Edificio y Faro actuales.
Se verifica al mediodía de hoy el acto de colocación de la primera piedra del nuevo Faro del cabo Machichaco, que ha de reemplazar, con muchas mayores ventajas para la navegación, al Faro allí existente y que fue encendido por primera vez el 21 de agosto de 1852.
El Faro de Machichaco cuya situación geográfica es 3º-27-07” longitud, Este y 43º-27-19” latitud Norte, está clasificado como de primer orden. Su foco luminoso tiene una altura de metros 14,40 sobre el terreno y de 79,50 sobre el nivel del mar. Su luz alimentaba con petróleo, es fija, blanca, con destellos cada cuatro minutos con un alcance geométrico es de 19 millas. La lámpara es de cuatro mechas sistema Lizarraga.
El edificio del Faro consta de una sola planta y tiene habitaciones para tres torreros; ocupa una área de 342,22 metros cuadrados, tiene 14 habitaciones, incluso Almacén, Oficina, etc., y la Torre se halla situada al lado Norte del edificio.
Satisfacía este Faro en sus primeros tiempos las necesidades de la navegación de aquella época, pero ante los adelantos modernos resulta deficiente. Por ser sus destellos cada cuatro minutos, el marino, reloj en mano, se ve obligado a hacer sus observaciones que a veces pueden abarcar a un cuarto de hora, tiempo durante el cual, y según el andar que tenga el buque, puede este hacer un recorrido de importancia, perjudicial para su rumbo o para su seguridad. Además puede suceder, en casos de borrasca, que sea confundido dicho Faro con otro, como el Faro del Pescador (Santander) por la inseguridad de apreciar el intervalo de los destellos, y a 25 millas, por ejemplo, creer que es un Faro de eclipses y luego, al acercarse a tierra, ver que es de destellos.
Por todas estas razones se propuso al Gobierno, y éste estudió, la modificación de dicha luz en consonancia con las necesidades actuales; y el proyecto correspondiente, después de varias reformas introducidas en el mismo, fue aprobado por real orden de 5 de febrero de 1907, por su presupuesto de pesetas 252.343,90. Anunciada la subasta para el 5 de noviembre último, fue adjudicada la obra al Sr. José de los Heros, por ser la suya la propuesta más ventajosa.
El nuevo Faro está proyectado por nuestro distinguido convecino el ingeniero D. José de Ucelay, y se halla situado próximo al actual, al Sur del mismo, a 116 metros de distancia.
Todos los detalles referentes a la nueva construcción los encontraran nuestros lectores en otro artículo que publicamos en este número, en el que cuatro grabados dan idea del antiguo Faro del Cabo Machichaco y del que va a ser construido.
Los torreros que allí prestan servicio son don Vicente de la Corte, don Ignacio de Odriozola y don Mariano Saldaña.
El ingeniero encargado es don José de Ucelay, bajo cuyas órdenes están el ayudante don Elías de Ugarcechea y el sobresaliente don Manuel Saldaña.
Con motivo de la inauguración de las obras de un Faro
Desde los tiempos remotos, deseosos los hombre de entablar relaciones con los que vivían en países distantes, sintiéndose poseídos de un vivo deseo de explotar tierras ignoradas, empezaron a navegar desprovistos de medios y sin más auxilio que su valentía e intrepidez. Ayudados por los vientos cuando éstos eran favorables, y desconociendo el rumbo que tenían que seguir para recorrer sitios ignotos, se lanzaban a esas aventuradas expediciones marítimas sin perder de vista los puntos más sobresalientes de la tierra, reduciendo sus exploraciones a una sencilla navegación por la costa. El creciente afán de investigación les obligó a observar, con más cuidado, esos puntos de referencia, para poder alejarse cada vez con mayores garantías de seguridad y evitar los peligros y seguir un rumbo conveniente a sus pequeños viajes. Pero la falta de estas señales en los puntos de la costa excesivamente llana, ó en los que carecían de señales características, les sugirió más adelante la idea de construir y establecer otras artificiales en los puntos más peligrosos; y el auxilio casual que en diferentes ocasiones les prestaron algunas hogueras encendidas en las riberas, les determinó a utilizar por las noches fogatas en los sitios más convenientes de las costas.
A medida que iba desarrollándose la civilización y el comercio, iban aumentándose y mejorándose estas señales, naciendo de aquí la idea de los Faros.
