Enseñanza Eucarística

Oración para todos los días


Oración Eucarística pidiendo irradiación del Amor Divino

Pbro. Padre Juan Martín Osorio

Colombia

Vol. 33-43 (1-4) Julio 8, 1935

"potencia de aquel Fiat Divino pronunciado por Mí y por Ella, que me hizo quedar concebido en su seno virginal dando la Vida a mi Humanidad"


"cuando instituí el Sacramento de la Eucaristía, su Fiat Divino estaba junto con el mío, y juntos pronunciamos el Fiat para que el pan y el vino fueran transubstanciados en mi cuerpo, sangre, alma y Divinidad" 

Enseñanza Eucarística

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Vol. 33-43 (1-4) Julio 8, 1935

"potencia de aquel Fiat Divino pronunciado por Mí y por Ella, que me hizo quedar concebido en su seno virginal dando la Vida a mi Humanidad"


Me parece que no sé encontrar reposo si no me abandono en los brazos de la Divina Voluntad, la cual me arroja en su mar interminable donde encuentro lo que ha hecho por amor de las criaturas, y yo ahora me detengo en un punto, y ahora en algún otro de sus múltiples obras, y las admiro, las amo, las beso y le agradezco por tanta magnificencia y por tantas industrias amorosas hacia nosotros, míseras criaturas. Pero mientras giraba, para mi sorpresa me he encontrado frente a la gran Señora Reina y Mamá nuestra, la más bella obra de la Trinidad Sacrosanta. He permanecido contemplándola, pero no tengo palabras para decir lo que comprendía, y mi amable Jesús, con una dulzura y un amor indecible me ha dicho:

“Hija mía, cómo es bella mi Mamá, su imperio se extiende por todos lados, su belleza rapta y encadena a todos, no hay ser que no doble su rodilla para venerarla. 

Tal me la hizo mi Divina Voluntad, me la hizo inseparable de Mí, de manera que no hubo acto que Yo hiciera en que la Soberana Reina no lo hiciera junto Conmigo; la potencia de aquel Fiat Divino pronunciado por Mí y por Ella, que me hizo quedar concebido en su seno virginal dando la Vida a mi Humanidad, aquel Fiat siempre idéntico, cada vez que Yo obraba, el Fiat Divino de mi Madre tenía el derecho en mi Fiat Divino de hacer lo que hacía Yo. Ahora, tú debes saber que cuando instituí el Sacramento de la Eucaristía, su Fiat Divino estaba junto con el mío, y juntos pronunciamos el Fiat para que el pan y el vino fueran transubstanciados en mi cuerpo, sangre, alma y Divinidad. 

¡Ah! así como al concebirme quise su Fiat, así lo quise en este solemne acto que daba principio a mi Vida Sacramental; ¡quién habría tenido corazón de hacer a un lado a mi Mamá en un acto en el cual mi amor se desahogaba con excesos tan exuberantes que llega a lo increíble! Es más, no sólo estuvo junto Conmigo, sino que la constituí Reina del amor de mi Vida Sacramental, y Ella con amor de verdadera Madre mía, me ofreció su seno de nuevo, su bella alma para tenerme defendido y reparado por las ingratitudes horrendas y sacrilegios enormes que desdichadamente habría recibido en este Sacramento de amor. 

Hija mía, este es mi objetivo, quiero que mi Voluntad sea vida de la criatura, para tenerla junto Conmigo para hacerla amar con mi amor, obrar en mis obras, en suma, es la compañía que quiero en mis actos, no quiero estar solo, y si no fuera así, ¿para qué entonces llamar a la criatura en mi Voluntad si Yo debía permanecer como Dios aislado, y ella sola, sin tomar parte en nuestras obras divinas? Y no sólo al instituir el Santísimo Sacramento, sino en todos los actos que hice en todo el curso de mi Vida, en virtud del único Querer del cual estábamos animados, lo que hacía Yo hacía mi Mamá: 

Si hacía milagros estaba junto Conmigo a obrar el prodigio, sentía en la potencia de mi Voluntad a la Soberana del Cielo, que junto Conmigo llamábamos a vida a los muertos, si sufría estaba junto Conmigo a sufrir, no hubo cosa en la que no tuviera la compañía de Ella, y su obrar y el mío fundidos juntos. Era este el más grande honor que le daba mi Fiat, la inseparabilidad con su Hijo, la unidad con sus obras; y la Virgen, era la gloria más grande que me daba, tanto que Yo depositaba y Ella recibía el depósito de las obras hechas en su materno corazón, celosa de custodiar incluso el respiro. Esta unidad de Voluntad y de obras encendía tal amor entre uno y otro, que era bastante para incendiar todo el mundo entero y consumirlo de puro amor”.

Jesús ha hecho silencio y yo he permanecido en los mares de la Soberana Celestial, pero ¿quién puede decir lo que comprendía? Y mi Sumo Bien Jesús ha retomado su decir:

“Hija mía, cómo es bella mi Mamá, su Majestad es encantadora, ante su santidad se abajan los Cielos, sus riquezas son interminables e incalculables, ninguno puede decirse similar a Ella, por eso Ella es Señora, Madre y Reina; ¿pero sabes cuáles son sus riquezas? Las almas. Cada alma vale más que un mundo entero, ninguno entra en el Cielo si no es por medio suyo y en virtud de su Maternidad y de sus dolores, así que cada alma es una propiedad suya, por eso se le puede dar de hecho el nombre de verdadera Señora. Mira entonces cómo es rica, sus riquezas son especiales, están llenas de vidas parlantes, amantes, que alaban a la Celestial Señora.

Como Madre tiene sus hijos innumerables, como Reina tendrá su pueblo del reino de la Divina Voluntad. Estos hijos y este pueblo formarán su corona más refulgente, quién como sol y quién como estrella coronarán su augusta cabeza con tal belleza, de raptar todo el Cielo. Así que los hijos del reino de mi Divina Voluntad serán los que le darán los honores de Reina, y transformándose en soles le formarán la más bella corona. Por eso suspira tanto que venga este reino, porque a su corona refulgente con la cual la coronó la Santísima Trinidad, aguarda la corona de su pueblo, que alabándola como Reina le ofrecen su vida transformada en sol como testimonio de amor y de gloria. ¡Oh! si se comprendiera qué significa vivir en mi Querer, cuántos secretos divinos serían revelados, cuántos descubrimientos harían de su Creador. Por eso conténtate de morir antes que no vivir de mi Voluntad”