De pie, inmóvil, sin el cabeceo que en ocasiones siento a última hora cuando el cuerpo siente el peso del día y del vino, escucho el canto de alguien junto a mí y, sin previo aviso, sin haber percibido alguna emoción que lo anuncie, me atraviesa un relámpago y un escalofrío: llevo a Dios en el corazón.
Todos estamos aquí, no falta nadie y todo tiene sentido. El vínculo con todo lo manifestado es inevitable, por más que se quiera poner uno de perfil.
Tesis: (Enésima variación):
Amémonos los unos a los otros como la naturaleza nos ama.
Antítesis:
El apartamiento del otro deviene necesario, aún compasivo.
Síntesis:
Hay cierta ternura en el recuerdo de quienes creímos ser y de quienes creímos que fueron los otros.