La leyenda de la Papisa Juana

Hay leyendas que, aparecen de vez en cuando sin saber como ni por qué. Una de ellas es la referente a la Papisa Juana, una mujer que, según la fábula, ocupó el trono pontificio en el siglo IX. ¡Un papa mujer! Qué bello argumento, lastima que sea falso. La leyenda dice que a la muerte del Papa León IV, el año 855, fue elegido Papa Juan VIII, que en el año 857, en el curso de una procesión, se encontró enfermo. Apoyado contra una pared dio a luz un hijo, con lo que se vino a descubrir que el tal papa era una mujer y pecadora, pues había quedado embarazada. La Papisa murió durante el parto y su cuerpo fue atado a la cola de un caballo. Luego de haber sido arrastrado el cadáver por las calles de Roma, fue enterrado en el mismo lugar en que se descubrió el fraude. El padre de la criatura, Lamberto de Sajonia, embajador en Roma, tuvo tiempo de escapar.Esto es lo que cuenta la leyenda, pero ¿qué dice la historia? Pues bien la historia dice que efectivamente, en el año 855 murió el Papa León IV, pero el mismo mes de su fallecimiento fue elegido su sucesor Benedicto III, que reinó hasta 858, en que le sucedió Nicolás I El Grande, hasta 867, en que murió. De todo ello hay constancia fidedigna.Así las cosas, ¿cómo se pudo inventar tal “historia”? Pues aparece por primera vez en el siglo XIII y tiene como origen la llamada «sedia stercoraria», una silla con un agujero en su centro que, como su nombre indica, servia de retrete ambulante. La leyenda se apoderó de tal silla y dijo que el agujero se utilizaba para que los cardenales pudieran palpar los órganos genitales del Papa elegido y asegurarse así de que no era mujer.

Boccaccio habla de la “historia” en una de sus obras, y un capellán de Urbano V le dio cabida en una historia del Papado. El Inquisidor Torquemada creía en la leyenda y en el proceso que se siguió contra Juan Hus, que había afirmado su creencia en la Papisa Juana, se le acusó de múltiples herejías, pero no salió a colación su ingenuidad histórica.