Vivimos en un mundo que cambia constantemente, por lo que ser educadores significa más que simplemente difundir información; significa estar profundamente comprometidos con el desarrollo integral de los estudiantes en términos de sus aspectos cognitivos, emocionales y sociales. Como afirma Jean Piaget, " La meta principal de la educación es crear personas que sean capaces de hacer cosas nuevas, no simplemente de repetir lo que otras generaciones han hecho; personas que sean creativos, inventores y descubridores. La segunda meta de la educación es la de formar mentes que sean críticas, que puedan verificar y no aceptar todo lo que se les ofrece " (Piaget, 1896 -1980). Esto significa que, como educadores, nuestra tarea va más allá de la mera expulsión de conocimientos; debemos cultivar habilidades cognitivas, sociales, espirituales y emocionales, como el pensamiento crítico y la creatividad en nuestros estudiantes. Como educadores debemos fomentar en los entornos educativos la interacción social y el aprendizaje colaborativo, reconociendo que lo que un estudiante puede hacer en colaboración hoy, lo hará por sí mismo mañana.
Además, la motivación y las emociones también son esenciales en el proceso educativo. Carol Dweck destaca la importancia de una mentalidad de crecimiento, que implica creer en la capacidad de desarrollo a través del esfuerzo y la enseñanza efectiva (Dweck, 2008). Como educadores, debemos inspirar y motivar a nuestros estudiantes para que crean en sí mismos y en su capacidad de aprender y crecer. La psicología también nos recuerda que los estudiantes son diversos en sus estilos de aprendizaje, velocidades de procesamiento y habilidades cognitivas. Debemos ser conscientes de estas diferencias y adaptar nuestros métodos y estrategias para satisfacer las diversas necesidades de nuestros estudiantes.
En cuanto a la relación entre el desarrollo cognitivo y los procesos educativos y de aprendizaje, podemos observar que el desarrollo cognitivo influye directamente en cómo los estudiantes adquieren y procesan información. Por ejemplo:
Teoría de Piaget: Piaget argumenta que los estudiantes pasan por etapas de desarrollo cognitivo, como la etapa de las operaciones concretas y la etapa de las operaciones formales. Los educadores deben adaptar sus métodos de enseñanza para coincidir con el nivel de desarrollo cognitivo de los estudiantes. No se puede esperar que un estudiante en la etapa de las operaciones concretas comprenda conceptos abstractos en la misma medida que un estudiante en la etapa de las operaciones formales (Sánchez, 2014).
Teoría de Vygotsky: Vygotsky enfatiza la importancia de la interacción social y la zona de desarrollo próximo. Los educadores pueden ayudar a los estudiantes a avanzar en su desarrollo cognitivo proporcionando apoyo y guía adecuados (Vygotsky, 1978).
Taxonomía de Bloom: La Taxonomía de Bloom, desarrollada por Bloom y Krathwohl, clasifica los objetivos educativos en términos de niveles de pensamiento, desde el conocimiento básico hasta la aplicación, el análisis y la síntesis. Los educadores utilizan esta taxonomía para diseñar actividades y evaluaciones que desafíen y fomenten el desarrollo cognitivo de los estudiantes en estos niveles (Bloom y Krathwohl, 1956).
Los niveles de la taxonomía cognitiva de Bloom incluyen:
Inteligencias Múltiples de Howard Gardner: Esta teoría argumenta que no existe una única inteligencia, sino múltiples tipos de inteligencia, como la lingüística, la lógico-matemática, la espacial, la musical, la interpersonal, la intrapersonal, la naturalista y la corporal-cinestésica. Reconocer y valorar estas diferencias individuales es esencial para adaptar las estrategias pedagógicas y permitir que cada estudiante desarrolle su potencial de acuerdo con sus fortalezas y estilos de aprendizaje (Gardner, 1999).
Aprendizaje Experiencial de John Dewey: Dewey creía que el aprendizaje es más efectivo cuando se basa en experiencias prácticas y significativas. Desde esta perspectiva, el ejercicio pedagógico se enfoca en crear oportunidades para que los estudiantes participen activamente en su propio aprendizaje a través de la resolución de problemas y la exploración. Esto implica que los educadores deben diseñar actividades que involucren a los estudiantes de manera activa y que les permitan aplicar lo que han aprendido en situaciones del mundo real (Dewey, 1938).
En la actualidad, esta comprensión psicológica ha transformado la educación. Estas teorías proporcionan herramientas valiosas para diseñar estrategias pedagógicas efectivas y ayudar a los estudiantes a alcanzar su máximo potencial en un entorno de aprendizaje diverso y dinámico. Los educadores deben ser conscientes de la importancia de abordar el desarrollo cognitivo y emocional de sus estudiantes y adaptar sus enfoques para satisfacer las necesidades individuales y fomentar un aprendizaje significativo. Si bien es indispensable que como educador o educadora adoptemos un enfoque más centrado en el estudiante, basado en investigaciones psicológicas, con el objetivo de mejorar la efectividad del aprendizaje. Esto incluye la implementación de estrategias de enseñanza activa, la evaluación formativa y el empoderamiento de los estudiantes para que tomen un papel activo en su propio proceso de aprendizaje.
