterona) para indicar a otros machos que están entrando en un territorio que ya tiene propiedad. Es más, el macho se pasea por los límites de su territorio dejando todo tipo de huellas olfativas: algunos se refriegan en los árboles, otros hacen señales con sus zarpas, etcétera.
El caso de un hombre que se levantaba muchas veces por la noche a orinar. Él pensaba que tenía problemas de próstata. El médico le dijo que no era así, y al final descubrió que la causa eran los nuevos vecinos: hacían ruido por la noche y, de forma inconsciente, él se levantaba para marcar el territorio.
Veamos otro ejemplo de un hombre con cáncer en la vejiga urinaria. Su mujer había traído a su hermano a casa, porque él se había separado y a ella le daba mucha pena. El hermano parecía sentirse «como Pedro por su casa». A los pocos meses, el marido desarrolló un cáncer de vejiga urinaria: no podía marcarle el territorio a su cuñado. La solución era obvia: hablar con su mujer y echar de casa a su cuñado.
En la mujer, el conflicto es de organización en el territorio. La hembra no puede, ni debe, marcar el territorio como el macho, pues se vería involucrada en un problema de asedio. La hembra marca el territorio defecando en medio de él, y se mueve con su prole por esas zonas. Las cistitis son patologías muy propias de las mujeres, y siempre, o casi siempre, hay un conflicto de organización del territorio: en las relaciones sexuales, o cuando sienten que otros les programan la vida, como si viene a casa la suegra y les organiza la cocina, etcétera. Veamos algunos ejemplos:
Una mujer con cistitis repetitivas, y siempre después de tener relaciones sexuales con su pareja. Al final confesó que su marido le daba asco.
Una joven soltera sufría infecciones cuando tenía relaciones sexuales. Descubrimos en un transgeneracional que una abuela suya había vivido las relaciones sexuales con su marido como violaciones.
Una mujer descubrió que el motivo de sus continuas cistitis era que su marido la
controlaba constantemente con el teléfono móvil.
Una mujer llevaba varios meses con cistitis. El problema había empezado cuando ella y su marido se trasladaron temporalmente a la casa de la madre de ella, mientras reformaban la cocina. Su marido quería tener relaciones sexuales, pero ella no se sentía cómoda por estar en casa de su madre.
El miedo es una emoción biológica y se expresa básicamente de tres maneras: miedo a los ruidos, miedo a caer y miedo al depredador. Todos los demás miedos son aprendidos, programados por nuestros padres u otros ancestros. Muchos miedos tienen un contenido simbólico. En el caso del miedo al depredador, este puede ser el jefe, el padre, la madre, un hermano, unos impuestos, etcétera.
Hay tres tipos de miedo vinculados al ectodermo:
miedo frontal,
miedo por detrás
pánico.
El primero está regulado en el hemisferio masculino por los ganglios nobles y en el femenino por la tiroides. El miedo por detrás está regido por la retina y el cristalino en ambos hemisferios, y el pánico está regido en el hemisferio femenino por la laringe.
Tiroides
Como ya hemos visto, la tiroides tiene una parte conflictiva arcaica y siempre está relacionada con el tiempo. El ectodermo está emplazado en los conductos o canales de la tiroides. A esto hay que añadir una noción de impotencia, de no poder hacer frente a lo que depara el futuro.
La laringe
Expresa los miedos extremos, o sea, los del pánico. Las mujeres diestras cuando ven el peligro chillan o gritan. Si este peligro es enorme, pueden quedar afónicas o simplemente mudas. En este último caso, quedar mudas es una solución biológica para no hacer ruido y evitar ser descubiertas por el depredador.
Senos nasales
Los senos nasales tienen que ver con los miedos relacionados con el aire y las «amenazas en el aire». Los refriados o la sinusitis representan la fase curativa de los conflictos de miedos frontales que afectan a la respiración. El olor es una gran solución biológica para el reconocimiento: desde que nacemos, el olor nos orienta en la búsqueda de seguridad. Tal es el caso del recién nacido, que reconoce a la madre por su olor. Un niño puede estar continuamente resfriado porque no huele a su madre o, mejor dicho, porque ella tiene un conflicto de no oler a su hijo. La imposibilidad de oler a un ser querido puede comportar problemas en las mucosas nasales.
