El pasado 10 de octubre fue el Día Mundial de la Salud Mental. Si bien hay muchos temas que se pueden analizar respecto a esto, en esta ocasión quiero hablar de uno en especial: Síndrome del Impostor. A pesar de no ser considerado como un trastorno psicológico, si es un concepto reconocido en el mundo que adoptó su nombre en 1978, en el estudio “The impostor phenomenon”, descrito por las psicólogas Pauline Clance y Suzanne Imes, las cuales al realizar un estudio en un entorno clínico evidenciaron que especialmente las mujeres experimentan sentimientos de inseguridad respecto al éxito, por lo que piensan que sus logros son inmerecidos, dudando de sus capacidades. 

El Síndrome del Impostor es ciertamente un enemigo que obstaculiza tu accionar, es una cuestión que va de la mano con la tendencia al perfeccionismo y a la autocrítica, aunque es necesario pararse a pensar sobre lo que se está haciendo, este fenómeno psicológico detiene la vida de las personas y no permite celebrar sus propios logros. Las personas que tienden a tener estos pensamientos se encuentran inseguros sobre el futuro resultado de algo, sienten que todo el tiempo están sometidos a una evaluación y que deben cumplir necesariamente con unas expectativas imposibles que creen o puede que los demás hayan impuesto sobre ellos. 

Básicamente la razón que estas personas encuentran sobre el por qué de sus logros es lo que se llama “un golpe de suerte”, no se sienten merecedoras y si fracasan en algún punto sienten que es su estado natural, y no una parte del camino como seres humanos. Como dijo la profesora Eva Rimbau “El problema es que no se habla de los tropezones y los fracasos como de algo que te ayuda a avanzar. La norma es no conseguir las cosas a la primera, entonces ¿por qué no aceptarlo como parte natural del proceso?”.

Ahora llega una pregunta, ¿por qué es tan difícil para las personas aceptar el éxito? Hay todo un análisis respecto a esto, pero quiero centrarme en cómo es más notorio este concepto en las mujeres; porque todo el contenido que he consumido a lo largo de los años me ha demostrado que siempre ha existido una tendencia a rebajar los éxitos de las mujeres, con que son muy competitivas y ambiciosas como si eso fuera un calificativo negativo y no necesariamente cualidades que conducen al éxito y al poder, tal como lo dice Mercedes Wullich, CEO y fundadora de Mujeres y Cía. 

“Siempre insisto mucho en que la ambición tiene que ver con la determinación y con el poder. Es necesario que queramos tener poder, porque es la única forma de poder cambiar las cosas… Ambicionar es lícito, y sin ambición muchas de las grandes cosas que se han hecho en la historia no habrían pasado a mayores. 

La ambición no solo es lícita, sino necesaria, para que haya más posibilidades de alcanzar el poder”. Precisamente el no accionar y apropiarse del éxito alcanzado, hace menos posible el que se nos reconozca por lo que hemos logrado y poder alcanzar más, debido a que hay que tener en cuenta que existen brechas de género que condicionan en muchos aspectos que las mujeres puedan sobresalir por encima de los hombres. Es por lo tanto mucho más difícil e implica un trabajo arduo el sobresalir en una sociedad capitalista que está infundada en valores masculinos. De acuerdo a toda esta conducta social se ha vuelto más complejo que como mujeres reconozcamos nuestros propios logros, de no querer ser calificadas como engreídas, presumidas; que las mujeres se ven mejor al ser humildes y modestas, que debes evitar ser impertinente y no molestar a otros con tus propios logros, y que si lo haces debes atenerte a escuchar un razonamiento “lógico” de tu éxito que nada tiene que ver con tu inteligencia y trabajo.

En conclusión, queda claro que el Síndrome del Impostor afecta tanto la autoestima individual como la perpetuación de las desigualdades de género. El reconocer la existencia de esta problemática, demuestra la necesidad de trabajar en la autoconfianza y el papel que tiene esto sobre nuestro bienestar emocional, con lo que se lograría que las personas -especialmente las mujeres- celebren sus logros y se sientan seguras de su éxito; de esta forma despejando el camino para una sociedad más justa y equitativa. Se encuentra necesario desafiar los estigmas sociales, fomentar la autoafirmación y valorar los logros individuales independientemente del género, para crear un entorno donde todos tengan la oportunidad de brillar y ser reconocidos por sus logros y capacidades.

Sofía Uparela, 11°C.