Una nueva tecnología...

Una nueva tecnología, un nuevo negocio, un nuevo arte.

Llegada del daguerrotipo a Montevideo y su primera década en Uruguay. 1840-1851.

Clara Elisa von Sanden

La fotografía no surgió de manera repentina ni fue el resultado de una invención aislada. Por el contrario, debió transitarse un largo proceso de gestación que involucró a investigadores en distintas partes del mundo. Lograr un método generador de imágenes verosímiles, en el que la mediación de la mano de un dibujante y el tiempo de trabajo que hasta entonces insumía ese trabajo pudiera reducirse al mínimo era una inquietud común a hombres de ciencia y artistas desde el Renacimiento. Hacia el siglo XIX, el desarrollo del pensamiento científico y de la técnica permitió reunir los conocimientos existentes en el campo de la óptica y de la química, en la búsqueda de un procedimiento que hiciera posible generar imágenes fieles de la naturaleza de manera mecánica.

La cámara oscura era un instrumento conocido desde la Antigüedad, que posibilitaba observar en una superficie plana proyecciones de la realidad visible. A fines del siglo XVIII, varias investigaciones intentaban utilizar la fotosensibilidad de ciertas sustancias, es decir, su capacidad de cambiar sus características físicoquímicas como su color o su consistencia en presencia de luz, para captar de manera permanente las imágenes que se proyectaban en la cámara oscura. Entre los experimentos pioneros se encontraba el de Joseph-Nicéphore Niépce (1765-1833) –químico y litógrafo francés- que desde la década de 1810 obtuvo imágenes positivas sobre papel, cristal y finalmente diversas aleaciones de metales, por medio de sustancias como betún de judea. Niépce llamó heliografías a estas imágenes logradas por acción de la luz solar en el transcurso de varias horas. En 1829 Niépce formó una sociedad con Louis Jacques Mandé Daguerre (escenógrafo y pintor, que desde hacía algún tiempo ensayaba procedimientos fotográficos) con la finalidad de aunar esfuerzos en la investigación para alcanzar imágenes definitivas. En agosto de 1839, cuando Nièpce ya había fallecido, Daguerre presentó a las Academias de Ciencias y Bellas Artes de París un aparato novedoso al que dio el nombre de daguerrotipo. En este caso, la imagen se plasmaba en una placa de cobre recubierta de una capa fina de plata pulida, mediante el uso de sales de plata como sustancia sensible. Gracias a la argumentación del diputado y académico François Arago, Daguerre consiguió que el Estado francés le comprara los derechos de su invención, pagando una pensión vitalicia a él y a los descendientes de Nièpce, y liberando el invento al uso público. De esta manera, el daguerrotipo fue reconocido, difundido y comercializado en el mundo entero.

Punto de vista desde la ventana de Gras, año 1826

Foto 1327673128 CDF

Reconstrucción Posterior

Punto de vista desde la ventana de Gras


El daguerrotipo en América y en Uruguay

El daguerrotipo se difundió pronto por distintas partes del mundo y en enero de 1840 llegó a la costa brasileña. La corbeta L’Oriental, un buque escuela en el que viajaba un grupo de estudiantes franceses y belgas acompañados de profesores que guiaban la expedición, había partido en el mes de setiembre de 1839 contando al menos con un aparato de daguerrotipo. La expedición tenía la intención de dar la vuelta al mundo y tomar imágenes fotográficas de los diferentes lugares que se visitaran. Luego de cruzar el Océano, la embarcación hizo un alto en la costa de Bahía, donde se habrían generado las primeras imágenes.

A mediados de enero el buque se detuvo en Río de Janeiro, que era para ese entonces la capital del Imperio de Brasil, y allí el abate Louis Comte, uno de los profesores presentes en la expedición, tomó varias imágenes con un aparato de daguerrotipo, en presencia de un numeroso público entre el que se encontraba el emperador Pedro II, de 14 años. Comte se ubicó en el Hotel Pharaoux, en las cercanías del Largo do Paço (actual plaza Quince de Noviembre). Desde allí realizó daguerrotipos del Palacio Imperial, así como de la fuente, el monasterio benedictino y el Mercado ubicados en su entorno. Esta fue la presentación oficial del invento en Brasil, y la primera vez que se lo utilizaba al sur del Ecuador. De este evento se hizo eco la prensa montevideana, generando una gran expectativa sobre la llegada de la embarcación a la ciudad.

