Fabio Morábito
Sin oficio

Yo que no tengo oficio

excepto traducir,

que más que oficio es una astucia,

miro a los albañiles

que en lo bajo

conocen todo o casi todo

del cemento;

trabajan duro,

mezclándose con orden

a la luz del día.

Levantan de la nada

una materia audible,

ven cómo el simple lodo

se transforma

para imprimirse en él

la voluntad común.

Conforme el edificio crece,

suben de altura,

pisan su propia obra,

no tienen dudas

saben que el mundo existe.

y que cada piso cuesta

y cada metro exige

un sacrificio.

Lo saben sin pensarlo,

con cada músculo que tienen,

por eso vueven a sus casas

tan livianos,

sin pesadumbre,

y mientras unos fuman,

los otros no desvían los ojos

de la acera,

están cansados,

dejaron todo en los ladrillos,

que se enfrían.