Fabio Morábito
Ruido

Los pleitos entre el hombre

y la mujer del cuatro,

el niño que berrea del once,

la radio eterna del catorce,

el taconeo nocturno

de los de arriba

que llegan del trabajo

mientras duermo:

así es como me llegas

a la médula, ciudad,

y no te dejas reducir

a mis horarios,

hasta mi almohada es tuya,

mi erotismo.

¡Vivir rodeado de aire

que se lleve los ruidos,

forrar de dobles vidrios

las ventanas,

no abrirle a nadie!

¿Pero qué haría metido en mí?

¿Escribiría en silencio

oyendo sólo el lápiz,

que es el peor ruido,

oyendo lo que escribo?

Yo no he nacido

para un centro

sino para quejarme de su falta

(los centros me dan náusea),

y hago silencio

con mis versos,

pero son versos que hablan de ruido.