Como los extras de una película,
que nos obsequian su apariencia
para que lo que vemos sea creíble,
pues solo así, identificándonos,
nos cautiva lo que ocurre en la pantalla;
vaciados de sustancia como ellos
y sin embargo vivos, estrellas
de otras películas, tal vez, no de esta,
en la que solo les pidieron que cuidaran
de no voltear hacia la cámara
(con lo difícil que es fingir que ella no existe);
como los extras vivir un día
de andar como prestados,
bobeando desde que amanece,
de cuerpo entero pero incorpóreos
para que otros se completen.