En el pasado siglo, tan fecundo en adelantos, y que para mayor abundamiento fue llamado por antonomasia el de las luces, fue cuando los Faros llegaron al apogeo de su perfeccionamiento (era natural que así fuese siendo la luz el alma del siglo) y todos los países civilizados del mundo rivalizaron en Ia idea de perfeccionar el alumbrado de sus costas hasta el punto de llegar casi a la perfección, demostrando con ello el convencimiento que se tiene de su necesidad y la importancia del auxilio que a la navegación prestan, auxilio tanto más necesario, cuanto más cerca de la costa se hallan las embarcaciones a las que no les sería fácil su feliz arribo a ellas sin luces ó señales poderosas llamadas de recalada y sin las auxiliares de los puertos, radas y fondeaderos.
España no ha sido por cierto, la nación que más ha tardado en conocer esta importancia y la necesidad del alumbrado de sus costas, como lo demuestran una porción de Faros que desde muy antiguo existen, habiendo llegado a competir con los de Francia é Inglaterra a mediados del pasado siglo. En la actualidad cuenta con más de 230 luces, Faros y Fanales—amén de otros varios en construcción y en estudio,—hallándose ya aprobado un nuevo plan de alumbrado marítimo (comprendidas sus islas adyacentes) para reformar las apariencias de luces de los actuales Faros, habiéndose realizado en fecha muy reciente, por lo que a Vizcaya toca, la reforma del de la Galea, y dádose comienzo a las del nuevo Faro de Machichaco, con lo que nuestras costas quedarán iluminadas casi de un modo perfecto.
Fachada al mar del edificio que ha de ser construido para el nuevo Faro del Cabo Machichaco.
El nuevo Faro Machichaco cuya construcción se halla incluida en dicho plan de estudios, constará de una torre de piedra, de forma prismática octogonal, en la que irá colocado el aparato y linterna, y de un amplio edificio. Este constará a su vez de un pabellón central; un piso sobre la planta baja y dos pabellones centrales con planta baja solamente. En el pabellón central habrá un cuerpo central en el que se situará la entrada al edificio en comunicación con una galería de servicio para el de todo el establecimiento y con la torre, situada en el extremo Noroeste de aquél.
El nuevo Faro de Machichaco: Aparato de primer orden de destellos relámpagos equidistantes cinco segundos.
A derecha e izquierda de Ja galería habrá en la planta baja, además de dos salas y de la oficina de trabajos, depósito de lampistería, cristalería, drogas, material de servicio y limpieza del Faro, taller de reparaciones y botiquín, así como los pasos a las cocinas y a las escaleras de servicio a las habitaciones.
En la planta principal se han proyectado las habitaciones del ingeniero y de los torreros, siendo estas amplias y numerosas, teniendo además los vestíbulos y cocinas por separado con la dotación de agua correspondiente y comunicación Con la azotea ó terraza donde se hallan instalados los lavaderos y retretes, aparte del servicio de aparatos meteorológicos para las observaciones diarias.
La luz que ha de quedar emplazada sobre un torreón metálico de moderna invención, situado en la parte superior de la torre, tendrá su plano focal a la altura de 125 metros sobre el nivel medio del mar, con un alcance geométrico de 30 millas aproximadamente, siendo la altura total sobre el plano de envase de cimientos la de 23 metros.
Estos son a grandes rasgos trazados, los trabajos que se proyectan para dotar a Vizcaya de uno de Ios mejores Faros de primer orden conocidos hasta el día y cuyo proyecto, así como el de suministro de aguas (procedentes de manantial) y camino de servicio al establecimiento, fue redactado por el simpático ingeniero de caminos y convecino nuestro D. José de Ucelay é Irasí, bajo el «reinado» de D. Fernando de Landecho y Urríes, distinguido ingeniero jefe de Obras públicas de Álava y Vizcaya, quien, humorísticamente, y en la esfera de la intimidad, acostumbra a emplear la frase subrayada cuando habla de su actual cargo en esta Jefatura.
Bilbao 3 Junio de 1908.J. F.-V.
El nuevo Faro de Machichaco: Linterna y torreón.
