Lunes – Éxodo 3:1-3
El líder debe aprender a pasar tiempo a solas con Dios.
Martes – Éxodo 3:11
El líder debe ser honesto con Dios.
Miércoles – Éxodo 7:6-7
Un líder debe tener hambre de Dios.
Jueves – Éxodo 3:4
El líder debe dejarse quebrantar por Dios.
Viernes – Éxodo 3:13
El líder debe vencer su temor respecto a Dios.
Sábado – Éxodo 4:1
El líder debe vencer el temor respecto a la aceptación de los demás.
ÉXODO 3:1-14
1. Apacentando Moisés las ovejas de Jetro su suegro, sacerdote de Madián, llevó las ovejas a través del desierto, y llegó hasta Horeb, monte de Dios.
2. Y se le apareció el Angel de Jehová en una llama de fuego en medio de una zarza; y él miró, y vio que la zarza ardía en fuego, y la zarza no se consumía.
3. Entonces Moisés dijo: Iré yo ahora y veré esta grande visión, por qué causa la zarza no se quema.
4. Viendo Jehová que él iba a ver, lo llamó Dios de en medio de la zarza, y dijo: ¡Moisés, Moisés! Y él respondió: Heme aquí.
5. Y dijo: No te acerques; quita tu calzado de tus pies, porque el lugar en que tú estás, tierra santa es.
6. Y dijo: Yo soy el Dios de tu padre, Dios de Abraham, Dios de Isaac, y Dios de Jacob. Entonces Moisés cubrió su rostro, porque tuvo miedo de mirar a Dios.
7. Dijo luego Jehová: Bien he visto la aflicción de mi pueblo que está en Egipto, y he oído su clamor a causa de sus exactores; pues he conocido sus angustias,
8. y he descendido para librarlos de mano de los egipcios, y sacarlos de aquella tierra a una tierra buena y ancha, a tierra que fluye leche y miel, a los lugares del cananeo, del heteo, del amorreo, del ferezeo, del heveo y del jebuseo.
9. El clamor, pues, de los hijos de Israel ha venido delante de mí, y también he visto la opresión con que los egipcios los oprimen.
10. Ven, por tanto, ahora, y te enviaré a Faraón, para que saques de Egipto a mi pueblo, los hijos de Israel.
11. Entonces Moisés respondió a Dios: ¿Quién soy yo para que vaya a Faraón, y saque de Egipto a los hijos de Israel?
12. Y él respondió: Vé, porque yo estaré contigo; y esto te será por señal de que yo te he enviado: cuando hayas sacado de Egipto al pueblo, serviréis a Dios sobre este monte.
13. Dijo Moisés a Dios: He aquí que llego yo a los hijos de Israel, y les digo: El Dios de vuestros padres me ha enviado a vosotros. Si ellos me preguntaren: ¿Cuál es su nombre?, ¿qué les responderé?
14. Y respondió Dios a Moisés: YO SOY EL QUE SOY. Y dijo: Así dirás a los hijos de Israel: YO SOY me envió a vosotros.
“Entonces Moisés respondió a Dios: ¿Quién soy yo para que vaya a Faraón, y saque de Egipto a los hijos de Israel?”
ÉXODO 3:11
Lo que las personas exitosas descubren se les hace mucho más claro cuando se convierten en líderes. No hay buen éxito sin sacrificio. Cuanto más alto es el nivel de liderazgo que usted desea alcanzar, tanto mayores sacrificios tendrá que hacer. Para subir, tendrá que ceder. Esa es la verdadera naturaleza del liderazgo.
Extraer las enseñanzas de liderazgo de la vida de Moisés.
Definir lo que debe moldear a un líder para ser eficaz.
Explicar los diferentes temores que debe superar un líder.
Si los líderes deben ceder para subir, tendrán que ceder aún más para permanecer arriba. ¿Se ha fijado con cuán poca frecuencia los equipos ganan temporadas de campeonato seguidas? La razón es sencilla: Si un líder puede llevar un equipo a un juego por el campeonato y ganar este, a menudo supone que puede obtener los mismos resultados el año siguiente sin hacer cambios. Se niega a hacer otros sacrificios fuera de la temporada. Pero lo que lleva a un equipo a la cumbre no es lo que lo mantiene allí. La única forma de permanecer arriba es cediendo aún más. El buen éxito en el liderazgo exige cambio, mejoramiento, y sacrificios continuos. El poeta filósofo Ralph Waldo Emerson ofreció esta opción: “Por cada cosa que usted ha perdido, ha ganado algo más; y por cada cosa que gana, pierde algo”.
