Hace tiempo vi Lady Bird, una película que superficialmente parece un poco simplista o probablemente eso fue lo que pensé cuando la vi por primera vez cuando tenía 12 años (por lo que no logré entenderla). Pero hoy con 16 años, cursando mi último año escolar y a pocos meses de irme del lugar donde viví toda mi vida, he logrado reflexionar sobre unas de las tantas cosas que esta película trata de expresar.
Su directora Greta Gerwig plasmó el proceso de maduración y transición de la vida joven a la vida adulta, de cómo las relaciones que componen nuestra vida sí tienen peso a la hora de moldear nuestros comportamientos, y que la vida misma no se compone de tonalidades extremas como blanco o negro, sino de tonalidades grises e intermedias. En esta película no existe ningún antagonista, puesto que tiene personajes realistas con virtudes y defectos.
Respecto al tema de la madurez, uno de los diálogos que más me impactó de la película es cuando la mamá de Lady Bird (así es como Christine, la protagonista, decide llamarse a ella misma) le dice “Quiero que seas la mejor versión tuya que puedas ser”, a lo que ella le responde “¿Y si esta es mi mejor versión?”, reflejando el miedo y la búsqueda de la identidad de la chica en su proceso de crecimiento, sobre todo enmarcado en su último año escolar. Ese último año es un período de tiempo esencial donde se cierran ciclos y se abren nuevos caminos, un punto que da cuenta de lo escalofriante que resulta enfrentarte a cosas que, aunque esperaste por tanto tiempo, cuando llega la hora no sabes de qué forma afrontarlo o si estás tomando la decisión adecuada. Lady Bird demuestra una convicción y una lucha por sus sueños, de querer escapar del pueblo que conoció toda su vida, hacia algo más grande, queriendo aspirar a más.
La película muestra que el enfrentarse a las responsabilidades no solo te involucra a ti mismo, sino también a las relaciones que componen tu vida, que tus acciones y comentarios son capaces de lastimar al otro, que la empatía es necesaria en el mundo y que eso es lo que convierte las relaciones con los demás en algo más amable.
Una relación que marca de sobremanera la vida de Lady Bird es la que tiene con su mamá, puesto que esta última tiene comportamientos pasivo-agresivos con su hija y a lo largo de la película la línea que define si su relación es buena o no, es muy borrosa, porque sus conversaciones se basan en discutir y discutir. Llega incluso hasta el punto en que su mamá le deja de hablar, debido a que le molestó una decisión que tomó Lady Bird.
Esta relación es un abrazo de Greta Gerwig (la directora de la película) para todas esas hijas que solo habían encontrado un modelo de padres apoyadores en la pantalla grande y que al ver esta cinta se vieron identificadas por una relación donde la madre rechaza, y no presenta la típica perfecta relación familiar; haciendo así que, en este rodaje, Lady Bird se cuestione y le cuestione a su madre si en realidad le agrada más allá del amor que sobreviene con los lazos sanguíneos. Siguiendo con esto, llegaríamos a preguntarnos ¿por qué esa señora actúa de esa forma?, aunque nada justifica la violencia psicológica aplicada sobre Lady Bird, uno de los diálogos que se sostiene en la película es cuando la protagonista le pregunta a su mamá “¿No deseaste que tu mamá no se enojara tanto?”, a lo que la madre responde “Mi mamá era alcohólica y abusiva”. Lo anterior se llega a relacionar con un concepto que sí bien no es reciente, creo que en los últimos años ha tomado relevancia, y es el hecho de que la violencia es generacional y que depende de uno mismo pararla. Si bien se entiende que Marion, la madre de Lady Bird, fue también una hija que sufrió violencia, es decisión de cada quien adaptar sus comportamientos y no continuar en un ciclo de abuso.
Aunque quedan muchas cosas que decir sobre este filme, es una invitación a crear tu propia reflexión y que en algún punto decidas verla teniendo en mente que puedes llegar a verte reflejado en Lady Bird, en su madre, o en cualquier personaje. Queda claro que todo el equipo detrás de este proyecto tiene un talento para representar de forma real la intensidad emocional que significa dar un paso hacia la transición entre la vida joven-adulto, sobre los padres que deben dejar ir a sus hijos, y las relaciones humanas que se crean a lo largo de la vida. Pero lo más importante de todo: las enseñanzas llegan en el momento necesario.
Sofía Uparela, 11°C.
El club de lectura “Pequeños Pensadores” realizó una visita a la biblioteca Gabriel García Márquez, invitación que les hizo la bibliotecaria Carolina Cotera, promotora de lectura de nuestro municipio. Allí los estudiantes tuvieron la oportunidad de realizar una actividad guiada y desarrollar un proceso de lectura de un libro llamado “Memorias de un caballo de la independencia” de Gonzalo España.
Fue una experiencia maravillosa de aprendizaje y significativa para los niños.
Editoras generales: Alejandra Martínez, 11A; Sofía Uparela, Luna Martínez, Sofía Valle, Isabella Echavarría, Ana Sofía Estrada, 11C; Silvia Castilla, Melissa Villadiego, 11D.
Diagramación: Luna Martínez, 11C.
Redacción: Sofía Uparela, 11C; Luz Adriana Torres (Docente).
Fotografía: Luna Martínez, 11C.
Asesores: Beatriz Watts, Carlos Betancurt (Departamento de Español).