Sismología/Seismology/Sismologia

 

Reevaluación del terremoto del 29 de octubre de 1900 en Venezuela. Primera parte: estimación de intensidades

 

Reevaluation of October 29, 1900 earthquake in Venezuela. First part: assignment of intensities

 

Reavaliação do terremoto de 29 de outubro de 1900 na Venezuela. Primera parte: estimativa das intensidades

 

Alejandra Leal Guzmán

Antrop°. Dra. Fundación Venezolana de Investigaciones Sismológicas (FUNVISIS). Correo-e: aleal@funvisis.gob.ve

 

Raquel Vásquez Stanescu

Licd°Fís°, MSc. FUNVISIS. Correo-e: rvasquez@funvisis.gob.ve

 

José Antonio Rodríguez

Ing°Geó°. FUNVISIS. Correo-e: jrodriguez@funvisis.gob.ve

 

Franck Audemard M.

Ing°Geó°, Dr. FUNVISIS. Correo-e: faudemard@funvisis.gob.ve

 

Recibido: 5-9-18; Aprobado: 23-10-18  

Abstract

On October 29, 1900 a great earthquake hit in Venezuelan territory. Their effects extended on north central region. The towns of Macuto, Guatire and Guarenas and the villages located in the coast of Barlovento suffered heavy damages: a great number of their houses and the temples were destroyed. On the other hand, tsunami waves and licuation phenomena were noted, and large cracks and landslides that clogged roads between Caracas and La Guaira. We have proposed as maximum intensity equal to IX in Macuto, Guatire and Guarenas. In the present work, we use unpublished documentary information to reassessing the macroseismic intensity in each affected town, applying the 1956 Mercalli Modified Scale (MM-1956) and presenting a new macroseismic map with 84 intensity data points. 

Resumen

El 29 de octubre de 1900 se produjo un gran terremoto en territorio venezolano. Sus efectos se extendieron en la región centro-norte. Las poblaciones de Macuto, Guatire y Guarenas y los pueblos situados en la costa de Barlovento sufrieron graves daños: un gran número de sus casas y los templos fueron destruidos. Por otro lado, se registraron olas de tsunami y fenómenos de licuación, y grandes grietas y deslizamientos de tierra obstruyeron los caminos entre Caracas y La Guaira. Se propone intensidad máxima igual a IX para Macuto, Guatire y Guarenas. En el presente trabajo, se utiliza información documental inédita, para reevaluar la intensidad macrosísmica en cada una de las poblaciones afectadas, aplicando la Escala modificada Mercalli de 1956 (MM-1956) y presentando un nuevo mapa macrosísmico con 84 puntos de intensidad.

 

Resumo

Em 29 de outubro de 1900, um grande terremoto ocorreu em território venezuelano. Seus efeitos estenderam-se na região centro-norte. As cidades de Macuto, Guatire e Guarenas e os povoados localizados na costa de Barlovento sofreram sérios danos: um grande número das casas e templos nessas localidades foram destruídos. Por outro lado, ondas de tsunami e fenômenos de liquefação foram registradas, grandes rachaduras e deslizamentos de terra obstruíram as estradas entre Caracas e La Guaira. Intensidade máxima igual a IX é proposta para Macuto, Guatire e Guarenas. No presente trabalho, utiliza-se informação documentada de forma inedita para reavaliar a intensidade macrossísmica em cada uma das cidades afetadas, aplicando a Escala Mercalli modificada de 1956 (MM-1956) e apresentando um novo mapa macrossísmico com 84 pontos de intensidade.

Palabras clave/Keywords/Palavras-chave:

Historical seismology, intensidad macrosísmica, intensidades macrossísmicas, macroseismic intensity, sismologia histórica, sismología histórica, terremoto de 1900, 1900 earthquake.

Citar así/Cite like this/Citação assim: Leal et al., (2018) o (Leal et al., 2018).

Referenciar así/Reference like this/Referência como esta:

Leal G., A., Vásquez S., R., Rodríguez, J. A. (2018, diciembre). Reevaluación del terremoto del 29 de octubre de 1900 en Venezuela. Primera parte: estimación de intensidades. Geominas 46(77). 139-154.

Introducción 


El terremoto del 29 de octubre de 1900 ocurrió aproximadamente a las 4:42 de la mañana (hora local venezolana). Este evento, el último gran sismo del siglo XIX, sacudió gran parte del territorio venezolano. Debido a la extensión de sus efectos, el sismo de 1900, ha despertado un comprensible interés entre los geocientistas y ha sido objeto de diversos estudios, cuyos resultados han sido contradictorios. Cabe destacar que a pesar de su importancia, este evento no había sido objeto de una investigación sistemática en fuentes primarias y, en consecuencia, gran parte de la información macrosísmica no se encontraba disponible. En tal sentido, la labor de investigación en archivos históricos y hemerotecas, permitió documentar detalladamente los efectos del sismo de 1900 y su distribución espacial para unas 83 poblaciones a lo largo de todo el territorio nacional. A partir de estos datos, hasta ahora inéditos, se proponen nuevos valores de intensidad para este importante evento. 


El terremoto del 29 de octubre de 1900


El sismo de 1900 se reportó como sentido sin daños pero con la consiguiente alarma de los habitantes, en diversas poblaciones de los estados Bolívar, Cojedes, Falcón, Lara, Mérida, Portuguesa, Sucre, Táchira, Trujillo, Yaracuy y Zulia. En los estados Anzoátegui, Aragua, Carabobo y Guárico se reportaron daños de leves a moderados, como grietas en los muros, desplomos y deterioros de los techos en los templos y en las casas. En la ciudad de Caracas, los templos, las casas e importantes edificios públicos resultaron dañados en diversos grados por el sismo. Las localidades más afectadas fueron aquellas ubicadas en los actuales estados Miranda y Vargas. Los mayores daños se concentraron en las poblaciones de Guarenas, Guatire y Macuto, en las cuales colapsaron varios edificios y se registraron las cifras más altas de víctimas. En tal sentido, el saldo general del terremoto fue, aproximadamente, de 57 muertos y 264 heridos, pero probablemente sea mayor. Resulta imposible ofrecer cifras exactas debido a las imprecisiones en la información proveniente de las poblaciones más aisladas y aquellas que no contaban con telégrafo o que quedaron incomunicadas. 