Retinas
Las retinas y el cristalino regulan el miedo por detrás y están en ambos hemisferios: no hay diferenciación entre el masculino y el femenino. Las retinas siempre están relacionadas con situaciones de peligro potencial o real, difíciles de prever y, por lo tanto, de atajar. Esto provoca un estado permanente de alerta, una necesidad de vigilar en todas las direcciones. Se experimenta una amenaza continua, pero no localizada y sin forma: ¿cuándo aparecerá?, ¿en qué situación?, ¿qué forma adoptará? Esta amenaza afecta al nervio óptico, un nervio encargado de transmitir la información visual desde la retina hasta el cerebro. El nervio óptico se origina en la capa de células ganglionares de la retina. Por lo tanto, todos los conflictos que afectan al nervio óptico tienen que ver con miedos por detrás:
• Miopía: sus dos sentidos biológicos son la necesidad de ver lo que está cerca, porque encierra un peligro, y el deseo de ignorar lo que está lejos.
• Hipermetropía: sus dos sentidos biológicos son la necesidad de afrontar un peligro que está lejos en el tiempo o en el espacio, y el deseo de no ver lo que está cerca.
• Glaucoma: es el conflicto de lupa; permite ampliar el campo visual. Hay un deseo de acercar algo hacia uno o un sentimiento de haber perdido algo. Siempre hay emociones de ira y de cólera con relación a lo visto.
• Astigmatismo: hay un deseo de transformar una parte de la realidad.
• Presbicia: rechazo a ver lo que hay delante de uno, a adaptarse a la situación.
• Cataratas: deseo de correr una cortina que oculte lo que sucede.
La separación tiene que ver con la epidermis, la capa superficial de la piel, cuya función es el contacto, fundamental en toda relación. Si al nacer recibimos poco contacto, las conexiones neuronales son pobres. El niño necesita el contacto permanente: le transmite seguridad y confianza en sí mismo y evita problemas en su posterior vida adulta. En África, las mujeres siempre llevan al niño encima, y en los documentales se aprecia la placidez en los rostros de esas criaturas.
La falta de contacto en la infancia o ser dejado en manos de personas que no son de la familia puede ocasionar problemas de necesidad de contacto en la vida adulta y, con ello, problemas en la piel.
La separación no solamente es de piel, sino que también puede ser de oído cuando no se oyen las palabras de un ser querido porque se ha ido. Estos conflictos se manifiestan en el conducto auditivo externo y en el oído interno.
Eccema
En la fase activa de este conflicto de separación se producen microulceraciones, y en la fase resolutiva se manifiesta el eccema propiamente dicho. Muchas veces un eccema se relaciona con una alergia de la piel. Hay que asegurarse muy bien de ello al analizar el conflicto, pues es muy diferente una cosa de la otra.
Por ejemplo: una niña tiene una mascota; sus padres se separan y el padre se lleva al perro. La niña puede tener un conflicto de separación: cuando vuelve a estar con el padre, también está con el perro, y le sale un eccema.
Aftas (mucosas)
Las aftas son conflictos de separación relacionados con la mucosa bucal. Una persona con aftas tiene que preguntarse de qué se está separando. Se trata de una memoria de la separación del pecho materno.
Herpes
Esta enfermedad también afecta a la dermis. El conflicto del herpes es una separación con sentimientos de rabia y suciedad. Era el caso de una mujer con un herpes en la cintura. Se había separado de su marido porque lo había sorprendido con otra mujer. Su conflicto de separación tenía que ver con la zona en la que el marido la sujetaba cuando paseaban. El herpes era una manifestación del resentimiento, la rabia y la suciedad expresada contra él.
Psoriasis
La psoriasis es un conflicto de separación del padre. También puede ser un conflicto de doble separación y la zona donde se expresa la psoriasis indica el tipo de conflicto.
