Sylvia Plath
Cumbres Borrascosas

Los horizontes me cercan como haces de leña,

Inclinados y dispares, siempre inestables.

Rozados por una cerilla, podrían calentarme,

Y sus finas líneas chamuscarían

El aire hasta dejarlo naranja

Antes de que las distancias que unen se evaporen,

Aplastando el pálido cielo con un color más sólido.

Pero sólo se disuelven y se disuelven

Como una sucesión de promesas, mientras avanzo.


No hay vida por encima de la hierba

O del corazón de las ovejas, y el viento

Se derrama como el destino, doblando

Todo en una dirección.

Noto cómo intenta

Robarme el calor.

Si presto mucha atención

A las raíces del brezo, me invitarán

A blanquear mis huesos entre ellas.


Las ovejas saben dónde están,

Pastando en sus sucias nubes de lana,

Grises como el tiempo.

Las negras ranuras de sus pupilas me envuelven.

Me siento como remitida por correo al espacio,

Un mensaje corto y tonto.

Ahí están disfrazadas de abuela,

Sus pelucas de rizos, sus dientes amarillos

Y sus duros balidos de mármol.


Vengo a las roderas y al agua

Límpida como las soledades

Que se me escurren entre los dedos.

Los huecos umbrales de las puertas van de un prado a otro;

Con el dintel y el vano desgoznados.

De la gente el aire sólo

Recuerda unas pocas sílabas extrañas.

Las repite gimiendo:

Piedra negra, piedra negra.


El cielo se inclina sobre mí, yo soy lo único vertical

Entre todo lo horizontal.

La hierba agita la cabeza distraídamente.

Es demasiado delicada

Para una vida en semejante compañía;

La oscuridad la aterra.

Ahora, en los valles estrechos

Y negros como monederos, las luces de las casas

Brillan como calderilla.


Sylvia Plath: Antología Poética (Col. Ted Hughes) [2023]

Trad. Raquel Lanseros