Renuncias

Nubes en el valle

La mañana blanca, fría.

Rescoldos de la nieve.

El desfile de tu vida pasa frente a ti, observas ensimismado la red de tus pensamientos, de tus autoafirmaciones, esta red se hizo inextricable a lo largo de los años vividos.

Ni vemos ni entendemos mejor, y poco a poco sentimos cómo pasan los crepúsculos en el estío, tus días se han ido resolviendo en renuncias.

Pero veamos:

La madurez es inevitable catarata en la que los contornos de las cosas, amor, anhelo, asombro, pierden nitidez, pero aún viene lo mejor: poco a poco quedas a las puertas del glaucoma: tu visión es ya inflexible; las creencias, feroces; tus afanes, un largo túnel. Esto es, una suerte de estrechamiento de la visión interior y de lo que te rodea que te termina abocando a un mundo isomorfo, duro y a la postre, solitario.

Los cambios se producen con lentitud, apenas percibes los detalles. La atracción del yo es tan poderosa que siempre crees que estás al mando, pero con el tiempo se termina haciendo evidente que ni eres el que eras ni haces las mismas cosas que antaño.

Acaso el cuerpo, la ardiente mirada del cuerpo bello es ahora menos ardiente pero aún más bella. La esperanza de ser-en-armonía se convierte en desazón por inaccesible… Te ves, a estas alturas de tu vida, a medio camino, en los umbrales.


…la pasión de las tardes de invierno,

los cafés bohemios,

descubriendo, descubriéndote,

confrontando con los otros en lo nuevo,

vislumbrando un excitante horizonte

plagado por senderos pendientes de recorrer….


Hoy todo ello es nostalgia que las hojas del tiempo se llevaron lejos.

En tus horas buenas aprecias cuánto de hermoso hubo en todo ello

aunque tu horizonte hoy sea romo y plagado de renuncias.

Renuncias

Resurrectos, detalle del Libro de Horas de la Reina Juana I de Castilla, c.1500, f.134v del manuscrito facsímil digital en British Library.

Resurrectos, detalle del Libro de Horas de la Reina Juana I de Castilla, c.1500, f.134v del manuscrito facsímil digital en British Library.