En realidad, si somos honestos, hemos de convenir que la vida es, antes que otra cosa, una colosal carnicería. Y esto reza para todo lo que vive. La cultura, aporta belleza y virtud ─es cierto─, pero la ignorancia nos aboca a desbaratar esta inclinación. La cultura solo hizo mejores a los mejores.
Así, vivir bajo el poder de Shiva supone un verdadero desafío, ya que nos quedamos con la parte fea de la historia: sólo percibimos su poder destructor ya que el regenerador, al no ir acompañado de autoconciencia, de reconocimiento de nuestro sí mismo sin aditamentos, nos parece arena que se escurre entre los dedos.
Detalle del Libro de Horas de la Reina Juana I de Castilla, c.1500, f.7r del manuscrito facsímil digital en British Library.