Como en el caso de un niño, ya casi adolescente, que empezó a tener psoriasis tras la separación de sus padres. La madre convivía con otro hombre y el hijo deseaba estar con su padre y no con la pareja de su madre.
Una mujer tenía psoriasis en todo el cuerpo. Se le había desencadenado tras la muerte de su padre. Este era para ella «el cielo mismo», expresión que utilizó al analizar su historia. Había un componente transgeneracional muy importante.
Oído (externo)
En el oído externo suelen producirse eccemas. El conflicto también tiene que ver con la separación, con no poder volver a escuchar las palabras de alguien muy querido. Una patología común en el oído interno son los acúfenos. Tienen que ver con el deseo de oír o con el deseo de no oír lo que se dice, porque representa una agresión contra las propias ideas o sentimientos. Son palabras injuriosas que atacan miconcepción personal de la vida.
Por ejemplo, una mujer empezó a tener acúfenos a partir de una conversación telefónica con su hermana en la que sintió un gran resentimiento por todo lo que había tenido que oír de su boca.
Vagina
La vagina es una zona de contacto muy íntima en la mujer. Las patologías asociadas a esta parte del cuerpo tienen que ver con la pérdida del contacto íntimo. Un eccema en la vagina es un conflicto de separación del sexo del amante. La vaginitis, por su lado, es un conflicto de separación con un gran sentimiento de ira.
En la reparación siempre hay infección; el papiloma virus se expresa en esta fase.
Tiene que ver con un conflicto de relaciones sexuales que ensucian, como cuando una mujer descubre que su pareja mantiene relaciones con otra.
Córnea y conjuntiva
Los conflictos en la córnea y la conjuntiva están relacionados con la separación visual. La conjuntivitis es un conflicto de separación; una negación a ver lo que pasa, pues ello produce mucha ira o cólera. También puede deberse a la pérdida del contacto visual con una persona querida, o a la ira derivada de observar una conducta indeseada en alguien a quien se quiere. En la fase de reparación siempre hay inflamación y dolor.
Los conflictos de identidad en esta capa germinal se reflejan en el córtex femenino. El órgano afectado es el ano o recto. Es el lugar donde se colocan las posaderas. Cuando alguien «enseña el culo», muestra su identidad, masculina o femenina. Se trata de conflictos de pérdida de territorio, pero con un matiz de identidad. El hombre lo expresa de forma femenina, pues, cuando la hembra marca su territorio, lo hace defecando en el centro de este. En cambio, el macho marca el territorio periférico. Ejemplo:
Un hombre con cáncer de recto. Su conflicto se había desencadenado cuando estaba a punto de perder su terreno (era agricultor) por una estafa cometida por su socio en una cooperativa del pueblo.
Las fases curativas de conflictos menores en el recto y en el ano corresponden a las hemorroides. Si no se toma conciencia de esto, estas se cronifican, y siempre que se repite el conflicto, desaparecen. Cuando se resuelve, las hemorroides regresan. Veamos el ejemplo de un señor con un problema importante de hemorroides.
El conflicto tenía que ver con su trabajo como asesor en una empresa en la que se cometían ilegalidades que él desaprobaba. Su emoción era: «debo dejar este sitio; no refleja mi identidad; atenta contra mi forma de pensar y de actuar». Pero abandonar el puesto implicaba una disminución de sus ingresos que no se podía permitir. Cuando tomó conciencia, cambió su percepción y sus creencias... y las hemorroides desaparecieron.
En los conflictos de asco y resistencia hay un relé que se manifiesta en la zona del mesodermo, pero tiene inervaciones neuronales de sustancia gris. Este relé regula el páncreas en su función endocrina, llevada a cabo en los islotes de Langerhans, que producen las hormonas insulina y glucagón, entre otras.
- El asco está reflejado en el hemisferio femenino.
- La resistencia, en el masculino.
