Antiguo puente sobre la calle Arcos
El municipio contaba con varias líneas férreas para conectar las industrias locales con la vía principal o el embarque en el Guadalete. El vino se erigió en la principal fuente de ingresos ferroviarios hacia 1880.
El desarrollo del ferrocarril a principios del siglo XX impulsó nuevas líneas en Jerez. El auge de la burguesía jerezana y la dictadura de Primo de Rivera fueron clave para la construcción de una nueva y prestigiosa estación. La obra se encargó al arquitecto sevillano Aníbal González, reconocido por sus trabajos para la Exposición Iberoamericana de 1929 en Sevilla, como la Plaza de España.
Surgió una polémica por el trazado entre Jerez y Almargén: la línea terminaba en Caulina, a 6 km de Jerez, donde se harían las instalaciones. Esto obligaría a los viajeros a transbordar con la línea Sevilla-Cádiz, un inconveniente que podía disuadir su uso. Se comparaba con la estación sevillana de San Jerónimo, alejada del centro, desde donde partía un ramal a Plaza de Armas.
Caulina aparece aún como un espacio alejado del centro de Jerez sin embargo a finales del siglo XIX no era un lugar baldío ya que allí se encontraba el hipódromo de la ciudad.