Los astilleros de Echevarrieta - Larrinaga, origen de las actuales instalaciones de Navantia, son la principal referencia en el contexto ferroviario de Cádiz, ciudad cuya ubicación estratégica y crecimiento comercial con América favorecieron la necesidad de buenos astilleros. Los Astilleros de Cádiz no deben confundirse con la factoría de Matagorda en Puerto Real, donde también se fabricó y reparó material ferroviario.
En 1917 la sociedad Echevarrieta - Larrinaga compra el astillero para aprovechar la demanda que tenía la industria naval debido a la primera guerra mundial. Fue necesario un periodo de puesta en marcha tan largo que el final de la guerra y la normalización del mercado hizo que apenas se obtuvieran pedidos importantes.
Debido a esto la empresa realizó otras construcciones, como un puente metálico de 300 toneladas en 1923, destinado a un cruce de líneas en la plaza de Cataluña del Metro Transversal de Barcelona. Esta fue probablemente la primera obra ferroviaria del astillero.
El ingeniero Esteve Terradas diseñó un puente metálico de tres tramos para cuatro vías y un andén central. Consiste en dos puentes paralelos e independientes, apoyados en los estribos del túnel del Gran Metropolitano.
Resulta llamativo que la construcción se encargara a 1.000 kilómetros, pudiéndose hacer en Cataluña. La razón es que Horacio Echevarrieta Maruri era el propietario de Astilleros de Cádiz y presidente del Consejo de Administración del Transversal.
El puente se inauguró el 1 de julio de 1932. Para prevenir la corrosión, todas sus partes se encofraron y hormigonaron, excepto la parte inferior del tablero, visible aún desde el túnel. Sigue en uso a diario y está considerado como una obra de ingeniería de gran valor y por ello aparece en el catálogo de elementos singulares de la Fundación de los Ferrocarriles Españoles.
Con el tiempo, los astilleros fabricaron material móvil ferroviario (locomotoras y vagones), especialmente vagones para las compañías Andaluces, Oeste y Renfe.
El astillero, situado junto a la línea férrea Cádiz-Sevilla, disponía ya en el siglo XIX de una red ferroviaria propia (probablemente Decauville) para el traslado interno de materiales y piezas.
Reparación de vagones
En 1940 se repararon 350 vagones de ancho normal para la Red General, e inició la reparación de 1.235 más en marzo de 1941.
La imagen muestra la explanada de vías de mercancías y un desvío hacia los astilleros (a través de una cancela) que cruzaba la carretera industrial. Este cruce de vía bajo el nivel de la calzada creaba un bache para los vehículos.
La explosión del 18 de agosto de 1947, próxima a los astilleros, provocó la destrucción casi total de la factoría y el material ferroviario en construcción.
Con frecuencia olvidamos que en los astilleros de Cádiz y Matagorda se construyó también material ferroviario, como se aprecia en este fotografía de los años 50 correspondiente a la colección de Jesús Gargallo.
Talleres de los Astilleros de Cádiz destinados a la reparación de locomotoras. Foto: Años 50. Archivo de Jesús Gargallo.
Según el grupo "El ferrocarril en Andalucía", en España hubo dos tractores Jenbacher (Austria, 1955). Al menos uno trabajó en el astillero de Cádiz ( foto del archivo Gargallo) y posteriormente en la fábrica San Carlos de San Fernando.
El astillero reparó la locomotora Compound 230-4097 de MZA (construida en 1911) tras su accidente y caída al río Guadalvacar cerca de Lora del Río en 1941.