La Batalla de Matxitxako

El 4 y 5 de marzo de 1937, las aguas del Golfo de Bizkaia se convirtieron en el escenario de uno de los combates más emblemáticos y significativos de la Guerra Civil.

Si hubo algún momento en la Guerra Civil en el que la angustia hizo de hombres auténticos héroes y de una derrota se proclamó una victoria, ese fue el que tuvo lugar entre el 4 y el 5 de marzo de 1937, en aguas de Bizkaia, a la altura del Cabo Matxitxako. De lo sucedido entonces no sólo dieron fe los del bando que se llevaron la peor parte. Los rebeldes también reconocieron el enorme valor de unos marineros que, en inferioridad de condiciones, supieron defender su causa hasta la muerte. Todo comenzó al atardecer del día 4, cuando el 'Galdames', barco-correo del Gobierno vasco, zarpó del puerto francés de Bayona con destino a Bilbao.

En sus bodegas transportaba tres toneladas de monedas para el Ejecutivo vasco además de importante carga en general. Avisados de la importancia del cargamento, los efectivos navales fascistas pusieron en alerta a toda su flota. Era de vital importancia que el citado buque no llegara a su destino. Las autoridades vascas, por su parte, tomaron las oportunas medidas de prevención y enviaron al encuentro del 'Galdames' a cuatro bous armados como escolta: el 'Gipuzkoa', el 'Bizkaia', el 'Napara' y el 'Donostia'. También se contó con la participación del destructor 'José Luis Díez' aunque, por razones que más tarde se aclararon, éste se situó muy alejado del buque-correo. Frente a ellos, la marina de guerra franquista envió, desde la base de El Ferrol, a su barco más emblemático: el crucero 'Canarias'.

Baterías de costa

Al anochecer del día 4, una vez localizado el 'Galdames', los cuatro bous se situaron en posición de escolta. Sin embargo, a las dificultades que entrañaba la navegación nocturna, agravadas por la no utilización de luces por cuestiones de seguridad, se unió el viento de poniente y una fuerte tromba de agua y granizo que hizo que el 'Galdames' se desviara de su ruta y obligara también al 'Donostia' y al 'Napara' a tomar rumbo norte. Por su parte, el 'Gipuzkoa' y el 'Bizkaia' perdieron contacto con el convoy principal. En la mañana del 5 de marzo, ambos bous intentaron tomar contacto de nuevo con el grueso del grupo para lo cual rastrearon minuciosamente toda la zona. El 'Gipuzkoa' navegó hacia el Oeste, hasta casi Santoña, mientras que el 'Bizkaia' hizo lo propio pero hacia el este. La búsqueda fue inútil por lo que decidieron regresar a Bilbao con la esperanza de que, quizás, el convoy se encontrara allí. Sin embargo, a unas veinte millas del Abra se encontraron con el 'Canarias', que 'escoltaba' al barco estoniano 'Yorkbrook', cuyas bodegas se hallaban repletas de armas para los republicanos. Una buena presa para el buque rebelde, sin duda alguna. Sin embargo, en cuanto el 'Canarias' detectó al 'Gipuzkoa', se enfiló decididamente hacia él a toda máquina y cuando lo tuvo a tiro abrió fuego. El proyectil impactó de lleno en la popa del bou y provocó la muerte de dos marineros. El 'Gipuzkoa' respondió al ataque con su cañón de proa. Hizo blanco en la popa del 'Canarias' causándole un muerto. El crucero respondió con sus cañones de 203 mm. Destrozó el puente de mando del bou y provocó un gran incendio. Muy tocado, el 'Gipuzkoa' hacía lo posible para ponerse a salvo. El 'Canarias', por su parte, quería rematar la faena. En ese preciso momento, la batería de costa de Punta Galea abrió fuego sobre el crucero rebelde, que tuvo que poner rumbo norte para quedar fuera del campo de tiro, lo que permitió al 'Gipuzkoa' alcanzar aguas seguras.

El comandante del destructor 'José Luis Díez', informado en todo momento de lo sucedido, ordenó poner rumbo norte y alejarse lo más posible para evitar el encuentro con el 'Canarias'. ¿Por qué huía el único barco capaz de hacer frente al crucero fascista? Sencillamente porque el comandante y cinco oficiales del mismo habían decidido desertar y pasarse al otro bando. Para ello se dirigieron a Burdeos, en donde abandonaron el barco no sin antes provocar serias averías en el mismo.

Sala de máquinas

Mientras todo eso ocurría, el 'Bizkaia' se encontró con el 'Yorkbrook', al que acompañó hasta el puerto de Bermeo donde se pudo efectuar la descarga de las armas. Ajenos a todo lo que había sucedido, el 'Napara', el 'Donostia' y el 'Galdames' habían rectificado rumbo y se dirigían a puerto. Su sorpresa fue mayúscula cuando se toparon con el 'Canarias'. Éste, tras ordenar detenerse al 'Galdames' y no recibir la respuesta adecuada, abrió fuego e impactó sobre el barco-correo. Una vez detenido se enfiló hacia el 'Donostia'. Tras cañonearlo, sin que le causase graves daños, arremetió contra el 'Napara', sobre el que lanzó toda su artillería. La respuesta del bou fue inmediata, aunque lo que más hizo sobre el crucero rebelde fueron abolladuras de poco calado. El 'Canarias', decidido a hundir el barco enemigo, arreció en su ataque hasta que uno de los proyectiles impactó de lleno en la sala de máquinas. Sin posibilidad alguna de huir, el 'Napara' recibió más disparos del 'Canarias' por lo que los supervivientes tomaron la determinación de abandonar el barco. El comandante, el primer oficial y algunos marineros optaron por quedarse y hundirse con el bou. Así, únicamente 20 de los 49 tripulantes del 'Napara' pudieron ponerse a salvo. Entretanto, el 'Donostia' trató de recoger a los supervivientes, pero ante la sorprendente negativa de éstos, que tan sólo pidieron baldes para achicar el agua, pusieron rumbo hacia la costa francesa. Desprotegido, el 'Galdames' fue obligado a dirigirse a Pasajes. Allí se detuvo a la tripulación y a los pasajeros. Algunos de ellos fueron fusilados.

En cuanto a los veinte tripulantes del 'Napara', todos ingresaron en la cárcel. Poco tiempo después se les juzgó y se les condenó a muerte. No obstante, la intervención a su favor de dos oficiales del 'Canarias' hizo que se les conmutara la pena y que, posteriormente, fueran puestos en libertad. Los consideraban como unos valientes que no merecían morir. Habían luchado hasta el último momento en inferioridad de condiciones sin importarles perder la vida. Por eso fueron reconocidos por los rebeldes. Junto a todo esto, para la mayor parte de la población, lo sucedido frente al cabo Matxitxako se convirtió en una proeza, en una victoria moral de la cual surgieron héroes..