22 de noviembre

Con María, reavivamos nuestra disponibilidad al Señor en medio de la enfermedad


Lectura Bíblica

Marcos 2, 1-12

Luego de unos días volvió a Cafarnaún y se corrió la voz de que estaba en casa. Se reunieron tantos, que no quedaba espacio ni siquiera junto a la puerta. Y él les anunciaba la palabra. Llegaron unos llevando un paralítico entre cuatro; y, como no lograban acercárselo, por el gentío, levantaron el techo encima de donde estaba Jesús, abrieron un boquete y descolgaron la camilla en que yacía el paralítico. Viendo Jesús su fe, dice al paralítico: Hijo, tus pecados te son perdonados.

Había allí sentados unos letrados que discurrían en su interior: ¿Cómo puede éste hablar así? Blasfema. ¿Quién puede perdonar pecados, sino sólo Dios? Jesús, adivinando lo que pensaban, les dice: ¿Por qué están pensando eso? ¿Qué es más fácil? ¿Decir al paralítico que se le perdonan sus pecados o decirle que cargue con su camilla y comience a caminar? Pero para que sepan que el Hijo del Hombre tiene autoridad en la tierra para perdonar pecados –dice al paralítico–: Yo te lo mando, levántate, toma tu camilla y vete a tu casa. Se levantó de inmediato, tomó su camilla y salió delante de todos. De modo que todos se asombraron y glorificaban a Dios diciendo: Nunca vimos cosa semejante.

Palabra del Señor.
Gloria a Ti, Señor Jesús

Testimonio

Rosa Oyarce González.
Comunidad Corpus Chrristi. Parroquia Santa Isabel de Hungría. Santiago.

Soy catequista para personas con discapacidad, hace un año vi el amor del Señor reflejado en Cecilia,  una persona de 53 años que padecía Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA). Con el tiempo, esta enfermedad produce debilitamiento muscular, espasmos e incapacidad para mover los brazos, las piernas y el cuerpo.

Cecilia, quería decir “Sí” al Señor, confirmar su fe a través del sacramento de la confirmación. El contexto de Pandemia nos llevó a encontrarnos en la catequesis bajo la modalidad online. En todo el proceso de preparación, Cecilia se mostró muy activa y participativa. En la comunidad, fuimos testigos de su perseverancia, del amor a Dios que la hacía feliz; ella nos daba lecciones de fe. También, fuimos testigos del deterioro de su salud. 

Cuando llegó el tiempo en el que pidió recibir el sacramento de la Confirmación, participamos con ella de una gran alegría. Recuerdo que en la Misa de la Confirmación, debido al avance de su enfermad, se encontraba en silla de ruedas. En el momento de la presentación de las personas que reciben el sacramento, ella dijo, a viva voz y desde el fondo de su corazón: “AQUÍ ESTOY SEÑOR”. Y, el Señor, estaba con ella; estaba en ella, estaba con nosotros. A pocos meses de recibir su Confirmación, el Señor la recibió en la Patria eterna.

Intención del día

Oremos por las personas que padecen enfermedad, por aquellas que nos alientan con su testimonio de fe.
Con María, oremos al Señor. Escúchanos, Señor te Rogamos.
(Se puede rezar el Padrenuestro)

Oración

Padre de misericordia,
salud de los enfermos.
Te damos gracias por el don de la vida
y por la fortaleza que nos infundes
en medio de la enfermedad y del dolor.
Robustece nuestra esperanza
y ayúdanos a testimoniar tu ternura.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.