08 de noviembre
Con María y nuestros adultos mayores comunicamos la fe

Lectura Bíblica

Lucas 2, 25-32

Había en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre honrado y piadoso, que esperaba la liberación de Israel y se guiaba por el Espíritu Santo. Le había comunicado el Espíritu Santo que no moriría sin antes haber visto al Mesías del Señor. Conducido, por el mismo Espíritu, se dirigió al templo. Cuando los padres introducían al niño Jesús para cumplir con él lo mandado en la ley, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo: —Ahora, Señor, según tu palabra, puedes dejar que tu sirviente muera en paz porque mis ojos han visto a tu salvación, la que has dispuesto ante todos los pueblos como luz para iluminar a las naciones y como gloria de tu pueblo Israel.

Palabra del Señor.
Gloria a Ti, Señor Jesús.

Testimonio

Vivian Verdugo Céspedes, Parroquia Santa Ana. Talca

Hace 16 años que sirvo como catequista en mi parroquia. En dicha trayectoria, he podido comprobar como los adultos mayores han sido parte fundamental en la vida sacramental de los niños. Hoy en día, debido a diversos cambios culturales y laborales, muchas veces se ha delegado a los abuelos la educación en la fe. Antiguamente, eran nuestros padres quienes nos enseñaban rezos, canciones, la devoción a los santos, rezo del rosario, asistencia a las procesiones. Nos mostraban con su ejemplo la importancia de la participación en la Eucaristía del domingo, actividad que estaba inserta dentro de nuestras familias como algo sagrado y cultural.

Nuestras abuelas, abuelos y en general los adultos mayores son, en nuestro tiempo, parte visibles de aquellas prácticas religiosas y de la misión de educar en la fe a las actuales generaciones. Todo esto, lo constato al asistir a la catequesis familiar de iniciación a la vida cristiana. Veo participar a los adultos mayores en los encuentros de preparación a los sacramentos, asistir a la Misa y a las celebraciones Litúrgicas de la iniciación cristiana para acompañar a sus nietos, ya que los padres por diferentes motivos no pueden estar presentes.

¡Que bella misión!, el Señor hace su obra con nuestros adultos mayores, nunca nos abandona. El gran amor que nos tiene busca de mil maneras hacerse presente en la vida de la infancia, de los niños de nuestras familias. Para plantar la semilla del amor de Dios, solo hacen falta buenas personas que transmitan el fuerte soplo del Espíritu Santo.

Petición

Oremos por las personas mayores, por aquellas que viven la experiencia de la ancianidad.
Que en nuestros ambientes pastorales y sociales, encuentren un espacio para testimoniar la fe y experimentar cuidado, reconocimiento y comprensión.

Con María, oremos al Señor.
Escúchanos, Señor te Rogamos.

(Se puede rezar el Padrenuestro)

Oración

Padre de infinita misericordia,
te damos gracias por el don de la vida.
Bendice a nuestros adultos mayores
y ayúdanos a buscar caminos de justicia
para que su ancianidad sea vivida
en la dignidad que les corresponde.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.