UNA EXCURSIÓN AL MACHICHACO
Hace ya ocho o nueve años... Aprovechando las facilidades que ofrecen en verano numerosos trenes del ferrocarril de Bilbao a Durango, y las combinaciones con el de Amorebieta á Guernica y Pedernales, unos cuantos amigos y yo efectuamos brevísima excursión. Llegamos a la última estación citada y visitamos la isla de Chacharramendi, sitio verdaderamente delicioso por su situación, por la agradable temperatura de que allí se goza, por el magnífico espectáculo que a la vista ofrecen las altas y verdes montañas que acortan sus horizontes, excepto en la parte en que una inmensa sábana de agua, cruzada muy a menudo por las pequeñas embarcaciones de pesca, se extiende hasta allá lejos,, muy lejos, y se confunde con las blanquecinas brumas del cielo, en el punto en que éste y el mar colocan la barrera de lo insondable ante los ojos del observador.
En carruaje, y después de satisfacer el apetito con sabrosísimo almuerzo, continuamos nuestra excursión hasta el Cabo Machichaco. Un viaje de dos horas por la carretera. Pasamos por Mundaca y Bermeo, admirando a cada instante las bellezas de la tierra y del mar, y cerca ya del Cabo desde el cual se domina el ‘hermosísimo golfo de Vizcaya, se extasió nuestra vista en la contemplación del cielo, la tierra y el mar, que ofrecen prodigioso conjunto de matices, bajo la acción del sol brillante.
Hizo alto el coche. Teníamos delante el edificio cuya alta torre es Faro de primer orden de estas costas, emplazado sobre una meseta, a un cable de distancia de la punta del Cabo que es derivación del monte Sollube.
Nuestra presencia constituía una novedad, casi un acontecimiento para los habitantes de aquel edificio. El primero, segundo y tercero torrero y sus familias forman allí, como en oíros Faros, una agrupación en la que verdaderamente es indispensable la mayor armonía, como base do una existencia que se desliza tranquila y monótona en el alejamiento del trato social.
Las magnificencias del mar durante los períodos de calma y buen tiempo, y su aspecto horrible y tenebroso, cuando está embravecido, son espectáculos que a fuerza de contemplados uno y otro día, un año y otro año, resultan igualmente monótonos para los torreros y sus familias.
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Desde aquellos remotísimos tiempos en que una hoguera, brillando en el pico de una montaña era guía y cariñoso saludo para el navegante sin brújula, ¡cuántas invenciones se han hecho para el sucesivo perfeccionamiento” de esas utilísimas y salvadoras señales nocturnas!
Las lámparas de doble corriente de aire y chimenea de vidrio, que con sus refractores constituían un prodigioso adelanto a fines del siglo XVIII, fueron sustituidas con ventajas por el refractor sideral, y éste, a su vez, fue derrotado en 1820, por las lentes escalonadas que recogían mucho mayor número de rayos luminosos. Vinieron luego las lámparas de mechas circulares en las que se suprimió el depósito superior de aceite, poniéndose debajo y elevando el líquido por medio de un mecanismo de contrapeso. Y se alcanzó en 1843, una nueva é importantísima perfección con el invento de la cúpula cadióptrica.
Visitamos el interior del Faro. Todos sus mecanismos tenían un brillo de la más admirable limpieza reveladora del exquisito cuidado de los tres torreros. Conversando con ellos largamente, observando la limpieza y el orden que reinaban también en los demás departamentos del edificio y preguntándoles detalles del servicio que les está encomendado, nos fue facilísimo apreciar la atención y el cariño que ponían en el cumplimiento de su deber.
Y es que el Faro constituye para los que desde muy jóvenes lo hacen funcionar, parte integrante de la familia. Es el inseparable compañero de su guardián en las oscuras noches en que el mar espanta con sus ensordecedores rugidos, y en las noches apacibles, en las que luna alumbra suave y fantásticamente el tranquilo abismo de las aguas... Es un fiel compañero, que dócil al mandato de su vigilante, explora con su luz las soledades del océano y hace llegar a los navegantes su saludo fraternal, en tiempos normales, su mudo aviso de esperanza en tiempos borrascosos.
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Caía la tarde. Emprendimos el viaje de regreso admirando la hermosura del crepúsculo en aquellos parajes... La animación de la tarde de día festivo daba dulces encantos á las plazas de Bermeo y Mundaca... Ya en Chacharramendi, puso término a nuestra agradabilísima excursión, el maravilloso espectáculo de la puesta del sol... Sólo para verlo se puede hacer expresamente un viaje a la pequeña isla.
CÁNDIDO DEL CAMPO