El sismo produjo un pánico social considerable que se renovaba al ritmo de las réplicas. En todas las poblaciones afectadas, los vecinos pasaron días e incluso semanas a la intemperie, durmiendo en sus propios patios o en campamentos improvisados establecidos en calles, plazas y estaciones de ferrocarril. Muchas personas se trasladaron a sus haciendas o se dirigieron hacia las poblaciones que habían resultado menos afectadas. Igualmente se multiplicaron las misas celebradas al aire libre debido al deterioro sufrido por los templos (Ahrensburg, 1901). Las consecuencias del sismo fueron atendidas a través de las juntas de socorro y las suscripciones públicas, organizaciones formadas por ciudadanos de reconocida solvencia moral y económica, que permitían reunir y distribuir fondos e insumos tales como alimentos, ropas, medicinas y enseres domésticos. Los efectos del terremoto de 1900 sobre las construcciones fueron muy diversos, desde las grietas de “pocas significación” y la caída de frisos y elementos no estructurales, pasando por las grietas extensas o “rajas” a todo lo largo del muro; los frecuentes reportes de techos hundidos, caídos, movidos o con las tejas desprendidas; las incontables paredes desplomadas o “abiertas”, las fallas de los muros, hasta el colapso parcial o total de las construcciones. Asimismo, se identificaron los siguientes efectos en la naturaleza: olas tsunami, movimientos de remoción en masa, agrietamientos del terreno, lateral spread, licuación, subsidencia y anomalías hidrológico-geotérmicas. 


Como el estudio de los fenómenos geológicos a través de registros históricos comporta ciertas dificultades de método y de diagnóstico, las interpretaciones que aquí se presentan se consideran preliminares. De los efectos referidos, tanto el tsunami (Audemard et al., 2012; Audemard et al., 2014 y Audemard y Leal, 2015) como los casos de licuación (Rodríguez et al., 2006) han sido objeto de estudios específicos. En tal sentido, una tarea pendiente y actualmente en proceso, consiste en evaluar el terremoto de 1900, aplicando la Escala Medio-ambiental de Intensidad Sísmica ESI-2007 (Michetti et al., 2010). 


Metodología


La metodología correspondiente a la reevaluación de un terremoto histórico ha sido ampliamente descrita (e.g., Peraldo, 1983; Peraldo y Montero, 1999; Salcedo-Hurtado y Gómez-Capera, 2013). Para compilar la información necesaria respecto a las descripciones y a los efectos del terremoto, se hizo una revisión intensiva y sistemática de fuentes primarias, historiografía, catálogos sísmicos y estudios previos publicados sobre el terremoto del 29 de octubre de 1900. Posteriormente esta información ha sido sistematizada y validada, según su procedencia y pertinencia. 


Sobre las fuentes


Cuando se estudian fenómenos naturales históricos, las fuentes primarias constituyen la base fundamental de la investigación (Peraldo, 1983). La expresión fuentes primarias se aplica a aquellos registros escritos que han sido producidos por testigos presenciales de un fenómeno, en una época cercana a la fecha de ocurrencia del evento (Lemmo, 1970). Por el contrario, las fuentes secundarias son referencias indirectas a un fenómeno determinado. En el caso de este estudio se califican como tales la historiografía, los catálogos sísmicos y las interpretaciones macrosísmicas previas que se han elaborado para este evento. La mayor cantidad de datos referidos a los efectos del sismo y su distribución espacial proviene de fuentes primarias, específicamente de la prensa, que constituye una de las principales fuentes para el estudio de la sismicidad venezolana decimonónica. 


En tal sentido, cabe destacar que el sismo de 1900, irrumpió en un contexto cultural y científico definido por el espíritu positivista y modernista característico de finales del siglo XIX. Para el momento en que ocurre el terremoto, existía en el país un importante número de periódicos, cuyo carácter ilustrado ciertamente favoreció la investigación. Estos diarios estaban “dirigidos a otro tipo de lector, menos comprometido con el quehacer político, y más preocupado por conocer sobre los avances científicos, tecnológicos y literarios del momento. La masa lectora iba ampliándose progresivamente, y de la misma manera iban ampliándose los temas a los cuales podía dedicarse la prensa” (Ríos, 2006). Así, la vitalidad y agitación intelectual de este período quedaron bien plasmadas en los numerosos artículos científicos y técnicos dedicados a explicar las causas del sismo y a reflexionar sobre sus efectos; textos que fueron publicados en los principales periódicos nacionales. 


La historiografía aportó muy poca información relevante respecto a los daños producidos por el sismo de 1900, pero resultó útil para contextualizar las tipologías y técnicas constructivas y la configuración urbana existentes en el momento de ocurrir el sismo (Arcila Farías, 1961; Zawisza, 1988; Gasparini y Posani, 1998). En líneas generales, la historiografía ha solapado a este sismo, reseñándolo de manera anecdótica y superficial y calificándolo, invariablemente, como una calamidad de escasa importancia. Además, introduce un sesgo geopolítico cuando, a pesar de la extensión de los efectos del evento, circunscribe sus apreciaciones a la ciudad de Caracas, aunque esta no fue la localidad más afectada y los daños registrados oscilaron entre moderados y graves, sin que se produjesen casos de colapso total de estructuras. 


De los catálogos sísmicos e inventarios de riesgo geológico, se obtuvo información detallada respecto a los efectos del terremoto en las construcciones y en el ambiente (Centeno Graü, 1969; Singer et al., 1983; Grases, 1990; Grases et al., 1999, O'Loughlin y Lander, 2003), de modo que estos materiales resultaron particularmente útiles en cuanto a la interpretación de los efectos geológicos inducidos por el sismo. Del mismo modo, los estudios previos referidos al tsunami y a los casos de licuación (Rodríguez et al., 2006, Audemard et al., 2012; Audemard et al., 2014 y Audemard y Leal, 2015), constituyeron un insumo fundamental en el análisis de tales fenómenos. Finalmente, a través de las interpretaciones macrosísmicas previas, se accedió a las múltiples intensidades que han sido asignadas a este terremoto (Fiedler, 1961; Centeno Graü, 1969; Jakubowicz y Larotta, 1974, Lugo, 1984 y CERESIS, 1985). Estos valores constituyen unos significativos indicadores de cómo han sido evaluados y valorados los efectos del sismo de 1900, en términos de su extensión y destructividad. 


