Soy Silvia Ivonne García Hernández, tengo 38 años y soy la hija menor de mi familia. Desde muy joven me interesó el trabajo. A los 14 años comencé como mesera en un local de quesadillas, simplemente por curiosidad de experimentar lo que se sentía trabajar. Con el tiempo, la vida me encaminó para seguir trabajando después de terminar la secundaria.
Al ingresar a la preparatoria, decidí pagar mis estudios y ayudar a mis padres económicamente. Durante ese periodo conocí a quien ahora es mi esposo. Nos casamos después de tres años de noviazgo; por lo que dejé de trabajar para dedicarme al hogar, lo cual fue un cambio difícil para mí. Poco después, quedé embarazada, y fue entonces cuando tuve la idea de abrir un pequeño negocio de papas, algo que había aprendido en uno de mis trabajos anteriores. El negocio, llamado "Papas Chivis", tuvo un buen inicio, en parte porque siempre he sido buena en la atención al cliente. Sin embargo, tras el nacimiento de mi bebé, decidí cerrar el negocio para dedicarme por completo a mi hijo y a las labores del hogar.
A pesar de ello, nunca dejé de hacer cosas. Durante mi tiempo en casa, me dediqué a la creación de artículos hechos a mano, como juegos de baño en fieltro y coronas navideñas, además de organizar tandas de productos para el hogar como cobijas, toallas y sábanas.
Cinco años después, nació mi segundo hijo. Al igual que con el primero, me dediqué a cuidarlo y a continuar con las tandas. Hubo un periodo en el que mi esposo y yo atravesamos dificultades económicas, durante el cual vendí comida a una señora que vivía sola. Mi esposo trabajaba en un bufete jurídico, pero decidió dejarlo para abrir un negocio de internet. Al principio, yo no sabía usar una computadora y me sentía nerviosa cuando los clientes pedían ayuda, pero con el tiempo aprendí lo básico.
Siendo honesta, nunca me sentí plenamente satisfecha dedicándome solo al hogar. No soy de las personas que disfruta pasar el tiempo limpiando y planchando ropa.
Así, hace 7 años tome la decisión de reabrír "Papas Chivis". Aunque en la calle donde vivo hay mucha competencia, algo que caracteriza a mi negocio es la calidad de los productos. Creo firmemente en ofrecer algo que uno mismo disfrute, no solo vender por vender. Muchos negocios optan por invertir poco y ganar mucho, pero yo prefiero invertir en calidad, para que los clientes realmente disfruten lo que comen.
Disfruto mucho mi trabajo, y aunque a veces algunos clientes pueden ser difíciles, hacer las cosas con amor y dedicación hace que todo valga la pena. Me siento feliz de poder darle empleo a alguien más; además, mis hijos también me ayudan ocasionalmente, lo cual me llena de orgullo.
Me considero una persona feliz y muy agradecida con Dios por todas las bendiciones en mi vida.