Sylvia Plath

Solterona

Esta chica de quien hablamos

en un paseo de abril ceremonioso

con su último pretendiente

súbitamente se asombró muchísimo

del charlar de los pájaros

y las hojas caídas.


Así, afligida, ella

vio que los ademanes de su amante

agitaban el aire y se irritó

entre el caos de flores y de helechos

acres. Juzgó los pétalos

confusos, la estación ajada.


¡Cómo deseó el invierno!

Austeramente, en orden minucioso

de blanco y negro

de hielo y roca, todo deslindado,

de corazón a fría disciplina

sometió, exacto cual copo de nieve.


Pero he aquí: un capullo

de sus cinco sentidos de gran dama

una grosera confusión deduce:

traición intolerable. Que el idiota


se rinda al caos de la primavera:

prefirió retirarse.


Y rodeó su casa

de alambradas y muros impasables

contra el tiempo rebelde

tanto que nadie lo rompiera

con maldiciones, puños, amenazas,

ni con amor tampoco.


  Sylvia Plath en El coloso (The Colossus) [1960]