Valoración y validación de la información


Para realizar la validación de la información se asignaron parámetros de confianza en dos niveles: el primero considerando las características de las fuentes revisadas y el segundo, para evaluar la pertinencia de la información disponible para cada población. Para el primer nivel se siguen los criterios de Peraldo y Montero (1999), los cuales se refieren a la calidad de las fuentes de información y a la certeza en la ocurrencia de los eventos: “La clase A, define eventos cuya certeza de ocurrencia es completamente segura, pues existen pruebas documentales primarias que refieren la ocurrencia del evento en forma explícita. La clase B denota sismos que han sido documentados en fuentes secundarias provenientes de diversos autores confiables... La clase C incorpora eventos documentados en fuentes secundarias, donde no se incorporan fuentes primarias de referencia y la información sobre la posible ocurrencia de un sismo es ambigua y además, esta es dudosa en cuanto a su contenido o procedencia”. Siguiendo tales parámetros, y considerando que la información utilizada para la asignación de intensidades para este evento, proviene directamente de fuentes primarias así que se considera de clase A. 


Luego, cuando se utilizan registros históricos para la asignación de intensidades es necesario considerar la utilidad y pertinencia de la información correspondiente a cada una de las poblaciones afectadas. No toda la información procedente de fuentes primarias tiene la misma calidad, en cuanto a precisión

y detalle en la descripción de daños a las construcciones y efectos geológicos (Rodríguez y Audemard, 2003). Por esta razón, para valorar debidamente la confiabilidad de la información en cuanto a la certeza en la asignación de intensidades, se aplicó el Factor de Calidad Q, propuesto por Salcedo-Hurtado y Gómez-Capera (2013), quienes lo describen de la siguiente manera: “A – el sismo fue sentido y la información sobre los diversos efectos es suficiente y veraz para dar un valor apropiado de intensidad; B – el sismo fue sentido, pero la información no es suficiente para dar un valor de intensidad confiable; C – la información es insuficiente y dudosa”. Incluso cuando se cuenta con abundantes registros extraídos de fuentes primarias, la calidad de la información procedente de las diferentes poblaciones afectadas por un sismo no es uniforme. En todo caso el Factor Q, para cada localidad se encuentra consignado en la tabla de intensidades obtenida para este estudio. 


Sistematización de la información


La información compilada para esta investigación fue tratada diversamente según su procedencia. La información proveniente de fuentes primarias fue transcrita, referenciada y consignada en un extenso catálogo, ordenado según el repositorio de procedencia y la fuente correspondiente: prensa, documentos de archivos y documentos oficiales. Posteriormente, para sintetizar estos datos y facilitar la interpretación macrosísmica, este catálogo fue examinado minuciosamente para extraer la información sobre los efectos del sismo y su distribución espacial. Este documento se complementó con la información obtenida de los catálogos sísmicos e inventarios de riesgo geológico. A partir de esta estrategia se generó un cuadro que contenía los nombres y las coordenadas de las poblaciones afectadas y los efectos del terremoto sobre las personas, las construcciones y el ambiente. Las intensidades contenidas en los estudios previos fueron reseñadas en una tabla comparativa. 


Intensidades previas y coeficiente de Correlación


Existen diversos estudios que proponen valores de intensidad para el sismo de 1900. Los resultados consignados en la tabla I, evidencian que los mencionados estudios difieren en cuanto a fuentes de información, cobertura espacial de la misma y escalas de intensidad que fueron aplicadas en cada uno de los análisis.


En estadística, el coeficiente de correlación es una medida del grado de asociación lineal entre dos variables numéricas. Se encuentra expresado como:


Tabla I. Intensidades previas estimadas para el sismo de 1900.

Geominas, Geominas on-line, Geominas online, Geominas journal, Historical seismology, intensidad macrosísmica, intensidades macrossísmicas, macroseismic intensity, sismologia histórica, sismología histórica, terremoto de 1900, 1900 earthquake.

(1)

En la ecuación (1), SXY es la covarianza muestral de las variables X y Y, SX es la desviación estándar muestral de la variable X y SY es la desviación estándar muestral de la variable Y. El coeficiente de correlación es adimensional y está acotado en el rango (-1, 1), en donde –1 representa una correlación máxima inversa, 1 muestra una correlación máxima directa y 0 significa que no hay correlación entre las variables. La tabla II muestra el cálculo del coeficiente de correlación de las intensidades estimadas para el terremoto de 1900. En general, se puede apreciar una baja correlación lineal entre las diversas fuentes analizadas, con excepción de las más recientes estimadas por Lugo (1984) y CERESIS (1985). La disparidad de los valores indica diferencias en las intensidades previamente obtenidas por los diferentes autores. Este resultado refleja la importancia de la reevaluación de las intensidades asociadas a este terremoto en particular. Igualmente consideramos que la inclusión de nuevos puntos de intensidad será un aporte valioso de este trabajo para alcanzar la meta en la obtención de resultados más robustos. 

Tabla II. Coeficiente de correlación de las intensidades estimadas en estudios previos.

Geominas, Geominas on-line, Geominas online, Geominas journal, Historical seismology, intensidad macrosísmica, intensidades macrossísmicas, macroseismic intensity, sismologia histórica, sismología histórica, terremoto de 1900, 1900 earthquake.

Análisis de intensidades


La documentación compilada para esta investigación ofrece, en conjunto, información significativa sobre los efectos que el terremoto del 29 de octubre de 1900, tuvo sobre las personas, las construcciones y el ambiente. La asignación de valores de intensidad se hizo siguiendo los criterios de la Escala Mercalli Modificada (1956). Este terremoto irrumpió en una Venezuela predominantemente rural, definida arquitectónicamente por la tierra cruda: adobe, tapia y bahareque, cuyo principal material constructivo es la tierra sin cocer, combinada con maderas, fibras vegetales, e incluso piedra (Gasparini y Margolies, 1998). Los techos solían ser de paja o de parhilera, es decir, un armazón de madera cubierto con tejas de barro cocido, y en consecuencia, estaban muy amenazados por el apetito del comején y la falta de mantenimiento. Los edificios, a excepción de los templos 

y fortalezas, eran bajos y existían relativamente pocas construcciones de dos pisos, incluso en las principales ciudades (Gasparini y Margolies, 1986).


