Hola, mi nombre es Janeth Viridiana Mendoza. Emigré de México a los 18 años a Chicago, buscando nuevas oportunidades. Siempre he sido una mujer de sueños y metas, aunque el reto más grande de mi vida comenzó al llegar a un país donde, sin saber el idioma ni tener documentos legales para trabajar, me aventuré.
En el camino me casé con el padre de mis hijos, en un matrimonio de 10 años en el que encontré violencia verbal, física y emocional. Aunque pude obtener la ciudadanía y estar legalmente en el país, me costó mucho salir de esa situación. Mi vida se paralizó: fueron 10 años de miedo, angustia y desilusión. Pero, en el fondo, sabía que no quería eso para mí ni para mi familia.
Un día decidí irme con mis hijos y con mi madre, que vivía conmigo. Me fui con 20 dólares en la bolsa y dos maletas. Así comenzó el principio de un largo camino. Busqué ayuda en Clues, un grupo de apoyo para sobrevivientes de violencia doméstica, y empecé de cero. Mi única opción en ese momento era trabajar en lo que fuera.
Alguien me dijo que necesitaban a una persona para cuidar a alguien enfermo y limpiar la casa. Así comenzó todo. Empecé limpiando casas; las personas me recomendaban con sus amigas y así fui consiguiendo más clientas. Ese trabajo me permitía mantenerme al día, cuidar a mis hijos mientras ellos estaban en la escuela y seguir asistiendo al grupo de apoyo semanal. Ahí me fui dando cuenta de que había estado sumida en un hoyo negro del que es muy difícil salir por uno mismo.
También empecé clases de inglés para poder comunicarme mejor con los clientes. En mi mente solo pensaba que tenía que salir adelante y que tenía todas las ganas de hacerlo. Comencé un proceso de divorcio muy complicado, en el que me di cuenta de que realmente nunca conoces a la persona con la que te casaste hasta que están en un tribunal.
Después de un año y medio, y con una resolución en la que él se quedó con todos los bienes materiales y yo con la custodia de mis hijos, di por cerrado un ciclo de mi vida que no deseo para ninguna mujer. Nunca es tarde para empezar de nuevo. Mis sueños se quedaron pausados por un momento, pero mis ganas de retomarlos fueron más fuertes.
Ahora me sentía más segura, más confiada de saber que yo era la dueña de mi propio destino. Los clientes fueron incrementando hasta que un día logré tener mi propia compañía de limpieza, Mendoza’s Cleaning, que ahora da trabajo a otras personas y sigue creciendo poco a poco.
Todo se acomoda mientras tengas las ganas de hacerlo y salir de una vida que no quieres. Ahora todo es diferente: la vida me dio la oportunidad de volverme a casar con una persona increíble. Mis hijos son adolescentes y me siento tan orgullosa de ver que hice un gran trabajo con ellos. Verlos crecer ha sido mi mayor ilusión.
He podido cumplir una de mis grandes pasiones: viajar a diferentes países, conocer otras culturas y comprobar que he podido llegar tan lejos como he querido y podido. El camino no ha sido fácil, pero sin duda mis ganas fueron más fuertes que mis miedos.
Hoy me siento una persona bendecida por todo lo que he pasado y hasta donde he llegado. Si de algo sirve mi historia para motivar a alguien que esté viviendo una situación de violencia, me doy por servida.
Romper el ciclo de violencia, buscar ayuda, ir a terapias, refugiarte en tus seres queridos, tener fe espiritual y un trabajo que te permita vivir dignamente son las claves para empezar la vida que siempre has querido. Te lo dice alguien que, sin tener nada, ha podido salir adelante a pesar de las adversidades. No te rindas: todo es posible mientras tengas las ganas de hacerlo.