Los navajos de EE.UU. practican una de las mas misteriosas entre las múltiples formas de adivinación, una técnica que depende de un estado de ausencia de control físico parecido al trance y que se conoce como "hand trembling" o temblor de manos. El antropólogo norteamericano Clyde Kluckhohn ha expuesto sus experiencias personales con uno de estos adivinos navajos llamado Gregorio.
Kluckhohn y su mujer visitaron una reserva de los navajos durante una excursión campestre. Como oyesen hablar de las facultades de Gregorio, decidieron unir lo practico a lo académico y le pidieron que intentase localizar el bolso que la señora Kluckhohn había perdido pocos días antes. Tras escuchar las explicaciones del matrimonio, Gregorio se remangó, se lavó cuidadosamente los brazos y manos y subió despacio a la cima de una colina. Allí, mirando al norte, espolvoreó polvo de maíz en su mano derecha, que empezó a temblar. Después se frotó las palmas de ambas manos, y al poco rato la izquierda empezó a temblar también. Repitió varias veces la ceremonia con los ojos cerrados. Después movió lentamente ambas manos como para formar el contorno del bolso perdido. Por último, explicó a los Kluckhohn que el bolso estaba en la factoría del pueblo. Y allí apareció. Los Kluckhohn descubrieron que los adivinos como Gregorio consideran el temblor de sus manos, algo que escapa a sus poderes y control. Y sea cual sea el valor de lo que realizan, sus facultades parecen muy reales y logran a menudo aciertos impresionantes.
En 1976, Richard Reichbart escribía en la revista de la Sociedad Norteamericana de Investigaciones Psíquicas que el "hand trembling" sigue floreciendo de manera notable en los 57.000 km² de reservas de los navajos que se extiende por el nordeste de Arizona, el noroeste de Nuevo Méjico, el sudoeste de Colorado y parte del sur de Utah.
Como otros muchos métodos de adivinación, el temblor de manos suele aprovecharse con fines prácticos, como el hallazgo de animales o personas perdidas y de cosas robadas o extraviadas. Visitantes de los navajos han contado la recuperación de cosas valiosas, caballos de silla y un collar robado. No obstante, el tratamiento de las enfermedades figura también entre las artes del temblor navajo, y los indios lo consultan cuando se ven asaltados por sueños premonitorios. Se cree que la simple narración de un mal sueño a uno de esos temblándoles basta para evitar sus consecuencias, o bien el temblador aconseja la ceremonia más conveniente. La relación entre estos temblándoles y los zahoríes parece obvia, y en el pasado fue muy directa, pues era frecuente aprovechar su estado de aparente descontrol físico para detectar la existencia de agua subterránea.
Foto: Adivino navajo