Es una de las obras maestras del Dr. Hamer. Él le llama Sindrome de Dick Hamer (DHS), en memoria de su hijo.
Hay un acontecimiento lo suficientemente impactante que afecta a nivel psíquico y a nivel orgánico y que es imprescindible reconstruir.
El cerebro y el cuerpo están relacionados permanentemente y de este modo, en cada instante se dan shocks biológicos que se resuelven involuntariamente. El shock biológico es permanente.
Por ejemplo...
El azúcar que tenemos en sangre baja cuando hacemos un esfuerzo físico. Nuestro cerebro da la orden al hígado para que libere glucógeno. Así, el azúcar vuelve a la sangre y podemos continuar con la actividad. Pero llega un momento en que ya no hay reserva, es el resentir de: "¡tengo hambre!". Al no haber solución en el interior la busco en el exterior. Doy orden a los músculos para ir a comer.
Así funciona el organismo... si me falta oxígeno cuando corro, mi cerebro acelera el corazón y los músculos respiratorios. Cuando no es suficiente, llegará a la conciencia que debemos parar de correr. Si no hay comida en la heladera o necesito correr porque me persigue un león, ya no escucho mi biología. Esto es el bio-shock, pues mi necesidad biológica no puede ser satisfecha.
Entonces llegan las soluciones excepcionales, como fabricar más hígado para tener más reservas o dilatar mis bronquios para que entre más aire en los pulmones.
Imágen de un bio-shock en el cerebro
CRITERIOS DEL BIO-SHOCK
Es imprevisto, inesperado
Es vivido en aislamiento, en soledad (el resentir)
No encontramos la solución
Es dramático
El Bio-shock puede manifestarse de dos maneras para sobrepasar el umbral de tolerancia, teniendo en cuenta que este umbral es específico para cada persona. También lo llamamos límite superior tolerable.
Efecto misil. La situación es muy estresante en sí misma
Efecto jarra. Es la gota que colma el vaso
En el momento que hay un shock emocional, nuestro cerebro registra todo lo que nos rodea. Cuando un acontecimiento se repite, aunque sea por semejanza, todo se activa otra vez
: