La galerna de 1936

El San Francisco de Asís”, séptimo por la izquierda, con la imagen del santo en la chimenea.

Foto Gil de Espinar.

La temporada de anchoa había sido mala, en enero y febrero no se había sacado nada y la costera de bonito se presentaba con esperanza aquel año. Treinta y cinco pesqueros bermeanos rumbo a oeste, se hicieron a la mar. Era la media noche del martes al miércoles, y el “San Francisco de Asís” con el numero 1.604 de la matricula de Bermeo, formaba pareja con el “Txatxarramendi” a 50 millas de Bermeo. La pesca se efectúa a más de ocho horas del puerto de origen y las embarcaciones se situaban muy distanciadas unas de otras. En el “San Francisco de Asís” la tripulación no iba completa. Faltaba el viejo mariñel Emilio Kortezubi que sufría una lesión en un ojo.
En la bodega, somnoliento, el patrón del “San Francisco de Asís”, Amancio Izpitzua Renteria, asomó su cabeza sobre cubierta. Sorprendido del cambio de tiempo, dio una voz hacia adentro y se dispuso a maniobrar. A la voz del viejo patrón, respondieron Salvador Urdaneta, Santiago Lartitegi y Justo de Latxaga. Los cuatro hombres sobre cubierta comprendieron que la cosa se ponía fea.
En la cubierta, setenta y cinco bonitos coleteaban faltos de su elemento. Se realizó la operación de colorarlos en la nevera del pesquero y después a dormir. Como vigía, presidiendo aquella solemne soledad, un viejo farol.


Restos de la cabina del vapor ondarrés “Artibai número 4”. Desaparecieron el armario, el compas y el barómetro.


COMO OCURRIO LA CATASTROFE

A las diez barruntaron un fuerte viento. Hacia las once, y en vista de que la galerna arreciaba, toda la flotilla pesquera inició viajes de arribada, unos barcos hacia Bermeo, otros a alcanzar el puerto más próximo. Los cuatro hombres sobre cubierta del “San Francisco de Asís”, comprendieron que la cosa se ponía fea. Serian poco más de las dos de la madrugada cuando se desencadenó la imponente galerna.


De los once hombres que componían la dotación del barco, siete se hallaban en la bodega y los cuatro restantes en la cubierta, de donde fueron arrastrados y desapareciendo por una tremenda ola que además, causo destrozos en la caseta, rompió el timón, dejándolo inútil y penetró en calderas y maquinas, dejando el vapor sin luces. La chimenea del vaporcito besó agua y humedecida quedó silenciosa. El pesquero casi abnegado y sin caldera, la sirena aparecía como un trasto inútil. Y era urgente pedir auxilio. En vista de que el timón no funcionaba, demandaron auxilio. Los supervivientes al tiempo que achicaban la embarcación, pretendieron atraer la atención de su pareja, el “Txatxarramendi”, que no podía estar lejos. Acudió también el “Santa María”.


Con la ayuda de las dotaciones del “Txatxarramendi” y el “Santa María”, los tripulantes que quedaban a bordo del “San Francisco de Asís” intentaron gobernar el barco para conducirlo a algún puerto francés, pero como el timón no respondía y la embarcación amenazaba hundirse, horas después, cuando ya amanecía, decidieron pasar a bordo del “Txatxarramendi”, lo que pudieron efectuar tras no pocos esfuerzos y trabajos, abandonaron el “San Francisco de Asís” que quedaba medio sumergido a la deriva, perdiéndose de vista. El que la nevera estuviese cerrada, impidió que el vapor se hundiese en lo profundo del mar.


Alrededor de las diez de la mañana, entraba en puerto.



Tripulantes del “Txatxarramendi”, que formaba pareja en la pesca del bonito con el “San Francisco de Asís”.

Foto Goikoetxea.

EL SALVAMENTO

Con la ayuda de las dotaciones del “Txatxarramendi” y el “Santa María”, los tripulantes que quedaban a bordo del “San Francisco de Asís” comenzaron a achicar agua e intentaron gobernar el barco para conducirlo a algún puerto francés. A veces una ola hacia infructuoso el agotador trabajo de unas horas, y vuelta a empezar. El mar hacia muy difícil la maniobra de acercamiento. Aprovechando una circunstancia favorable, el “Txatxarramendi” llegó al costado del “San Francisco de Asís” no sin dificultades, dado el oleaje. Trascurrieron cuatro interminables horas y a las seis de la mañana, decidieron pasar a bordo del “Txatxarramendi”, lo que pudieron efectuar tras no pocos esfuerzos y trabajos, abandonaron el “San Francisco de Asís”.


Dada la violencia del temporal, el “San Francisco de Asís” quedó en el mar, medio hundido a la deriva, el “San Francisco de Asís” se perdía de vista. Entraron en puerto alrededor de las diez de la mañana, pero como el timón no respondía y la embarcación amenazaba hundirse. Un barco francés encontró el casco de la lanchilla “San Francisco de Asís”, remolcándola a San Juan de Luz.