Además, a finales del siglo XIX, Venezuela no contaba con códigos de construcción contra temblores y la normativa urbana existente no contenía disposiciones lo bastante precisas respecto a la supervisión de las calidades constructivas, ni ofrecían indicaciones puntuales respecto a la altura y estabilidad de los edificios, a la correcta aplicación de las técnicas constructivas o la calidad de los materiales utilizados (Leal Guzmán y Mastrangioli, 2014). Tales circunstancias configuraban un panorama caracterizado por una alta vulnerabilidad técnica frente a los sismos. 


En la Escala de Mercalli Modificada (1956) las construcciones de tierra cruda están clasificadas como: “Construcciones C: estructuras no tan débiles como para fallar la unión de las esquinas, pero no reforzadas ni diseñadas para resistir fuerzas horizontales. Construcción y materiales corrientes. Construcciones D: construcciones de materiales pobres, tales como el adobe; baja calidad de construcción. No resistente a fuerzas horizontales”. A los efectos de este trabajo, se utilizarán las clasificaciones en dicha escala, considerando factores como la calidad de los materiales y de la técnica, la existencia de refuerzos (armazón), y el estado de conservación de los edificios, en los casos en que la documentación ofrezca suficiente información al respecto. 


Descripción de efectos macrosísmicos


A continuación se presenta la descripción de los efectos del terremoto de 1900 sobre las personas, las construcciones y la naturaleza. Se excluyen de esta relación las 21 localidades en las cuales se reportó “sentido sin daños”. Las restantes poblaciones están agrupadas por estados, siguiendo la división político-territorial venezolana actual. El número romano entre paréntesis, corresponde a nuestra asignación de intensidad, aplicando la escala MMI (1956). 


Estado Anzoátegui:


En el pueblo de Onoto (VII), al oeste de Anzoátegui, cayó la iglesia, pero no se reportaron daños en las casas, ni víctimas. También se informó que el río Unare “botó el agua 7 metros fuera de su cauce” (tsunami) y que se abrió uno de sus barrancos (lateral spread). En San Mateo (VI-VII) sufrieron mucho las casas que se agrietaron y “se abrieron”. El templo, que se encontraban en construcción, sufrió serias averías que no están detalladas en la documentación. En Aragua de Barcelona (VII-VIII), muchas casas cuarteadas, las dos torres de la iglesia, también en fábrica, quedaron agrietadas hasta la base, amenazando con desprenderse del cuerpo del edificio y caer, lo que representa un daño estructural grave. No se registraron víctimas pero sí hubo gran alarma entre los habitantes (El terremoto, El Tiempo, Caracas: 13 noviembre 1900, p 2). En Clarines (VII), las casas recibieron daños de consideración, pero no se reportaron víctimas. La iglesia, construida hacia 1773, sufrió la destrucción del cuerpo superior de la torre y del presbiterio. En esta población se informó de “grandes grietas” abiertas a orillas del río Unare, probablemente lateral spread. En San Diego (VIII), se presentó una anomalía hidrológica-geotérmica consistente en la desaparición de unos baños de aguas calientes (Ídem). En Barcelona (VII-VIII), “sufrió toda la población, siendo muy contadas las casas sin daño”. La iglesia de San Cristóbal, actualmente catedral de Barcelona, erigida entre los años 1748 y 1773, sufrió daños leves: “se agrietaron la pared oeste de la torre, uno de los arcos de la nave derecha y la pared izquierda del primer arco del mismo lado”. Asimismo, el frontis del mercado público resultó con dos grandes grietas, y en el taller del ferrocarril Guanta-Naricual, cayó media pared (El terremoto en Oriente. En Barcelona, La Linterna Mágica, Caracas: 3 noviembre 1900, p. 2). En los alrededores de Barcelona, Centeno Graü observó diversos efectos geológicos como tsunami, licuación, lateral spread, anomalías hidrológico-geotérmicas, movimientos de remoción en masa y subsidencia (Interesantísimo estudio, La Linterna Mágica, Caracas: 11 noviembre 1900, p. 3). 

Estado Aragua: Temblor sentido muy fuerte en Barbacoas (VI), donde “sufrieron mucho el templo y las casas”. En Choroní (VI), muchas casas agrietadas y desplomadas. El Consejo (VI), casa municipal en estado de ruina, probablemente muros agrietados y desplomes. Muy poca información de esta población. Camatagua (VII), temblor fortísimo. Casi todas las casas de la población han sufrido averías. San Sebastián de los Reyes (VI), parte de la iglesia y jefatura civil, destruidas. Turmero (VI), capilla destruida, paredes del cementerio caídas. Muchas casas averiadas. Villa de Cura (VI), Casa municipal en estado de ruina, con muros agrietados y desplomados (Otros detalles, La Linterna Mágica, Caracas: 1 noviembre 1900, p. 2:). Temblor sentido fuerte en La Victoria (VII), alarma general, habitantes acampando en las plazas, calles y estación de ferrocarril. Muchas casas quedaron seriamente deterioradas y algunas perdieron varios muros. La iglesia Matriz, construida hacia finales del siglo XVIII, sufrió graves daños: “la fachada principal está rajada y a punto de caerse. Los arcos del todas las naves están también rajados, lo mismo que las capillas del Corazón de Jesús y El Calvario” (Estado Aragua, El Tiempo, Caracas: 5 noviembre 1900, p. 2). En Maracay (VII), una tempestad e inundación previas al sismo de 1900, ya habían dañado las casas. En esta población “sufrieron desperfectos: la iglesia, los edificios públicos y muchas casas particulares, pero afortunadamente no han acaecido desgracias personales” (Nuevos telegramas, La Restauración Liberal, Caracas: 31 octubre 1900, p. 3).