El asco y la repugnancia tienen el Sentido Biológico de detectar qué alimentos no son comestibles. Afectan a la hormona glucagón y su conflicto principal es sentir asco por algo, por alguien o por uno mismo. Cuando algo nos da asco, el cuerpo reacciona bajando la insulina en sangre, lo que impulsa a comer más, ya que a las células les falta azúcar para funcionar.
La resistencia es masculina, porque el hombre debe aguantar más tiempo sin comer.
Cuando caza, mantiene la insulina en sangre: debe resistir.
Diabetes
La diabetes es la enfermedad más importante relacionada con este tipo de conflictos. Se trata de una constelación entre el asco y la resistencia . Por eso los diabéticos pasan de una hiperglucemia a una hipoglucemia, muchas veces sin saber por qué. Siempre hay que buscar qué produce asco y a qué se opone resistencia.
También es una enfermedad relacionada con el frío. Si tengo relaciones frías, si estoy en un lugar frío (ya se trate de frío real o simbólico), lo más probable es que aumente mi nivel de azúcar en sangre. Se trata de una solución biológica, pues el azúcar es un anticongelante natural.Se sabe que la diabetes afecta especialmente a poblaciones que viven o se sienten aisladas. Ello evidencia la relación de la diabetes con conflictos de aislamiento, con sentirse aislado o sentir que se está siendo aislado. La diabetes también se vincula con «la casa divida en dos», como por ejemplo los conflictos de parejas que comparten la misma residencia, pero dividida por la mitad, de una forma real o simbólica.
Dos ejemplos:
Un señor vivía en un barrio periférico de una gran capital, donde cada día aumentaba la población de inmigrantes. Se sentía aislado y no quería o no se atrevía a salir de casa. Sus vecinos le daban asco, y desarrolló una diabetes de tipo II.
Un hombre tuvo que separarse de su hija debido al divorcio. Él vivía esta separación como un aislamiento. Decía: «No tengo contacto con mi hija porque su madre le habla mal de mí», «mi relación con mi hija es muy fría por culpa de su madre». También desarrolló una diabetes del tipo II.
En síntesis, las personas que resisten, se aíslan o sienten que son aisladas. Esto permite establecer un símil entre diabetes y apartheid. Por otro lado, el asco está relacionado con el hecho de vivir una situación de penetración, con el sentimiento de ser invadido, como el caso de una mujer que se siente violada por su marido y a la que le da asco esta relación.
Según Eduard Van der Bogaert, la diabetes tipo I es masculina y la tipo II es femenina. Aprovecho para agradecer su aportación y su experiencia en este campo: para nosotros fue clave para desencajar posiciones muy fijas de otros autores. Van der Bogaert indica que la diabetes de tipo I es masculina porque tiene que ver con los islotes de Langerhans, que compara con testículos que eyaculan insulina. El conflicto está ligado a no poder eyacular insulina para abrir las puertas de las células y fecundarlas.
En la diabetes de tipo II, el páncreas produce insulina, pero, cuando la insulina-llave llega a la cerradura de la membrana, esta está bloqueada porque hay una modificación en la membrana de la célula. Por eso el conflicto tiene que ver con evitar la penetración, la violación del territorio: cuando uno se resiste a algo que considera repugnante, quiere conservar la situación anterior y no se permite abrirse a lo nuevo.
La función de ambas diabetes es la misma, pero el proceso para conseguir que el azúcar no llegue a las células es diferente. El objetivo es no dejar entrar la dulzura en lo más íntimo de la propia naturaleza, y hay una manera masculina y otra femenina de evitarlo.
La diabetes también tiene que ver con las relaciones familiares (reales o simbólicas) de desconfianza. La persona corta las relaciones para mantenerlas frías y distantes. Hay un profundo miedo a ser dañado y, antes de que esto ocurra, ellas las cortan. Reflexión: «Mi cuerpo es mi casa. Mi país y mi tierra son una extensión de mi cuerpo. Cuando otras personas entran en mi casa, no me toleran o no las tolero; me aíslo o me aíslan. Entonces, resisto»