No obstante, crear un ambiente seguro, inclusivo y empático en el salón de clases es, para el aprendizaje, un elemento indispensable. Que no es tan solo para el aprovechamiento del estudiante, sino también para el educador. Pues, si nos dejamos sumir por la perspectiva de la metodología Montessori, comprenderemos que los niños son naturalmente curiosos, autodirigidos y tienen un deseo innato de aprender. Por tales motivaciones, como educadores en busca del aprovechamiento de las siguientes generaciones de estudiantes, crear un ambiente que fomente la seguridad, la inclusión y la empatía de los niños va a potenciar aspectos y promoverá un desarrollo íntegro, como por ejemplo:
Promoción de la autoestima y la confianza: En un ambiente seguro, los niños se sienten cómodos para explorar, cometer errores y aprender de ellos. Esto fortalece su autoestima y confianza en sus habilidades, lo que es esencial para el aprendizaje y el desarrollo personal.
Inclusión: La metodología Montessori se centra en respetar la individualidad de cada niño. Un ambiente inclusivo garantiza que todos los niños, independientemente de sus diferencias, se sientan valorados y aceptados. Esto fomenta un sentido de comunidad y pertenencia.
Empatía y relaciones interpersonales: La empatía es una habilidad importante que se cultiva en un entorno Montessori. Al fomentar la empatía, los niños aprenden a comprender y respetar las emociones y perspectivas de los demás. Esto es esencial para desarrollar relaciones interpersonales saludables a lo largo de la vida.
Independencia y autodirección: Montessori enfatiza la independencia y la autodirección. Un ambiente seguro y de apoyo permite a los niños desarrollar estas habilidades al tomar decisiones, establecer metas y gestionar su propio aprendizaje.
Resolución de conflictos: En un ambiente empático, los niños aprenden a resolver conflictos de manera constructiva y pacífica. Esto les brinda habilidades importantes para la resolución de problemas en la vida cotidiana.
Fomento de la curiosidad y la creatividad: Un ambiente seguro y acogedor alienta a los niños a explorar, hacer preguntas y ser creativos. Estas cualidades son esenciales para el aprendizaje y la innovación.
Bienestar emocional: La seguridad y la empatía ayudan a los niños a manejar sus emociones de manera saludable. Esto les permite concentrarse mejor en el aprendizaje y desarrollar una mayor conciencia de sí mismos.
Como educador y educadora, hay que explorar los temas controversiales en el salón de clase, aprender a identificarlos y cómo podríamos facilitar discusiones sin generar sentimientos negativos. También discutiremos la importancia de crear un ambiente seguro para abordar estos temas, ya que está estrechamente relacionado. Además, enfatizamos la importancia de proporcionar a los estudiantes información que les permita examinar diferentes perspectivas sobre estos temas. Antes de abordar o acercarnos a discutir un tema controvertido, es necesario comprender qué temas generan controversia en el salón de clase. Una vez identificados, debemos acercarnos a ellos de manera adecuada. Los temas controvertidos surgen a medida que la sociedad cambia, generando polémica en las sociedades.
Afrontar temas controvertidos en el salón de clases es crucial para fomentar un ambiente de aprendizaje enriquecedor y promover el pensamiento crítico entre los estudiantes. Sin embargo, abordar estos temas de manera adecuada puede ser un desafío para los educadores. Pues, es fundamental crear un entorno inclusivo y respetuoso donde los estudiantes se sientan seguros para expresar sus opiniones y perspectivas. Esto implica establecer normas claras de conducta y fomentar el respeto hacia las diferentes ideas y puntos de vista. Los educadores deben promover el diálogo abierto y alentar a los estudiantes a escuchar y considerar opiniones diferentes a las suyas, fomentando así el pensamiento crítico y el desarrollo de habilidades de argumentación.
Además, es importante proporcionar a los estudiantes fuentes de información confiables y diversas que les permitan examinar diferentes perspectivas sobre el tema controvertido en cuestión. Esto puede incluir la lectura de textos académicos, la visualización de vídeos o documentales, o invitar a expertos para que compartan sus conocimientos y experiencias. Al exponer a los estudiantes a una variedad de puntos de vista, se les anima a evaluar críticamente la información y a formar una opinión fundamentada. También es necesario tener en cuenta el nivel de desarrollo y las experiencias individuales de los estudiantes al abordar temas controvertidos. Los educadores deben adaptar su enfoque y los recursos utilizados para que sean apropiados para la edad y el nivel de comprensión de los estudiantes. Esto implica presentar conceptos de manera clara y accesible, utilizar ejemplos relevantes y permitir que los estudiantes compartan sus propias experiencias y reflexiones.
