Al cambiar de tirador, tapamos los
agujeros que había dejado con masilla.
Hacemos los nuevos agujeros
para el otro tirador.
Lijamos la zona con una esponja de lija.
Limpiamos toda la puerta con acetona pura. Sirve para desengrasar y quitar parte del brillo de la melamina (así la pintura agarra mejor).
Ponemos cinta de carrocero por la parte interna que no queremos que se pinte.
Aplicamos un par de manos de pintura especial para muebles con melamina, respetando las indicaciones del fabricante.
Posteriormente y tras haber respetado los tiempos de secado que indican, barnizamos la puerta con un barniz incoloro al agua.
Si es necesario se pueden dar dos manos.
Retiramos con una cuchilla las imperfecciones que hay por la cara interna.
Barnizamos también esta cara con el mismo barniz.
El lateral del mueble irá plastificado con un vinilo adhesivo. Limpiamos la zona con la acetona.
Vamos retirando el protector y ayudándonos de una espátula de plástico vamos eliminando las burbujas de aire que se forman.
Vamos cortando el sobrante con una cuchilla para adaptarlo a la forma y repasamos bien.
Cortamos el sobrante con la misma
cuchilla y ya está listo el lateral.
Este vinilo se limpia fácilmente
con un trapo húmedo.
Ponemos las bisagras a la puerta y
la montamos de nuevo en el mueble.
Por último, ponemos el nuevo tirador y una lágrima de plástico arriba y abajo del mueble para que la puerta no roce.
Es muy importante respetar los tiempos del fabricante de la pintura ya que si no lo hacemos la durabilidad del pintado es menor.