Ofrenda

Nuestro yo nos hace percibir el mundo desde dentro hacia fuera. Pero mi intuición me dice que, en esencia, el movimiento es justo al revés. Nuestra mente es reactiva y nuestros sentidos terminan por distraernos o desorientarnos. Es la vida cotidiana, con su exigencia y su inmediatez la que nos jala (expresivo verbo mexicano) hacia afuera de modo que nuestro crecimiento personal se traduce en una continua rectificación: tenemos que priorizar a nuestra conciencia-testigo para poder discernir entre creencia y evidencia de modo que podamos conectar con nuestro pequeño yo y desenmascararlo.

Todo lo que se manifiesta todo el tiempo somos.

Somos la totalidad en el ser.

Nuestro compromiso ético significa tomar conciencia de este movimiento. Conciencia significa «parar el mundo», retroceder y observar, viajar desde la periferia hacia adentro y desde ese rico micromundo, desde nuestro interior esencial, ofrecer a la vida testimonio de vida.

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