Fabio Morábito
Piazza Gimma

Espío en el edificio

que tengo más a mano

el movimiento que comienza en los balcones,

cómo reaflora

en las tareas primeras del amanecer

con gestos sin estilo aún, de repertorio,

la rutina,

y yo que me enamoro sólo en esta hora

en que la gente es más repetitiva,

más inconexa interiormente,

más llena de depósitos antiguos,

observo a la mujer que siempre sale en bata

en el octavo piso con su taza de café,

rubia matrona amante de la vida

que echa una ojeada al mundo mientras toma

dos o tres sorbos breves

y después, con gesto erótico,

sacude la tacita para remover

el fondo azucarado que le ofrece

el mejor sorbo, el último, el más dulce,

antes de despertar del todo.

Antes de despertar del todo

tú, rubia del amanecer,

te atienes a tu rito de degustación,

de intimidad coontigo

y desde tu balcón,

salida ya del sueño,

entras de veras a tu casa

con tus gestos,

no con los que heredaste de los tuyos.