Muchos líderes quieren subir en la jerarquía, esperando que libertad y poder esperen en lo alto. No entienden que el liderazgo realmente requiere sacrificio.
Los líderes que quieren ascender deben hacer algo más que aceptar un ocasional recorte de salario; tienen que ceder a sus derechos. Eso es cierto de cada líder sea cual sea su profesión. Habla con cualquier líder, y descubrirás que ha hecho repetidos sacrificios. Cuanto más alto ha subido el líder, mayores son los sacrificios que usualmente ha hecho. Los líderes eficaces sacrifican mucho que es bueno a fin de dedicarse a lo que es mejor.
El liderazgo demanda sacrificio constante. Es un proceso continuado, y no un pago una sola vez. Las circunstancias pueden cambiar de persona a persona, pero el principio no cambia: liderazgo significa sacrificio.
¿Qué precio estás dispuesto a pagar para llegar a ser un líder más eficaz? Muchos líderes se mantienen tan ocupados siguiendo su visión y reuniendo a su gente que piensan poco en ello. Pero el liderazgo siempre requiere sacrificio; nadie logra el éxito sin él.
¿Cómo fue capaz Moisés de ceder tanto y hacer sacrificios tan grandes sin llegar a estar amargado o resentido hacia Dios? ¿Y qué lo hizo estar dispuesto a regresar a Egipto como siervo de Dios después de haber disfrutado de Ío mejor que el país tenía que ofrecer? Un rápido vistazo a la vida de Moisés muestra cómo Dios lo moldeó para ser un líder eficaz.
1. Moisés estuvo a solas con Dios.
Si Moisés se hubiera quedado en Egipto, ¿habría escuchado cuando Dios lo llamó? ¿Quién sabe? Pero el exilio de Moisés en Madián le dio cuarenta años de tiempo de reflexión. Cuando Dios finalmente se apareció a él en la zarza ardiente, Moisés se había tranquilizado lo suficiente para oír la voz de Dios.
Los líderes en nuestra época toman muy poco tiempo para estar a solas con Dios. La mayoría parece estar continuamente en movimiento y raras veces se aquieta. Si encajas en esa descripción, cambia tus hábitos y aparta algún tiempo para estar a solas con Dios. No fuerces a Dios a enviarte al desierto para captar tu atención.
2. Moisés fue honesto con Dios.
Cuando Moisés tuvo un encuentro con Dios en la zarza ardiente, no quedaba ningún rastro del engreimiento característico de su vida en Egipto. Él conocía sus debilidades. Cuando Dios le dijo a Moisés que él sacaría al pueblo de Egipto, el castigado hombre respondió: «¿Quién soy yo para que vaya a Faraón, y saque de Egipto a los hijos de Israel?» (Éx. 3.11). Solamente cuando era un hombre más viejo, humilde delante de Dios, pudo Moisés ser útil para Dios.
El Señor puede usarte a ti también si estás dispuesto a mirarte honestamente, admitir tus debilidades y humillarte delante de Dios.
3. Moisés tenía hambre de Dios.
¿Qué se necesita para hacer que alguien tenga realmente hambre de Dios? Es diferente para cada uno de nosotros. Algunos desean conocer a Dios incluso desde la niñez.
Una tragedia personal puede reenfocar las prioridades de otros; y algunos nunca acuden a Dios. Para Moisés, fueron necesarias cuatro décadas en el desierto.
¿Podría Moisés haber renunciado a toda esperanza de hacer algo digno con su vida antes de que Dios finalmente le hablara? Probablemente. Una persona no puede ser incondicionalmente autosuficiente y tener hambre de Dios al mismo tiempo.
4. Moisés fue quebrantado por Dios.
Dios no se forzó a sí mismo ni su voluntad sobre Moisés. Dios esperó a que Moisés se acercara a Él con disposición: «Viendo Jehová que él iba a ver, lo llamó Dios de en medio de la zarza, y le dijo: ¡Moisés, Moisés!» (Ex. 3:4). Cuando Moisés hubo acudido a Dios, pudo ser quebrantado.
El quebrantamiento implica dos cosas: apartar el orgullo inapropiado y la autosuficiencia y edificar una sana confianza en Dios. Dios domó la autosuficiencia y el orgullo de Moisés en el desierto, pero para crear confianza tuvo que quebrantar los temores del hombre. Moisés trató diferentes tipos de temor en su encuentro con Dios:
• Temores respecto a sí mismo.