Estado Carabobo:


En Valencia (VII), capital del estado, algunos templos y muchos edificios públicos y privados se agrietaron (Telégrafo Nacional, El Conciliador, Caracas: 29 octubre 1900, p. 2). En esta ciudad no hubo víctimas que lamentar, pero aún así la alarma fue generalizada y los valencianos se refugiaron “en las calles y plazas bajo tiendas de campaña arregladas convenientemente” y resguardados por Batallones del Ejército Nacional (De Valencia, La Linterna Mágica, Caracas: 1 noviembre 1900, p. 2). En Puerto Cabello (VII), las casas se agrietaron y se informó de cuatro casas caídas, los habitantes pasaron varias noches al raso; además se reportó licuación: en el solar de un vecino “se abrió la tierra en una larga faja” (De Puerto Cabello, La Linterna Mágica, Caracas: 2 noviembre 1900, p. 3). El templo y las casas de Naguanagua (VI), sufrieron daños leves. En Güigüe (VII), el templo Parroquial de dicha población quedó agrietado y desplomado y con el techo rodado, mientras que varias casas particulares sufrieron el desplomo y la caída de algunas paredes. Los habitantes de la ribera del lago de Tacarigua, informaron que “antes y después de los temblores, el lago estuvo tan agitado, que producía un ruido semejante al de la mar” (Güigüe, El Tiempo, Caracas: 9 noviembre 1900, p. 2). Esta información ha sido interpretada como un probable seiche. 


Dependencias Federales de Venezuela:


Archipiélago Los Roques (VIII-IX). En la época del terremoto había un puesto militar en esta zona, que estaba escasamente poblada. No se dispone de ninguna descripción que dé cuenta de daños en las construcciones, pero existe un informe escrito por el gobernador, afincado en Gran Roque, que señala que el sismo se sintió con mucha fuerza y además detalla los efectos sobre la naturaleza: tsunami, agrietamientos del terreno, movimientos de remoción en masa y lateral spread: “El mar se retiró mugiendo a muchos metros de la playa. Los tripulantes de las embarcaciones que han llegado a este puerto en lo que va ocurrido del día, y que navegaban en los canales de estas islas… sintieron sacudidas violentas y una agitación extraña en las aguas (tsunami)… Se agrietó el suelo, en especial una de las islas… Navegantes reportaron hundimientos de consideración en el islote Codazzi (actualmente Cayo Espenqui) y la presencia, en muchas partes, de zanjas profundas, que parecen indicar que la base de la isla se ha roto en varios fragmentos; lo que basta para dar idea de la terrible violencia del sacudimiento (Probable lateral spread). En la isla La Tortuga (VII-VIII) “se cayó un pedazo de serranía”, indicio de un movimiento de remoción en masa (El terremoto en Los Roques, La Religión, Caracas: 6 de noviembre de 1900, p. 3).


Distrito Metropolitano de Caracas:


Caracas (VII). En esta ciudad se registraron 10 muertos y 16 heridos. 69 casas caídas, 428 casas en ruinas y 174 casas sin aleros, algunas cayeron con las réplicas. Todos los templos y edificios públicos sufrieron daños en diversos niveles (Ahrensburg, 1901). San Juan, San Francisco y Las Mercedes y las capillas Corazón de Jesús, Lourdes y Santa Capilla sufrieron apenas “insignificantes deterioros”. La Catedral, las iglesias de La Candelaria, San José y la Divina Pastora se registraron daños moderados. Por el contrario, las iglesias de Altagracia y Santa Rosalía y la Basílica de Santa Teresa y Santa Ana acusaron daños graves (Examen técnico de los templos de Caracas, La Linterna Mágica, Caracas: 9 noviembre 1900, pp. 2-3). Muchos edificios públicos, instituciones sanitarias y educativas que se encontraban emplazadas en antiguos templos y conventos refaccionados, soportaron mal el terremoto y resultaron hundidos y resquebrajados, representando un serio peligro para los ciudadanos. El Teatro Municipal experimentó graves daños: dos enormes grietas separaron la parte posterior del edificio y los arcos resultaron partidos en el clave. El Hospital Vargas, inaugurado en 1891, sufrió severamente: las paredes quedaron agrietadas, desplomadas y abiertas. La parte posterior del edificio presentó grietas en diferentes direcciones y además, quedó “desprendida del resto del edificio” (Informe técnico de los edificios públicos de Caracas, El Tiempo, Caracas: 16 noviembre 1900, pp. 2-3). Baruta (VIII), 2 heridos, 2 casas caídas. La Iglesia completamente averiada; su torre abierta en cuatro partes y el baptisterio en el suelo. Muchas casas desplomadas, hendidas y destechadas. En Chacao (VIII), se reportaron muchas casas caídas y otras arruinadas. El templo “casi destruido pues está desnivelado y muy agrietado, habiendo caído parte del frente, parte del alero de la pared norte, el altar de San Nicolás, parte superior del arco toral, destruyendo una famosa araña de cristal, muchos macizos y vigas, que destruyeron el altar de Nuestra Señora del Carmen, la vidriera del Calvario y muchos asientos” (Notas al susto, La Religión, Caracas: 14 noviembre 1900, p. 2). En El Hatillo (VII), se reportaron 2 contusos. “Se encuentra al caer la Iglesia, la Jefatura Civil, la Casa parroquial y una pared del cementerio, las cuales están desplomadas amenazando caer, casi todas las casas de la población están agrietadas” (Más desastres, La Linterna Mágica, Caracas: 3 noviembre 1900, p. 2). El hospital de Petare (VII), un edificio viejo y en mal estado, acusó serios daños: todas las paredes se agrietaron y los techos y cielorrasos se hundieron (Hospital de Petare, La Linterna Mágica, Caracas: 6 diciembre 1900, p. 2) La casa parroquial y la casa de gobierno sufrieron serios deterioros. La iglesia Parroquial quedó arruinada, en tanto que la Capilla del Calvario resultó levemente deteriorada, “La fachada afecta una pequeña desviación de su posición vertical”. No se reportaron víctimas (Iglesias de Petare, La Religión, Caracas: 28 noviembre 1900, p. 2). 


