Fabio Morábito
Benditas puertas, creadoras...
Benditas puertas, creadoras
de la penumbra
y del habla en voz baja,
que fue la creadora a su vez
de la escritura.
Benditos goznes que nos separan
de las bestias.
Es fácil hoy decir malditas puertas,
malditos libros,
maldita la postura erguida.
Haber bajado de los árboles
fue la primera puerta que se abrió
y se nos olvidó cerrarla.
¿Fue una omisión o una genialidad
dejarla abierta por las dudas?
El bosque nos persigue
en nuestra prosa y nuestros versos,
y toda puerta que abrimos,
la abrimos todavía sobre un claro,
y cada puerta que cerramos,
aun la más inocua,
pergeña una penumbra y un secreto.
No terminamos de bajar al suelo,
nuestra mayor herida,
y a base de puertas lentamente
nos curamos.