La carne

Nada hacía presagiar la caída: la casa donde residía era de una elegancia inusual, el silencio, apacible y rotundo. Un can tranquilo y oscuro parecía preservar mi escritura. Un tiempo después algo pareció desestabilizar tanta pureza y ya solo todo fue vivir con fruición la fiebre, el cansancio, la simpleza del espíritu ante el quebranto de la enfermedad, horizonte último de la carne.

La carne del miedo

Acuarela por Nuria Gamboa