Proyecto de la estación de Jerez
Con el auge de la industria vitivinícola, la ciudad prosperó y la primera estación quedó obsoleta y peligrosa. Ante las quejas, en 1863 la Compañía de los Ferrocarriles Andaluces encargó al arquitecto León Beau el proyecto de una nueva estación (las anteriores eran de ingenieros). Beau levantó un edificio de piedra y ladrillo de 103 metros, cubriendo las cuatro vías con una estructura metálica y con dos grandes entradas de medio punto.
Aunque la estación era mejor que la anterior y más digna, no destacó. Su arquitecto fue pionero en combinar funcionalidad y estética urbana. Sus deficiencias incluían un hall insuficiente que aglutinaba todos los servicios (taquilla, facturación de equipajes) y servicios anticuados (restauración, alumbrado, etc.). Carecía de pasos subterráneos a los andenes y las zonas cubiertas eran escasas.
El diseño de las vías en Caulina exigiría lentas maniobras de retroceso para acceder a los andenes (pasajeros y mercancías), complicadas por un paso a nivel. Por ello, se solicitó descartar la terminal en allí y usar esos fondos para establecer el inicio/fin de trayecto en Jerez, usando una vía paralela a la Sevilla-Jerez o compartiendo ese tramo.