2.- Mi naturaleza

Es asombroso ver esas tortuguitas marinas, incubadas en la playa por el calor de la arena, salir corriendo a buscar el mar, huyendo solas de los depredadores, comenzando su vida sin nadie que las tutele. Un poco más de suerte tienen , por ejemplo, esas cebras desarrolladas para nacer en el vientre materno y que a los pocos minutos del parto ya consiguen estar de pie, buscando la comida en las ubres de su madre y el refugio de la manada.

Nada que ver con el bebé de los humanos, un ser absolutamente indefenso, desvalido, incapaz de realizar nada por sí mismo, salvo llorar, mear y cagar. Hasta para alimentarlo lo tiene que llevar su madre a los pechos, pues ni sabe ni tiene capacidad para buscarlos.

La tortuguita, recién nacida y ya sola frente al mundo. La edad media de emancipación de los jóvenes en España es de 29 años. ¿Qué tal jovencito? ¿¡Tienes 26 años y aún no te has desprendido de tus padres!?.

Pero según van creciendo esta imagen de la tortuga, l a cebra y el bebé se van invirtiendo por completo. Pasan los años y la tortuga aumenta de tamaño y fortaleza...pero en lo demás en poco se diferencia de cuando eclosionó en la playa. La cebra, además de en tamaño y fortaleza, ha ido cambiando y aprendiendo. Pero al mirar al bebé convertido en adulto parece que nos encontramos ante dos seres completamente diferentes.

La vida ha decidido tres caminos diferentes. El de la tortuga es el camino de nacer prácticamente completa y no admitir casi ningún cambio a lo largo de su vida. La cebra va a necesitar de su madre durante un tiempo, porque no nace dominando todas las herramientas vitales. Necesita aprender para adaptarse al ambiente.

Para las personas, sin embargo, ha escogido el camino de la potencialidad. De seres en potencia. No personas que somos , sino personas que podemos ser.

Nacer hecho, completo, como las tortugas, tiene sus ventajas: no hay que esforzarse, te viene dado .Y sus desventajas: sólo tienes lo que se te ha dado.

Los humanos, como seres en potencia, llegaremos hasta donde desarrollemos nuestro potencial; y eso requiere esfuerzo. No basta con tener capacidades, hemos de desarrollarlas. ¿Cuántas veces hemos visto perderse a ese amigo que admirábamos por sus capacidades y triunfar a aquel que nos parecía mediocre?

¿Dónde están nuestros límites?. No lo sabemos. Y si no los ponemos a prueba no lo sabremos nunca. Desarrollar nuestro potencial nos va a exigir esfuerzo y riesgo. Solo así se convertirá en verdadero poder.