La República Oriental del Uruguay tiene en su historia un estrecho vínculo con Argentina.

Su territorio, desde los orígenes de la conquista de América, por el Tratado de Tordesillas, perteneció a la corona española. En 1776, cuando se creó el virreinato del Río de la Plata, integró su territorio. Producida la revolución de 1810, formó parte de las Provincias Unidas del Río de la Plata, individualizada, por su ubicación geográfica, como Banda Oriental y, durante la primera década del proceso revolucionario, bajo el liderazgo de Artigas, integró la Liga de los Pueblos Libres.

Lamentablemente, por decisiones políticas desatinadas del gobierno directorial, la Banda Oriental no fue defendida de la invasión portuguesa, iniciada a partir de 1815, y en 1821 fue incorporada al Imperio del Brasil como Provincia Cisplatina. Es a partir de entonces que empieza un nuevo proceso en dicho territorio y, en consecuencia, surgen distintas posiciones políticas entre sus habitantes, respecto a su futuro: pertenecer al Brasil, a la Argentina o ser independientes.

Las gestiones de paz

Con la intervención diplomática inglesa, se realizaron negociaciones de paz: en 1827, Manuel J. García, enviado diplomático argentino firmó una convención preliminar, que era la "paz de un vencido", por la que ese territorio quedaba para Brasil, acuerdo que fue rechazado por el Congreso y provocó la caída de Rivadavia. 

1828

Después de la caída de Rivadavia, Manuel Dorrego, entonces gobernador de Buenos Aires, quedó a cargo de las Relaciones Exteriores de la Confederación; fue entonces cuando, por la convención preliminar de Paz (1828), se acordó que la Banda Oriental quedaba como nación independiente, y debía darse una constitución. Argentina y Brasil se constituían en garantes de su independencia.

Desde El Siglo, diario montevideano, Alejandro Magariños Cervantes responde:"… el país entero, sin necesidad de ir a La Florida le contesta a usted en este momento que lejos de ser una falsedad histórica, una mentira imprudente, el monumento alzado a la Independencia Oriental es un sentimiento y una idea encarnada en el corazón y en el alma de todos los hijos de la patria de Artigas, Lavalleja y Rivera. Venga Ud. a arrancarlos de allí ¡si puede!"

Por supuesto que las discrepancias no se agotaron ahí. Y hubo otros pensadores que se sumaron a una u otra interpretación.

Pero la discusión se acentuó, en 1919, respecto a cuándo celebrar el Centenario. Así, en 1921 se designó una Comisión Parlamentaria del Centenario, de integración bicameral, de la que luego de los respectivos informes: uno, del legislador Blanco Acevedo, hacía un verdadero alegato jurídico en favor del 25 de agosto como fecha de la Independencia Nacional. La Cámara de Representantes aprobó luego el proyecto de resolución, de la tesis del 25 de agosto.

Pero tiempo después se aprobó otro proyecto que propuso como fecha del Centenario al 18 de julio. La Asamblea General nunca se reunió para dirimir la discrepancia, por lo que el tema -desde el punto de vista legislativo- quedó sin resolver. Pero…, no obstante, fueron festejadas ambas fechas: "…el 25 de agosto de 1925, se inauguró el Palacio Legislativo y el 18 de Julio de 1930, el Estadio Centenario, donde luego se disputaría la final del Primer Campeonato Mundial de Fútbol entre Uruguay y Argentina".

Con respecto a la fecha de estas celebraciones, la que más da para reflexionar es la del 25 de Agosto, porque ese día se declaró la separación de Brasil (independencia) y la reincorporación de la B. O. a las Provincias Unidas del Río de la Plata, por lo tanto no se trata de la independencia del Estado Oriental, sino de volver a integrarse a las provincias hermanas que celebraban su retorno. 

La independencia y la formación del nuevo Estado no fue un acto voluntario, sino una imposición de Brasil que Argentina debió aceptar para terminar la guerra. Como expresó Luis Alberto Herrera (en su obra), por el Tratado de 1828 fueron libres "por el acuerdo gracioso de los vecinos…". Y el 18 de Julio, día de la Jura de la Constitución, es también una consecuencia de dicho tratado. 

No obstante ello, y pese a las circunstancias, nos queda la certeza de que por su geografía, su historia, su cultura y sus tradiciones, ambas márgenes mantuvieron sus vínculos de hermandad resultado de su común origen.