¿Se puede amar a alguien
a quien jamás se vio correr,
de cuyo tranco que acelera el pulso
nunca nos dio a probar un poco?
Corriendo,
una segunda desnudez,
más primitiva, aflora.
Así, un breve impulso,
incluso un salto a veces
es todo lo que Amor requiere
para acabar de darse.
Y yo no puedo ni siquiera
imaginar cómo corrías.
¿Corriste alguna vez?
¿En dónde? ¿Cuándo?
Me habría bastado un trote,
¿sabes?, un simple arranque tuyo
para comerte viva.
Pero tú hablabas
del hijo que querías de mí en tu cuerpo
aún adolescente.
Seguro que correr te parecía
una tontería, si estabas hecha
para dar a luz.
Qué claridad aterradora
y sin fisuras. Así Calipso
retuvo varios años a Ulises en su isla.
Pero está escrito que el amor
va junto con la brisa y que las Ítacas
acaban siempre por tener razón.