6.2.- Hablar, Comunicarse

El habla es una capacidad eminentemente humana. Es la base para la creación y transmisión de conceptos. Configura nuestros pensamientos y es configurada por ellos. No es solo fundamental en la comunicación, en la transmisión de mensajes, sino también en la configuración de nuestro pensar, es la forma en que diseccionamos el mundo y relacionamos las cosas. Decir acerca de las cosas nos ayuda a dominarlas, a comprenderlas, a recrearlas.

Es además un impulso. Cuando algo es indecible, inefable, perteneciente al mundo de la intuición, del contacto directo o de los sentimientos profundos, buscamos otras formas de lenguaje, como la música o la poesía , para satisfacer ese impulso de expresión.

Hablar es, por ello, una buena forma de coadyuvar a una buena preparación de nuestros proyectos.

Es importante, en este sentido, que utilicemos el habla para aprender, no para confirmar nuestras ideas predefinidas o para satisfacer nuestro ego, sintiendo que quedamos por encima de otras personas o para pavonearnos ante ellas.

Si al final de una conversación no hemos aprendido algo nuevo, si no ha cambiado algo en nuestra perspectiva, podemos concluir que habrá sido una conversación vacía, inútil, al menos en las conversaciones centradas en proyectos. Esto no es aplicable a conversaciones centradas en las relaciones sociales.

Y para poder aprender tenemos que saber escuchar y guardar silencio; dar espacio al otro para que pueda enriquecernos; darnos espacio a nosotros mismos para no hablar de forma reactiva , sino proactiva.

Por la forma en que nuestro cerebro utiliza el habla para aprender en una conversación centrada en proyectos, y por las expectativas que ponemos en ella, vamos a distinguir, al menos, tres tipos de conversaciones o comunicaciones:

· Hablar con expertos

Cuando hablamos con un experto en algo, concedemos a esa persona un conocimiento, un rango superior al nuestro en la materia. Nuestra intención, básicamente, es pedir consejo.

Vaya por delante que, al hablar de experto, me refiero al que nosotros consideramos un experto en el que podemos confiar. Una consulta a un abogado que no nos genera confianza no sería una conversación con un experto. Una a un tarotista en el que confiamos ciegamente sí sería una conversación con un experto.

Cuando hablamos con un experto nuestra mente está sobre todo en modo escucha. Pedimos aclaraciones, pero no solemos poner en cuestión sus consejos.

· Hablar con iguales

Me refiero a hablar con personas más o menos igual de expertos que nosotros en la materia a abordar. Por ejemplo, si hablo con compañeros de proyecto, con compañeros de estudio, etc.

Aquí nuestro propósito suele ser el contraste de ideas. Un contraste abierto , en el que ambos podemos modificar nuestra perspectiva en base a contrastar nuestros puntos de vista.

Sabemos que nuestros conceptos son solo parte de la realidad, que nuestra visión es "nuestra forma de ver", no lo real. Por eso contrastar nuestros puntos de vista es una buena forma de ampliar nuestra visión de la realidad.

Aquí nuestra mente está en modo crítico. No crítico en sentido de invalidar la posición del otro, sino en el de no reconocer en el otro la autoridad personal que reconocemos en el experto, pero estar abiertos a reconocer sus argumentos.

No aceptamos algo porque lo diga el otro. Le pedimos argumentos para convencernos o hacernos dudar. Y de la misma manera argumentamos nosotros.

Estas conversaciones con la mente abierta a aprender pueden ser muy creativas y enriquecedoras y producir una gran satisfacción

· Hablar con "desconocedores"

Me refiero a hablar de nuestros proyectos, contarlos a personas que, conociendo poco de la materia, o incluso no conociendo nada, está dispuestas a escucharnos paciente o entusiasmadamente. En este ámbito suelen estar padres, madres, amigos...

Puede parecer vano, y una pérdida de tiempo desde el punto de vista creativo, realizar estas conversaciones. "Como conversación social, de acuerdo, pero más allá de eso ¿Qué provecho voy a sacar?"

Si yo estudio un ciclo de informática ¿qué provecho voy a sacar de explicar a un niño de 11 años el funcionamiento del un ordenador?. ¡¡Pruébalo!! procurando que el niño lo entienda y le queden unos conceptos claros. Quizá te encuentres con que para hablar de una manera clara a ese niño, tengas primero que comprender bien los conceptos que quieres decir de forma sencilla, no técnica, y, es ese intento te sorprendas cuando veas que tu conocimiento va adquiriendo más sentido.

Para que este tipo de conversación sea realmente provechosa, más importante que la faceta de "desconocedor" del otro es la faceta de "no enjuiciador". Una persona de confianza "desconocedora" de la materia de la que le estamos hablando, parece que, en buena lógica, no habría de emitir juicios sobre lo que le estamos contando. ¿En qué fundamentaría sus juicios sobre una materia que desconoce?.

Si a pesar de ello emite juicios, no nos sirve para nuestro propósito. Nos serviría más una persona "experta" o "igual", que fuese hábil en las técnicas centradas en la persona de Karl Rogers y en la que pudiéramos confiar.

Lo importante , en este tipo de conversación, es la sensación de poder hablar sin riesgo a ser puesto en cuestión.

Esa seguridad de no ser puesto en cuestión pone nuestra mente en modo "libre" y nos permite ir y venir, divagar y centrarnos, decir el mayor despropósito o la mayor genialidad. Es como cuando hablamos con nosotros mismos, pero con la diferencia que la presencia de otro hace que nuestra mente genere una conversación distinta, con otra calidad y otra forma de procesamiento.

Las tres situaciones dan lugar a diferentes forma de procesamiento de la información por parte de nuestra mente. Tres maneras complementarias para utilizar el habla para enriquecer nuestros proyectos.