Estado Guárico:


En Calabozo (V), Ortiz (V), Parapara (V) y El Sombrero (V) se registraron daños materiales de poca significación en la generalidad de los edificios, aunque el templo de esta última población quedó agrietado y desplomado, amenazando ruina. La iglesia de Lezama (VI) quedó arruinada y las casas de tapia soportaron mal el temblor, quedando cuarteadas y desplomadas. Además se reportó la caída de tres casas. En San Juan de los Morros (VI), varias casas quedaron deterioradas; la iglesia completamente abierta en siete de sus arcos. En Valle la Pascua (VI-VIII), las casas, pese a ser de bahareque, resultaron agrietadas, desplomadas y en algunos casos, destechadas. Su iglesia presentó una grieta grande en el bautisterio y diversas averías en el resto del edificio (A propósito del temblor del 29 de octubre, El Tiempo, Caracas: 28 noviembre 1900, p. 3). Los habitantes de Zaraza (VI) describieron los temblores como “muy fuertes”; sin embargo, los daños fueron pocos y se limitaron a la capilla, cuyo techo quedó rodado y a unas pocas casas agrietadas. En todo el estado Guárico solo se reportó una víctima fatal en la población de Tucupido (VI), en la cual “cayó una casa y mató a una niñita” (Zaraza, El Tiempo, Caracas: 10 noviembre 1900, p. 2).


Estado Miranda:


Capaya (VIII), 3 contusos. “La iglesia en ruinas, cayeron 4 casas y las haciendas, muchas casas del pueblo con muchas grietas. Se observaron borbollones de agua en las inmediaciones del pueblo”, probablemente anomalía hidrológico-geotérmica (Archivo Histórico de Miraflores, Telegramas, 44T). En Cúa (VI), a diferencia de lo ocurrido a causa del terremoto de 1878, solo hubo casas rajadas, pero muy poca cosa. En Los Teques (V), prejuicios de poca significación y algunas grietas en el templo. En Curiepe (VIII) 3 heridos. Casi todo el pueblo fue al suelo; las casas que no cayeron quedaron en muy mal estado, agrietadas y desplomadas. Templo caído. 25 edificios destruidos y el resto, sufrió grandes descalabros. Las calles están llenas de escombros. En el caserío Turgua (VI), “quedaron destruidas las oficinas de las haciendas Carabobo y San José, el local de la escuela y la casa parroquial”. En Tacarigua (VII), se cayeron varias casas y muchas más quedaron agrietadas y desplomadas. En Panaquire (VII), se deterioraron todas las casas de la población, también se manifestó licuación y proceso de lateral spread: “se han abierto grietas de 300 y más metros de longitud; de estas aberturas se desprende una arena fangosa y negra que despide un fuerte olor a azufre” (Estragos del terremoto en Barlovento, La Linterna Mágica, Caracas: 2 noviembre 1900, p. 3). Del pueblo de Paparo (VIII-IX) no hay descripción de daños en las construcciones ni de víctimas, solo se informa de la destrucción del puente de hierro que formaba parte de la infraestructura del ferrocarril Carenero-El Guapo, probablemente a causa de los procesos de licuación y lateral spread: “en un espacio de cinco leguas, brotaron pozos, más o menos grandes, de un líquido bituminoso, que en algunos lugares han formado pequeñas lagunas”. Asimismo se extrajo el siguiente reporte: “Una parte del pueblo de Paparo se hundió en el agua, quedando las casas sólo con la mitad afuera” (Ídem). Esta descripción ha sido interpretada como un probable efecto water bore (Audemard et al., 2014 y Audemard y Leal, 2015), fenómeno que se produce cuando una ola tsunami alcanza la desembocadura de un río y se amplifica “produciendo una pared casi vertical de agua” (Bolt, 1981). Guarenas (IX). El saldo del terremoto fue de 7 muertos, 11 heridos. Casas caídas, 72; inhabitables, 503. Fachada del templo desplomada, el techo, dañado. En los alrededores de la población se observó la formación de manantiales de “aguas supuestamente sulfurosas” y en las altas montañas de Mariches, entre Guarenas y Guatire “se han abierto grandes grietas, algunas de notable profundidad, en una de las cuales brotó una gran fuente de agua cristalina, cuya temperatura no tuvo el cuidado de comprobar el observador” Estos reportes se interpretaron como probable licuación/lateral spread y anomalía hidrológica. Guatire (IX), se registraron 27 muertos, 93 heridos. Casas caídas, 95; Casas por demoler, 142; Casas averiadas, 108. Las dos iglesias del pueblo quedaron completamente destruidas (El Terremoto del 29 de octubre de 1900, La Linterna Mágica, Caracas: 4 noviembre 1900, p. 3). De Guatire y sus cercanías se reportaron anomalías hidrológico-geotérmica, licuación, agrietamientos del terreno y movimientos de remoción en masa: Un testigo informó que “en el camino de Guatire a Caracas habían aparecido al menos 26 grietas transversales largas y estrechas y grietas más notables en el camino de Guatire a Caucagua”. Otro testigo, señala no haber visto las grietas, sino derrumbes describiéndolos como “algunos pedazos de cerro desprendido… que no se puede llamar grietas” (Nuevos detalles, El Tiempo, Caracas: 31 octubre 1900, p. 2). El escritor guatireño José María Fránquiz observó licuación, lateral spread y anomalías hidrológicas: “inmediatamente después se vieron grandes grietas en la tierra, de las cuales salía agua que en partes era negra, fétida y de elevada temperatura, así como también una arenilla con un olor a azufre muy pronunciado. Las aguas de los ríos abundaron y hay vertientes, tenidas hasta aquella fecha como secas que están corriendo abundantemente desde entonces”. El padre Istúriz, párroco de Guatire, reportó movimientos de remoción en masa: “los cerros se ven en muchas partes derrumbados” (Guatire, La Religión, Caracas: 7 diciembre 1900, p. 2). San Diego de los Altos (VIII), 14 casas caídas totalmente. Varios aleros, corredores y tapias han venido también al suelo. La iglesia muy mal, las claves de los arcos salidas de su punto y de la parte naciente de la torre cayó un trozo de paredón alto. Se oyó el estallido de las maderas del Templo. De esta población se informa de agrietamientos en el terreno: “Se abrió una zanja extensísima que desde Los Ocumitos pasa por la Capilla del Naranjal” (San Diego, El Tiempo, Caracas: 9 noviembre 1900, p. 3). En Santa Lucía (VII-VIII), ocurrieron grandes estragos. El Templo, campanario y casa parroquial, en estado de ruina, casa Municipal, demoliéndose por el estado de completa destrucción en que se quedó su segundo piso: once casas principales de las poblaciones con sus techos o paredes en el suelo y el resto de todas las demás casas, abiertas y desplomadas en su totalidad. Las familias todas sin hogar y refugiadas en los campos, solares y árboles más inmediatos a la población. En Santa Teresa (VI-VII), templo y casas muy averiados, sin víctimas. Ocumare del Tuy (VII). No se registraron víctimas. La mayor parte de las casas con averías muy serias (Detalles del temblor, La Restauración Liberal, Caracas: 31 octubre 1900, p. 2). San José de Río Chico (VIII), No se registraron víctimas. El templo y todo el caserío sufrieron serías resquebrajaduras y desplomos. Se observó además que los árboles quedaron “torcidos y defectuosos”, información que se ha interpretado como un probable deslizamiento. También se reportó la ocurrencia de water bore en los siguientes términos: “se desbordó el río que atraviesa el pueblo en ambas márgenes, bañando las calles y luego se volvió a su cauce natural, siendo más grave este fenómeno cuanto que una de las márgenes del río San José tiene cuatro metros de altura” (Notas al susto, La Religión, Caracas: 6 noviembre 1900, p. 2). Río Chico (VII). Algunos muertos y heridos. Se cayeron las paredes laterales del templo y el frontis quedó desplomado con una inclinación de seis pulgadas, las casas agrietadas y muchas desplomadas amenazando caerse. Tacarigua (VII). Templo caído y varias casas caídas, mayor parte de las casas agrietadas y desplomadas. Higuerote (VIII-IX), algunos muertos y contusos; desastre espantoso en pérdidas de casas, más de la mitad de la población en el suelo, el templo caído. Un reporte procedente de esta población señala que los horcones, que forman la armazón de las construcciones, fueron sacados de raíz, lo que se interpretó como evidencia de licuación. Río Grande (VI), se informó de 1 muerto y 1 herido. Dos casas averiadas. Turgua (VI). Víctimas: 1 muerto y 1 herido. Destruidas las oficinas de las haciendas Carabobo y San José, el local de la escuela y la casa parroquial (Estragos del terremoto en Barlovento, La Linterna Mágica, Caracas: 2 noviembre 1900, p. 3). Carenero (VIII). En esta población hubo 3 muertos y 2 heridos. La línea del Ferrocarril quedó totalmente destruida. De esta población se reportó la conjunción de licuación y lateral spread: “La Estación del ferrocarril de Carenero se hundió, y así sucedió a la mayor parte de las casas del poblado. Los rieles de la línea todos reventados”. También se informó de licuación: “por todas partes se han abierto zajones que brotan una agua negra y hedionda a azufre” (Notas al susto, La Religión, Caracas: 6 noviembre 1900, p. 2). El ferrocarril Carenero-El Guapo, vía de comunicación fundamental para la economía de la región, resultó muy afectado por el sismo. A diferencia del ferrocarril Caracas-La Guaira, se trataba de una infraestructura construida a muy bajo costo y de escasa calidad, sus rieles se extendían a través de terrenos bajos y al nivel del mar y luego se adentraba por terrenos anegadizos hasta Río Chico, desde donde partía un ramal hasta El Guapo (Arcila Farías, 1961). Tales condiciones de ubicación y construcción lo hacían muy vulnerable a los efectos del terremoto, en este caso específico al proceso de lateral spread: “La línea del Ferrocarril sufrió muchísimo, en términos que de recta que era, formó una continua variedad de líneas quebradas en todas direcciones. En algunos sitios los rieles se arquearon en forma de puente colgante; en otros se formaron curvas sin levantarse del terreno; y en otros, se replegaron los durmientes en remolino formando grandes hacinamientos. En todo el curso del enrielado se abrieron grietas, de modo que no quedó una juntura en buen estado”. Estos daños significaron la interrupción del tráfico de trenes, durante unos dos meses (Notas al susto, La Religión, Caracas: 6 noviembre 1900, p. 2). En Puerto Tuy (VIII), “el mar se separó como ocho cuadras, y luego se vino encima de la playa una gran mole de agua como de diez metros de altura que anegó los almacenes” (Estragos del terremoto en Barlovento, La Linterna Mágica, Caracas: 2 noviembre 1900, p. 3). Aunque esta descripción del tsunami coincide con las observaciones clásicas del fenómeno, la altura de la ola está considerada poco verosímil (Audemard et al., 2012; Audemard et al., 2014 y Audemard y Leal, 2015).


