A TODO EL CUERPO MÍSTICO DE LA IGLESIA

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De los escritos de la S. D. Luisa PiccarretaVol. 13-50 (1-2) Enero 11, 1922 


"las almas que viven en mi Querer o vivirán, serán al cuerpo de mi Iglesia como la piel al cuerpo; ...y llevarán a todos sus miembros la circulación de vida”




(1) Encontrándome en mi habitual estado, estaba pensando en el Santo Querer Divino y decía entre mí: “Todos los hijos de la Iglesia son miembros del cuerpo místico, del cual Jesús es la cabeza; ¿cuál será el lugar que ocuparán las almas que hacen la Voluntad de Dios en este cuerpo místico?” Y Jesús, siempre benigno, al venir me ha dicho: 

(2) “Hija mía, la Iglesia es mi cuerpo místico, del cual Yo me glorío de ser la cabeza, pero para poder entrar en este cuerpo místico los miembros deben crecer a debida estatura, de otra manera deformarían mi cuerpo; pero ¡ay! cuántos no sólo no tienen la debida proporción, sino que están putrefactos, llagados, tanto que dan asco a mi cabeza y a los otros miembros sanos. 

Ahora, las almas que viven en mi Querer o vivirán, serán al cuerpo de mi Iglesia como la piel al cuerpo; el cuerpo contiene piel interna y piel externa, y como en la piel está la circulación de la sangre que da vida a todo el cuerpo, y es en virtud de esta circulación que los miembros llegan a debida estatura, si no fuera por la piel y por la circulación de la sangre, el cuerpo humano sería horrible a la vista y los miembros no crecerían a debida proporción. 

Ve entonces cuánto me son necesarias estas almas que viven en mi Querer, habiéndolas destinado como piel al cuerpo de mi Iglesia y como circulación de vida a todos los miembros, serán ellas las que darán el debido crecimiento a los miembros no crecidos, las que sanarán los miembros llagados y las que con su continuo vivir en mi Querer restituirán la frescura, la belleza, el esplendor a todo el cuerpo místico, haciéndolo todo igual a la cabeza, que reinará con toda majestad sobre estos miembros. 

He aquí por qué no podrá llegar el fin de los días si no tengo estas almas que vivan como perdidas en mi Querer, ellas me interesan más que todo. 

¿Qué ridículo haría este cuerpo místico en la Jerusalén celestial sin ellas? Y si esto es lo que me interesa más que todo a Mí, también debe interesarte más que todo a ti, si me amas, y Yo, de ahora en adelante daré a todos tus actos hechos en mi Querer virtud de circulación de vida a todo el cuerpo místico de la Iglesia, como circulación de sangre al cuerpo humano, tus actos extendidos en la inmensidad de mi Querer se extenderán sobre todos, y como piel cubrirán estos miembros, dándoles el debido crecimiento, por eso sé atenta y fiel”.