Esperando noticias junto al malecón. Foto Alonso.

LA NOTICIA EN BERMEO

Desde las primeras horas de la mañana se agolparon en el puerto familiares de los pescDesde las primeras horas de la mañana se agolparon en el puerto familiares de los pescadores y gran parte del vecindario para inquirir noticias, con la natural ansiedad. La noticia produjo escenas desgarradoras. En cuanto se apercibieron de la galerna, salieron a los promontorios donde se divisa el mar, los familiares de los pescadores en espera del retorno de los suyos, y con tal motivo se desarrollaron las tristísimas escenas al tenerse noticia de las victimas habidas.



En la Cofradía de Pescadores la actividad fue intensa, pues continuamente funcionó el teléfono para solicitar o recibir noticias de los diversos puertos del litoral. El ordenanza de la Cofradía llamaba a todos los puertos del litoral para preguntar si se halla entre ellos los vapores que faltaban. Los nombres de los familiares de los vapores que se hallaban refugiados en algún puerto, eran colocados sobre el tablero para tranquilidad de las familias, los que no conocían el paradero de sus familiares, insistían en preguntar.


A medida que las embarcaciones iban llegando, entre los tripulantes y quienes les esperaban, se producían escenas de emoción. Las mujeres lloraban en silencio y las familiares de los marineros que aún no habían regresado, demandaban angustiosamente noticias de los barcos en que estos se hallaban enrolados.


Llegada a dársena de una bonitera. Foto Alonso.


Los tres únicos supervivientes del “San Francisco”: Nicolás Oleaga Errekatxo de treinta y dos años, Alejandro Uriarte Gaminde, de cuarenta, y su hijo “txo” de la embarcación. Foto Claudio.


Maqueta del “San Francisco de Asís”, construida por Justo Latxaga, uno de los tripulantes muerto en el naufragio.

Foto Claudio.

EL "SAN FRANCISCO DE ASIS"

Formaba pareja con el “Txatxarramendi” en la pesca de bonito. Integraban la dotación de aquel, once tripulantes y era propiedad de Justo Latxaga, Amancio Izpizua, Santiago Lartitegi, Amancio Urdaneta y Emilio Kortezubi, que se quedó en tierra. De reciente construcción, había sido botado a finales de marzo de 1932 y en el momento del hundimiento, se habían pescado setenta y cinco bonitos.


El 15 de julio hubo noticias de que el torpedero francés “Bodelay” localizó medio hundido a 40 millas de Baiona al vapor “San Francisco de Asís” y lo había remolcado hasta Sokoa. Fue a recogerlo una comisión compuesta por el presidente de la Cofradía y patrón a su vez del “Libertad” Jesús Zabala, el maquinista Paulino Urkijo y un armador del “San Francisco”, así mismo una casa armadora de San Juan de Luz, se presto desinteresadamente a poner el barco en condiciones de salir a la mar, que lo hicieron a los pocos días. El sábado día 25 salieron de Sokoa y decidieron entrar en Donostia, por observar que algo en la maquina no iba bien, subsanada la anomalía, el domingo por la tarde salieron para Bermeo.


Argiñena, refugiado en Axpe.

OTROS PUERTOS VASCOS

El vaporcito pesquero “Daniel Aristimuño”, cuando se hallaba en alta mar a veinte millas a la altura de San Vicente de la Barquera, un golpe de mar arrebató de la cubierta al tripulante Vicente Eusebio Iruskieta San Esteban que pereció ahogado, de 27 años, casado, dejó viuda y con un hijo pequeño, natural de Bermeo. El vapor pudo refugiarse en el puerto de Santander junto al “Itxarkundia”, “Galerna” y “Olibet”.


Del “Jesúsen Teresa”, con matrícula de San Sebastián y con tripulación de Ondarroa, a la una y media de la madrugada, un golpe de mar se llevo al marinero Mauro Etxeburu Landaribar, de veintitrés años, a treinta millas de Cabo Mayor. El “Carnaval” y el “Ama Mindua” entraron en Santoña.


En Ondarroa, destrozado por el temporal, entró el “Artibai número 4” al que le faltaba el puente, aparejos y objetos que se hallaban sobre cubierta. Como milagroso destacar que Jesús Markoerkiaga y Agustín Akarregi, primero y segundo patrón del citado vapor, fueron arrastrados junto al puente del barco, siendo recogidos, ya que otro golpe de mar les depositó al lado el “Artibai”, casi junto a los arrantzales que efectuaban el salvamento.

