Redención

La bruma lo invade todo,

cae con lentitud la nieve,

el silencio reina, hosco, en el lar.

Vivimos siempre personajes…

¿Llegados a este punto de la vida puedes perdonarte a ti mismo? Se trata, a mi entender, de una pregunta madura (o de la madurez).

Vivimos en la ignorancia (adviya, para budistas e hinduistas) acerca de quienes somos y cuál es la naturaleza de la realidad y aun así seguimos siempre adelante con nuestros asuntos sin apenas mirar en derredor.

Todo deviene, a la postre, en un comerse los unos a los otros, como si sólo se hubiera impreso en nuestro cerebro primitivo esta primera ley de la natura.

Cuando pasan los años el asunto lo percibes de diferente modo. Parece como si las cosas entraran en sazón: una madurez en el comienzo justo de la podredumbre. Entonces sí miramos a los lados del camino. A primera vista no hay nadie en derredor, pero la vista del hombre viejo es larga, esclarecedora y podemos divisar a lo lejos a nuestros cadáveres al lado del camino.

Ante este panorama, ¿Cómo encontrar Redención?

Si fuiste buscador de la verdad y empleaste onerosos esfuerzos en la reflexión en la búsqueda de respuestas, observas que acaso no haya aumentado tu sabiduría, pero sí la ética y esto en verdad nos dificulta la redención, pues aquella exige una mirada interior en verdad escrutadora.

Al viajar hacia adentro, se convierte en una verdadera pirueta del pensamiento buscar razones que justifiquen tanta ignorancia personal, así que orillas las consecuencias de tus actos: no quieres saber nada del dolor, solo deseas que algo dentro de ti gestione eficientemente el olvido o la coartada para tu conducta.

Sin embargo, la ética emerge como una verdadera diosa del discernimiento y ante esto, o eliges abrazar su camino o eliges perderte para siempre en el artificio.

Ya desde el primer asombro, la Diosa le mostró a Parménides que sólo había dos Vías: la de la Verdad y la de la Opinión de los Hombres.

La pena te llena de reconocimiento, te reconoces en la pena infringida a los otros y te reconoces en la pena propia.

El buscador, el pescador no ha de desentenderse de su ética, está comprometido en el camino de la verdad.

El reconocimiento quizás sea el primer paso hacia la redención personal.

Redención

Los purgados, detalle del Libro de Horas de la Reina Juana I de Castilla, c.1500, f.134v del manuscrito facsímil digital en British Library.

Los purgados, detalle del Libro de Horas de la Reina Juana I de Castilla, c.1500, f.134v del manuscrito facsímil digital en British Library.