Borges y yo, Borges (4)

«Borges y yo» - Jorge Luis Borges, Argentina

Análisis en inglés

Los que conocen algo de la obra de Jorge Luis Borges (1899–1986) saben que no rehúye lo autobiográfico. «Borges y yo» es un ejemplo estelar de la capacidad del ilustre escritor argentino de descubrir, en lo particular, lo universal. Este texto presenta una genial variante más del tema del doble, visto en «El Sur» y en «La muerte y la brújula». Difícil de categorizar como cuento o ensayo, «Borges y yo» ha sido llamado, no indebidamente, el manifiesto de su persona literaria.

Antes de los 47 años de edad, Borges pudo darse el lujo de vivir en un relativo anonimato, a pesar de haber escrito y publicado desde joven. En 1938, empezó a trabajar en una biblioteca poco concurrida en un barrio de su ciudad natal de Buenos Aires. El puesto le daba el ocio y la oportunidad que necesitaba para perseguir sus preferencias: leer y escribir. No fue hasta la publicación de su colección de cuentos Ficciones (1944) que Borges entró en una etapa de su vida que lo iba a llevar a ser objeto de la atención general. Siempre había sufrido de timidez y miedo de hablar en público, y se vio de pronto muy solicitado para dar conferencias.

En 1960 publicó la colección El hacedor , que contiene esta pequeña joya literaria. Algunos han considerado «Borges y yo» la mejor prosa escrita en español desde Cervantes. En poco más de trescientas palabras, Borges logra entrelazar su tema, la dualidad que lleva a la identidad, con conceptos sobre las interacciones entre un autor y su creación literaria, entre un autor y su público, y entre la sociedad y el arte.

Sería difícil nombrar otra figura de fama literaria que haya abrazado con tanto gusto la vida pública. En 1961, a raíz de ser seleccionado para compartir con Samuel Beckett el Premio Internacional de Literatura Formentor , otorgado por el Congreso Internacional de Editores, empezó a recibir invitaciones para dar conferencias no solamente por la Argentina, sino también por el extranjero. Durante su larga vida, viajó repetidas veces a Estados Unidos y a Europa, haciéndose entrevistar y gozando con sus oyentes e interlocutores, a quienes cautivaba con cada palabra suya.

The Two Fridas, 1939 by Frida Kahlo

Instrucciones: Escribe una respuesta coherente y bien organizada EN ESPAÑOL, sobre el siguiente tema. Primero, identifica la obra a la cual pertenece este fragmento y di quién lo escribió. Después, busca en Internet el cuadro Las dos Fridas, de la pintora mexicana Frida Kahlo. Comenta y compara la forma en que es tratado el tema de la dualidad del ser en las dos obras. Al otro, a Borges, es a quien le ocurren las cosas. Yo camino por Buenos Aires y me demoro, acaso ya mecánicamente, para mirar el arco de un zaguán y la puerta cancel; de Borges tengo noticias por el correo y veo su nombre en una terna de profesores o en un diccionario biográfico. Me gustan los relojes de arena, los mapas, la tipografía del siglo XVIII, las etimologías, el sabor del café y la prosa de Stevenson; el otro comparte esas preferencias, pero de un modo vanidoso que las convierte en atributos de un actor. Sería exagerado afirmar que nuestra relación es hostil; yo vivo, yo me dejo vivir, para que Borges pueda tramar su literatura y esa literatura me justifica. Nada me cuesta confesar que ha logrado ciertas páginas válidas, pero esas páginas no me pueden salvar, quizá porque lo bueno ya no es de nadie, ni siquiera del otro, sino del lenguaje o la tradición. Por lo demás, yo estoy destinado a perderme, definitivamente, y sólo algún instante de mí podrá sobrevivir en el otro. […] (Tiempo máximo: 15 minutos)

"Borges y yo", Jorge Luis Borges

Al otro, a Borges, es a quien le ocurren las cosas. Yo camino por Buenos Aires y me demoro, acaso ya mecánicamente, para mirar el arco de un zaguán y la puerta cancel; de Borges tengo noticias por el correo y veo su nombre en una terna de profesores o en un diccionario bibliográfico. Me gustan los relojes de arena, los mapas, la tipografía del siglo XVIII, las etimologías, el sabor del café y la prosa de Stevenson; el otro comparte esas preferencias, pero de un modo vanidoso que las convierte en atributos de un actor. Sería exagerado afirmar que nuestra relación es hostil; yo vivo, yo me dejo vivir, para que Borges pueda tramar su literatura y esa literatura me justifica. Nada me cuesta confesar que ha logrado ciertas páginas válidas, pero esas páginas no me pueden salvar, quizá porque lo bueno ya no es de nadie, ni siquiera del otro, sino del lenguaje o la tradición. Por lo demás yo estoy destinado a perderme, definitivamente, y sólo algún instante de mí podrá sobrevivir en el otro. Poco a poco voy cediéndole todo, aunque me consta su perversa costumbre de falsear y magnificar. Spinoza entendió que todas las cosas quieren perseverar en su ser; la piedra eternamente quiere ser piedra y el tigre un tigre. Yo he de quedar en Borges, no en mí (si es que alguien soy), pero me reconozco menos en sus libros que en muchos otros o que en el laborioso rasgueo de una guitarra. Hace años yo traté de librarme de él y pasé de las mitologías del arrabal a los juegos con el tiempo y lo infinito, pero esos juegos son de Borges y ahora tendré que idear otras cosas. Así mi vida es una fuga y todo lo pierdo y todo es del olvido, o del otro. No sé cual de los dos escribe esta página. Antología personal

"Borges and I", Jorge Luis Borges

To the other one, to Borges, is to whom things happen. I walk through the streets of Buenos Aires and I delay myself, perhaps almost mechanically, to look at the arch of an entrance hall and the grillwork on the gate; from Borges I find out through the mail and I see his name in a list of professors or in a biographical dictionary. I like hourglasses, maps, eighteenth century typography, the taste of coffee and the prose of Stevenson; he shares these preferences, but in a vain way that turns them into the attributes of an actor. It would be an exaggeration to say that ours is a hostile relationship; I live, let myself go on living, so that Borges may contrive his literature, and this literature justifies me. It is not hard for me to confess that he has achieved some valid pages, but those pages cannot save me, perhaps because what is good belong to no-one, not even to him, but rather to the language and to tradition. Besides, I am destined to perish, definitively, and only some instant of myself can survive in him. Little by little, I am giving over everything to him, although I am quite aware of his perverse custom of falsifying and magnifying things. Spinoza knew that all things long to persist in their being: the stone eternally wants to be stone and the tiger a tiger. I shall remain in Borges, not in myself (if it is true that I am someone), but I recognize myself less in his books that in many others or in the laborious strumming of a guitar. Years ago I tried to free myself from him and went from the mythologies of the suburbs to the games with time and infinity, but those games belong to Borges now and I will have to devise other things. Thus my life is a flight and I lose everything and everything belong to oblivion, or to the other.

I do not know which of us has written this page.

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Borges y yo