En la costa asturiana, fue a pique el arrastrero “Txindor”. Estos vapores llevaban un solo capitán de la Marina Mercante, Francisco Lardiés, embarcado en el buque guía (Txio), yendo el otro (Txindor), mandado por un patrón de costa, a la zaga del primero, hasta llegar al lugar en que han de pescar, abriendo entre los dos el aparejo. A las tres de la madrugada, al generarse la furiosa galerna, un golpe de mar se llevo un bote del “Txindor”, que los del “Txio” vieron flotando quilla al aire, por lo que moderaron la marcha, por si el barco compañero le pasaba algo. Poco después, otro golpe de mar arranco de la repisa de popa del “Txindor” la malla que llevaba preparada para cuando se llegara la playa de pesca, y al caer al agua la red, se enredó en la hélice, quedando el barco sin gobierno. El peligro de naufragio fue eminente. Los golpes de mar amenazaban hundir el casco de un minuto a otro, y en vista de ello, percatado el capitán de la apurada situación, dispuso el trasbordo de todos a su barco. Valiéndose de chicotes, pudieron ser salvados uno a uno los diecisiete hombres del “Txindor”. A los cinco minutos de estar sobre la cubierta del “Txio” el último de los diecisiete hombres del “Txindor”, un golpe de mar hundió el casco de este para siempre. Inmediatamente emprendieron el viaje de regreso, llegando a Erandio , cerca del mediodía del jueves.

Atalaya de Matxitxako.


LOS ATALAYEROS

Bermeo. Paulino de Zabaleta, el atalayero del Matxitxako, cuando aun se ignoraban los resultados catastróficos de la jornada, comentó: “Es raro que hoy no ocurra nada”. Poco después, llegaban las noticias angustiosas al puerto.


Ondarroa. Al atardecer, en la atalaya con un tiempo esplendido para ver el regreso de los “bolincheros” y la situación en que se colocan para la noche los “sareros”, el atalayero mira hacia el oeste, unas veces con su gemelo y otras con la vista hacia la entrada del sol. “Kaxo Manu”, al saludarle, y sin contestar al saludo en tono nostálgico dice: ”Estakitz, eguzkizaren sarrerak itxura txarra dauka”. Al replicarle: ”Baña Manu, eguraldi ederra dago”. A lo que replica: “Ori bixar ikusiko dogu”. Al ir a la Cofradía para ver la pesca que traía el nuevo vapor de los solidarios vascos, el patrón Blas Garalde, en lugar de decir como siempre ”Eneuke gura baña….gu ederto etorri gara…beste batzuk estakitx”. “¿Zer?” le pregunto con mucha insistencia.”Gure ontzixa ederra da, eta ederrak artu ditu baña…”.


Tenían razón el atalayero Manu y el patrón del “Tostarteko Alkartasuna”, pues momentos después llamaban con mucha insistencia al teléfono de la Cofradía, por el cual transmitían la triste noticia de que el vapor de esta matricula llamado “Jesusen Teresa”, había entrado en Santoña con un tripulante menos.

Hacia las dos de la tarde llamó telefónicamente el atalayero, anunciando que el “Artibai número 4” se hallaba al alcance de su anteojo, pero que venía destrozado. Al cabo de un rato, dijo que veia claramente al patrón y armador del mismo, que venia sentado hacia la popa, pero vendada la mano y la cara con un pañuelo. La noticia corrió por el pueblo como un reguero de pólvora, y todos acudieron hacia el muelle para ver la entrada del “Artibai número 4”.

El “Posito número 8” de Santoña.


En todos los puertos donde residían las victimas ondeaban las banderas a media asta, y en señal de duelo cerraron las fábricas y comercios.


A las diez del sábado, en la iglesia parroquial de Santa María, se celebraron las honras fúnebres por el eterno descanso de los cinco arrantzales bermeanos, fallecidos en la galerna ocurrida en la madrugada del jueves. La amplia nave de la iglesia, resultó insuficiente para el gentío que acudió al acto, siendo muchos los que no pudieron entrar en el templo. Al piadoso acto, asistió una representación del Bizkai Buru Batzarra.


El acto fue presidido por el alcalde Marcelo Monasterio, que ostentaba la representación del gobernador y por los directivos de las Cofradías y deudos de las víctimas. La potente capilla dirigida por el organista Errauzkin, interpretó la misa de Réquiem de Perossi.


El día 10 no salieron a pescar en señal de duelo, los vapores de la flota bermeana, y lo harán mañana por la noche o el domingo de madrugada, toda vez que era su propósito, no faltar a los funerales por sus compañeros, ni perder la época de la pesca del bonito, que tan caro les viene costando.


El Ayuntamiento de Bermeo abrió una suscripción para aliviar/ayudar la triste situación de las familias de los pescadores desaparecidos, y se abrieron inmediatamente suscripciones para acudir en socorro de los familiares de las víctimas, pues quedaron en una situación precaria económicamente, ya que con la muerte de estas, les faltaba el brazo que procuraba el sustento para las familias y que en la inmensa mayoría solo quedaban mujeres y niños pequeños.


Manuel Estrada, delegado en Candás de la Sociedad Mutualidad de Accidentes de mar y trabajo, radicada en Madrid, y entidad aseguradora de los tripulantes que perecieron en el naufragio, calculó que cada familia percibiría de 3.500 a 3.800 pesetas en concepto de indemnización.