Estado Vargas:


En el plácido pueblo costero de Macuto (IX), 92 casas quedaron completamente destruidas y otras 31 sufrieron ligeros deterioros. El Mercado y el Hotel La Alemania quedaron prácticamente destruidos. La iglesia parroquial quedó en muy mal estado: “El templo está hoy inservible, por tener la torre desplomada, todo agrietado el frontis, y despegadas junto con la torre, como doce pulgadas del cuerpo de la iglesia, las paredes laterales del coro que corresponden al Bautisterio y a una pieza-capilla… que también está desplomada”. También se reventaron los tubos de agua, pero las autoridades locales tomaron prontas medidas para solucionarlo. Las casas de madera de La Guzmania, resistieron bien el temblor. El saldo fatal del terremoto en esta localidad fue de 4 muertos y 22 heridos (Macuto, La Religión, Caracas: 30 noviembre 1900, p. 2). Adicionalmente, el escritor José María Martel, señaló que en Macuto, los daños del sismo se vieron exacerbados por “ese otro fenómeno que lleva el nombre de Ras de marée, o sea levantamiento de las aguas del mar” (El Terremoto del 29 de octubre de 1900, La Linterna Mágica, Caracas: 4 noviembre 1900, p. 3). El presbítero Rada, párroco de Macuto, publicó una relación de los daños sufridos por dicha población, en la cual expresa que “Los baños de mar, necesitan una mano fuerte que haga sentir al Caribe altivo que ése es el lugar donde encuentra salud el enfermo, y que debe respetar la valla que le han puesto” (Macuto, La Religión, Caracas: 30 noviembre 1900, p. 2) Considerando que estos baños se encontraban ubicados dentro del mar, la declaración de Rada parece compatible con probables olas tsunami. Singer et al. (1983) coinciden en esta calificación. En Maiquetía (VI), “El templo parroquial presenta sólo insignificantes averías y en la población no ha caído ninguna casa” (La Religión, 7 noviembre 1900, pág. 2: Notas al susto). En el pueblo de Tarmas (VI), “se agrietaron varias casas, dos paredes de la Iglesia se desplomaron. El coro y la torre se vinieron al suelo”. Naiguatá (VII), se reportó 1 muerto. El templo totalmente destruido. Se cayeron 13 casas de tejas y dos casas grandes en la hacienda “Lounga-España”, cayó el templo y todas las casas de tejas. En dicha localidad, se reportó licuación (La Guaira, El Tiempo, Caracas: 7 noviembre 1900, p. 2). En Caraballeda (VII). En la Guaira (VII), se registraron daños entre leves y moderados como paredes agrietadas y caídas, principalmente en aquellas casas construidas de tapia o de tapia y rafas. Los templos de San Juan de Dios y Nuestra Señora del Carmen fueron examinados, encontrándose que no presentaban daños de cuidado, sino grietas de poca importancia y la caída de frisos y encalados. En esta población murió una persona. En distintos puntos cercanos a La Guaira se presentó licuación. En el río Aguas Calientes, en Caruao, “perecieron los peces a causa de la elevada temperatura del agua” (Notas al susto, La Religión, Caracas: 12 noviembre 1900, p. 3), fenómeno que ha sido descrito como anomalía geotérmica (Singer et al., 1983). Asimismo, se presentaron movimientos de remoción en masa: “En las Montañas del Gobierno… se desprendió una gran parte del cerro. En Petaquire (IX) se produjo un movimiento de remoción en masa que ha sido interpretado como un alud sísmico (Idem): “En Petaquire, en la Montaña Grande, se derrumbó un farallón que arrasó como 15 cuadras de montaña, y en El Pedregal hay una grieta de más de tres cuadras en el camino”. El ferrocarril Caracas-La Guaira dejó de funcionar debido a “dos derrumbes de consideración en los sitios denominados los Valleros y Vueltas Blancas y otros de poca importancia…” (La Guaira, El Tiempo, Caracas: 7 noviembre 1900, p. 2) El inspector de la carretera Caracas-La Guaira, reportó el “derrumbe de gran parte del Cerro Vueltas Blancas, en una extensión de cien metros, entre el Ojo de Agua y Guaracarumbo, inutilizado dicha carretera” (Observación, La Linterna Mágica, Caracas: 28 noviembre de 1900, p. 2). 


