Se dice que el entrenamiento funcional fue creado en Rusia en los años 20. Sin embargo, fue retomado en Estados Unidos en los años 80, con la idea de reducir el porcentaje de lesiones, aun entrenando con un alto nivel de intensidad.
El concepto de “entrenamiento funcional” significa entrenar con una función. Es decir, se trata de realizar el entrenamiento con un objetivo, de forma que todo el ejercicio esté orientado a alcanzar dicho objetivo.
El entrenamiento funcional basa todos sus ejercicios en movimientos que implican a un gran número de músculos y articulaciones.
A diferencia de las máquinas de gimnasio, con las que solo trabajamos de manera aislada un grupo de músculos; con el entrenamiento funcional se imitan movimientos cotidianos, de forma que nos ayuda a realizar dichos movimientos en nuestro día a día. Al mismo tiempo, la intensidad con la que se realiza es alta, de manera que la quema de calorías aumenta.
Ganancia de fuerza real que notaremos en nuestro día a día.
Mejora de resistencia
Notaremos un fortalecimiento del cuerpo en general
Como en todos los deportes, existe ese riesgo de lesión. Si bien es cierto que este es mayor que en el caso de las máquinas de gimnasio. Es importante controlar los movimientos, por lo que es recomendable contar con un entrenador experimentado que fije nuestros objetivos y que nos vaya indicando el camino a seguir en cada sesión de entrenamiento funcional.