En cuanto a la estructura de la discusión en el salón de clases , es beneficioso utilizar métodos como el debate, la lluvia de ideas o los grupos de discusión. Estas estrategias permiten que los estudiantes participen activamente, defiendan sus puntos de vista y aprendan a escuchar y respetar las opiniones de los demás. Los educadores deben facilitar estos debates de manera imparcial, asegurándose de que todos los estudiantes tengan la oportunidad de expresarse y contribuir al diálogo. A la educadora o educador acercarse a los temas controvertidos en el salón requiere crear un entorno inclusivo, proporcionar fuentes de información diversas y confiables, adaptar el enfoque al nivel de desarrollo de los estudiantes y utilizar estrategias de discusión efectivas.
En síntesis, ser un educador es abrazar la responsabilidad de moldear el desarrollo cognitivo, emocional y social de los estudiantes. Nuestra comprensión de la psicología educativa nos guía en este camino, desde la promoción de habilidades cognitivas hasta la motivación, la adaptación a la diversidad y la adopción de enfoques centrados en el estudiante. Esta comprensión ha transformado la educación en la actualidad, impulsando cambios significativos en la forma en que concebimos y llevamos a cabo la enseñanza. Además, al fomentar el pensamiento crítico y el respeto mutuo, los educadores pueden ayudar a los estudiantes a desarrollar habilidades para abordar de manera constructiva los temas controvertidos en su vida académica y más allá. Igual, es fundamental que los maestros sean conscientes de sus emociones y se esfuercen por mantener el control emocional en el aula. Esto les permite brindar un ambiente de aprendizaje estable y positivo para sus estudiantes, evitando que sus emociones afecten negativamente el proceso educativo. La empatía y la autorregulación emocional son habilidades clave para lograrlo. La clave para controlar sus emociones y mantener una conducta neutral ante los estudiantes, se llama autocontrol. El autocontrol permite controlar los aspectos importantes de nuestra vida diaria: la atención, los pensamientos, las emociones, los deseos y las acciones, todos los días tomamos decisiones para resistir impulsos que nos "tientan" con la expectativa de obtener algo agradable (Alberola, 2019).
Es decir, como maestros no podemos dejar que nuestras emociones se descontrolen porque eso afectará el salón de clase. Los estudiantes tienden a tomar a sus maestros como un modelo a seguir. El maestro es el aspecto fundamental para el aprendizaje y el desarrollo de estas competencias en los alumnos porque el profesor se convierte en un modelo de aprendizaje vicario a través del cual el alumno aprende a razonar, expresar, y regular todas esas competencias. La comunidad educativa espera que el profesional de la educación mantenga un equilibrio emocional, para alcanzar un ambiente positivo en el salón de clases, de esta manera el estudiante podrá activar la motivación personal para desafiar los inconvenientes del diario vivir. "La educación emocional del docente puede determinar en alguna medida el éxito o el fracaso de los estudiantes, tanto en el proceso de enseñanza aprendizaje como en las relaciones interpersonales" (Casassus, 2003).
Existen algunos factores por lo cual un maestro puede perder el control y dejar de ser neutral por los siguientes factores: como la carga de trabajo excesiva, la falta de apoyo, el comportamiento desafiante de los estudiantes, la ausencia de tiempo libre, la presión por el rendimiento académico, problemas personales, la falta de formación en inteligencia emocional y la falta de reconocimiento y valoración, deseos de abandonar el trabajo; estos problemas hacen al docente distanciarse de sus tareas sus alumnos. Para un maestro, el manejo de situaciones emocionales propias y mantenerse neutro al tratar con estudiantes puede ser un desafío, pero aquí hay algunas estrategias:
1. Autoconciencia emocional: Reconoce tus propias emociones y comprende cómo te afectan. Esto te ayudará a identificar cuándo estás emocionalmente cargado.
2. Técnicas de autorregulación: Práctica técnicas como la respiración profunda o la meditación para gestionar tus emociones en momentos de estrés.
3. Tiempo de reflexión: Si te sientes emocionalmente afectado, tómate un tiempo para calmarte antes de abordar la situación con el estudiante.
4. Comunicación asertiva: Habla con el estudiante de manera calmada y respetuosa, expresando tus preocupaciones sin cargar emocionalmente tus palabras.
5. Busca apoyo: Habla con colegas o un supervisor si enfrentas situaciones difíciles. Compartir tus experiencias puede ayudarte a encontrar soluciones.
6. Establece límites: Define claramente tus límites y expectativas, tanto para ti como para tus estudiantes, para evitar situaciones emocionales complicadas.
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