A fines de Febrero de 1840, el buque escuela llegó a Montevideo, que en ese entonces era una ciudad de unos treinta mil habitantes, de los cuales más del sesenta por ciento eran extranjeros. Era la capital de una República que contaba con apenas una década de existencia, y que poseía uno de los principales puertos de la región. Como observaba el viajero Xavier Marmier “la ciudad era el centro de un comercio de importación y de exportación que, desde las fronteras del Paraguay, se extendía hasta los límites septentrionales de Europa”. Esto la convertía en una ciudad cosmopolita, y tanto su economía como su vida social y cultural estaban estrechamente ligadas a una comunicación fluida con las metrópolis europeas. De allí llegaban las novedades políticas y económicas, y también las noticias sobre adelantos técnicos y científicos que eran difundidas por la prensa montevideana. Así sucedió con la llegada del daguerrotipo, y con varias mejoras que fueron aplicándosele a lo largo de la década siguiente.

Boulevard du Temple

Año 1838.

Daguerrotipo tomado por Daguerre en París, durante sus experimentaciones previas a la presentación del procedimiento ante las Academias de Ciencias y Bellas Artes. Entre sus primeras fotografías, sobresalen varias tomas -en distintas condiciones de iluminación- de uno de los más importantes Bulevares de París en las que queda en evidencia una de las principales limitaciones de la técnica en sus orígenes: los largos tiempos de exposición que, dependiendo de la época del año y la intensidad de la luz, podían ir de tres a treinta minutos, lo cual impedía captar los elementos que estaban en movimiento. Esto explica que una de las calles más transitadas de la capital francesa figure desierta.

Únicamente pueden verse en la esquina del Bulevar un lustrabotas y su cliente que permanecieron prácticamente inmóviles durante los diez minutos que demoró la toma de esta fotografía.

A la llegada del daguerrotipo ya hacía un año que el gobierno uruguayo se había declarado en guerra contra la Confederación Argentina liderada por Juan Manuel de Rosas, formalizando un conflicto regional de más larga data. Esto implicó que durante la década siguiente se dieran numerosos enfrentamientos armados, tanto en Uruguay como en Argentina. Medidas como el bloqueo del puerto de Buenos Aires y el sitio de Montevideo por las tropas de Manuel Oribe (1843-1851) acarrearon un deterioro del comercio y de la economía en general. El sitio significó además que el casco de Montevideo estuviera rodeado por dos líneas de trincheras en torno a las cuales se estableció una suerte de Estado paralelo al que se encontraba en la ciudad sitiada. El enfrentamiento armado fue discontinuo y hubo comunicación e incluso comercio entre ambas poblaciones, pero su desarrollo a nivel cultural y económico sufrió un estancamiento. Esta coyuntura enmarcó y condicionó la llegada y la difusión del daguerrotipo en la región.

Las primeras tomas fotográficas en Montevideo

La mañana del 29 de febrero de 1840 tuvo lugar una demostración pública sobre el uso del daguerrotipo en la planta alta del Cabildo de Montevideo, donde entonces sesionaban las Cámaras Legislativas. En esa oportunidad Louis Comte colocó el aparato en un balcón del Cabildo, y desde allí tomo una fotografía de la fachada de la Iglesia Matriz y de la plaza del mismo nombre, ubicadas frente al lugar de la toma. Como sucediera en otros países, el lugar elegido por el daguerrotipista fue un balcón, ya que proporcionaba un amplio panorama del horizonte y un lugar visible al público que estaba ubicado en el exterior, donde sin embargo el operador podía manejar el instrumento y sus accesorios con cierta comodidad y espacio. Hubo un numeroso público, en el cual se destacaban varios parlamentarios, los presidentes de las Cámaras Legislativas y del Supremo Tribunal de Justicia, y otras figuras de la política como el ministro Santiago Vázquez, el general Tomás de Iriarte “y muchas otras personas de distinción de ambos sexos”. En este privilegiado público que observaba desde cerca las operaciones del abate Comte se encontraban orientales como el médico Teodoro Vilardebó, y algunos extranjeros como el escritor y periodista argentino Florencio Varela y el naturalista, periodista, comerciante y cónsul francés Arsène Isabelle. La que se realizó en esta ocasión no fue la primera ni la única de las tomas que el abate Comte realizó en Montevideo en aquellos días, aunque fue sin dudas la que revistió verdadero carácter ceremonial. En los testimonios se menciona una instancia previa el 26 de febrero de 1840 a las once de la mañana en la casa particular de la señora Josefa Areta de Cavaillon (esposa del comerciante y cónsul francés Andrés Cavaillon), y otra la tarde del 29 de febrero, luego de la presentación pública. En esta ocasión el abate Comte, encargado de todas estas tomas, se ubicó en la casa del ministro Santiago Vázquez (ubicada en la calle Sarandí, donde se encuentra actualmente el Club Uruguay) y captó una imagen de la fachada del Cabildo.

Fachada de la Iglesia Matriz de Montevideo.

Litografía publicada en hoja suelta por el periódico "El Talismán" el 8 de noviembre de 1840, y realizada sobre la base del daguerrotipo tomado por el abate Louis Comte el 29 de febrero de ese año.

Video - Proceso de obtención de Daguerretipo.