Para facilitar la visualización de los resultados de este estudio, la tabla III, muestra los valores de intensidad establecidos para cada población, las correspondientes coordenadas geográficas y el factor de calidad Q, determinado según los criterios previamente enunciados y en función de la precisión y pertinencia de la información disponible para cada una de las localidades. En los mapas de puntos de intensidad (Figuras 1-3) se puede observar la amplitud del área de percepción del sismo del 29 de octubre de 1900, evento que fue sentido en gran parte del territorio nacional y en Trinidad. Se aprecia también que los efectos macrosísmicos se concentran en la región centro norte (Figura 2) extendiéndose hacia la oriental, específicamente hacia el estado Anzoátegui, siguiendo una distribución lineal este-oeste que corre paralela a la costa (Figura 3). 

Tabla III. Asignación de intensidades para el terremoto del 29/10/1900. 

Valores obtenidos en este estudio.

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Figura 1. Puntos de intensidad para el terremoto del 29 de octubre de 1900. 

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Figura 2. Puntos de intensidad para el terremoto del 29 de octubre de 1900. 

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Figura 3. Puntos de intensidad para el terremoto del 29 de octubre de 1900. 

Conclusiones


El terremoto del 29 de octubre de 1900, es uno de los eventos sísmicos más importantes ocurridos en Venezuela. Su área de percepción abarca todo el norte del territorio venezolano, pues fue sentido desde San Cristóbal, en el occidente del país hasta Cumaná, en el oriente. Los daños generados por el terremoto se concentran en la región central, donde se registraron las intensidades más altas, y se propagan hacia la región oriental. Los daños más graves se observaron en las poblaciones de Macuto (Vargas), Guarenas y Guatire (Miranda) y en Los Roques, localidades para las cuales se estimó una intensidad de IX en la escala de Mercalli Modificada. En la subregión de Barlovento, estado. Miranda, se documentaron daños graves y la ocurrencia de diversos efectos geológicos, estimándose intensidades VIII-IX en Higuerote y Paparo, e intensidad VIII en las poblaciones de Caucagua, Capaya, Curiepe, San José de Barlovento, Carenero y Puerto Tuy. 


La distribución espacial de los efectos del terremoto, sumado a la ocurrencia del tsunami, sugieren que el epicentro es marino, tal como señalan la mayoría de los autores que han estudiado este sismo (Fiedler, 1961, 1968, 1988; Centeno Graü, 1969; Jakubowicz y Larotta, 1974; Lugo, 1984; Palme et al., 2005; Rodríguez et al., 2006) con la excepción de Sievers (1905) que lo coloca en tierra firme, en Barlovento (Véase también Palme et al., 2009). Según lo anterior, el origen del terremoto de 1900, se ha atribuido a una ruptura de la falla de San Sebastián (Lugo, 1984; Audemard, 2002), y en consecuencia, se considera que este es un evento fundamental para evaluar la amenaza sísmica en la región central del país y esta circunstancia implica la necesidad de una revisión profunda de los aspectos sismológicos del evento: parámetros básicos, efectos de sitio, etc. 


En este sentido, y considerando la cantidad y calidad de la información que se ha compilado para el sismo de 1900, en el futuro se espera realizar estudios complementarios que permitan, por una parte, evaluar los efectos geológicos inducidos por este terremoto aplicando la escala ESI-2007 y, por la otra, estimar magnitud y epicentro macrosísmico utilizando diversos métodos estadísticos.


Agradecimientos


A la Dra. Christl Palme, por su traducción al castellano del texto de Hermann Ahrensburg “Erdbeben in Caracas” y por sus comentarios sobre la estimación de intensidades para el sismo de 1900; a la Dra. Sirel Colón y al Prof. Giovanni Peraldo por su minuciosa revisión del texto y sus ajustados comentarios; al Ing. Edwin Vargas por la elaboración de la cartografía.


Referencias


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The author(s) declare(s) that she/he/they has/have no conflict of interest related to hers/his/their publication(s), furthermore, the research reported in the article was carried out following ethical standards, likewise, the data used in the studies can be requested from the author(s), in the same way, all authors have contributed equally to this work, finally, we have read and understood the Declaration of Ethics and Malpractices.