Moisés dudaba de su propio valor (Éx. 3:11). Dios respondió asegurando a Moisés su propósito.
• Temores respecto a Dios.
Moisés temía de quién podría ser Dios; quería conocer su nombre y su carácter (Éx 3:13). Dios respondió inundando a Moisés con su presencia.
• Temores respecto a otros.
Moisés entonces se preocupó por cómo respondería el pueblo de Dios (Éx 4:1); ¿no le habían rechazado ya? Dios respondió demostrando su poder y compromiso.
• Temores respecto a su capacidad.
Moisés dudaba de sí mismo: de su conversación (Éx 4:10) y de su capacidad (4:13). Dios respondió proporcionándole un compañero, su hermano Aarón.
Con su terquedad quebrantada, sus temores vencidos y su propósito reafirmado, Moisés finalmente se puso a sí mismo en manos de Dios.
La vida está llena de compensaciones, pero puedes canjear algo solamente si tienes algo que sacrificar. Moisés tuvo que sacrificar su posición y sus posesiones materiales para llegar estar preparado para el propósito de su vida. Y después para cumplirlo, de nuevo tuvo que sacrificarse. La segunda vez renunció a la seguridad del anonimato en el desierto para regresar al hogar de su niñez.
Si deseas dirigir, si esperas encontrar y cumplir el propósito para el que Dios te creó, entonces debes tener algo que dar. Sigue creciendo y edificando tus activos personales y sostén con ligereza las cosas que Dios te da. Y recuerda: puede que necesites sacrificarlas en cualquier momento para responder al llamado de Él.
La capacidad rara vez es la razón de que un equipo no alcance su potencial. Tampoco es un asunto de recursos. Casi siempre es un problema de pago.
Una de las razones de que los equipos fracasen en pagar el precio para alcanzar su potencial es que malinterpretan la ley del sacrificio. Sinceramente no saben cómo funciona. Paso a darle cuatro verdades acerca de esta ley que le ayudarán a clarificarla en su mente:
1. Todos deben pagar el precio. Las personas que no han tenido la experiencia de estar en un equipo ganador no comprenden frecuentemente que todo miembro debe pagar un precio. Creo que algunos piensan que, si otros trabajan duro, ellos lograrán avanzar sin esfuerzo hacia su potencial. Pero eso no es cierto. Si el precio por ganar no lo pagan todos, entonces todos tendrán que pagar el precio por perder.
2. El precio se debe pagar todo el tiempo. Algunos creen equivocadamente que si logran una meta particular ya no tienen que crecer. Esto puede ocurrir con casi todo: obtener un grado, alcanzar una posición anhelada, recibir un galardón particular o lograr una meta económica.
Sin embargo, los líderes eficaces no pueden darse el lujo de pensar de ese modo. El día en que dejen de crecer pierden su potencial y el de la organización. Recuerde las palabras de Ray Kroc: «Usted está creciendo mientras esté verde. Tan pronto se madure comienza a podrirse».
3. El precio aumenta si el equipo quiere mejorar, cambiar o mantenerse victorioso. Nadie puede acercarse a su potencial sin pagar de alguna manera para llegar allá. Si quiere cambiar de profesión, usted tiene que obtener mayor educación, experiencia adicional de trabajo, o ambas. Si quiere correr a paso más rápido debe pagar por entrenarse más duro y con más inteligencia. Si quiere incrementar las utilidades de su inversión, o invierte más dinero o toma riesgos mayores. El mismo principio se aplica a los equipos. Para mejorar, cambiar o mantenerse ganando como grupo, el equipo debe pagar un precio, y por lo tanto también los individuos que lo componen.
4. El precio nunca decrece. La mayoría de las personas que renuncian no lo hacen en la base de la montaña; se detienen a mitad de la cuesta. Nadie planta con el propósito de perder. Con frecuencia el problema es una creencia errónea de que llegará el momento en que se conseguirá triunfar de modo más barato. Pero la vida casi nunca funciona de esa manera.
Cuando se trata de la ley del precio, en realidad creo que solo hay dos clases de equipos que la violan: Los que no comprenden el precio del éxito y los que lo conocen, pero no están dispuestos a pagarlo. Nadie puede obligar a un miembro de un equipo a tener deseos de triunfar. Cada persona decide en su propio corazón si la meta es digna del precio que se debe pagar. Sin embargo, todos deberían saber el precio que deben pagar para obtener éxito en el equipo.