¿Dónde está el Pueblo?

Históricamente todos los movimientos revolucionarios son movidos por ideas y por líderes que los difunden, y en todos los casos aparece la invocación al pueblo que, a veces, en su conjunto, es ajeno a ellas, pero que la postre se convierte en el verdadero protagonista de los hechos.

La revolución de 1810, en el virreinato del Río de la Plata de entonces, no escapó a esta dinámica, y si repasamos este proceso veremos que en los documentos y en las declaraciones de los próceres siempre está la palabra "pueblo". Cuestión que hoy, en otras circunstancias y con otros actores sociales, también se repite.

Si nos ubicamos en el escenario de 1810, encontramos frases que se convirtieron en clásicos:

"El pueblo quiere saber de qué se trata", atribuida a la inquietud de los habitantes de Buenos Aires ante la agitación política y a los rumores circulantes en aquella Semana de Mayo, cuando se debatía la vigencia o el cese de la autoridad virreinal -del virrey Baltasar Hidalgo de Cisneros, representante el rey Fernando VII, que estaba preso entonces-.

"¿Dónde está el pueblo? Esta fue la irónica pregunta de Leiva, el síndico del cabildo al salir a informar sobre la destitución del Virrey, resuelta por votación en el Cabildo abierto del 22 de mayo. Como en ese momento era escaso número de personas congregadas en la plaza, con esta expresión intentó destacar la ausencia del pueblo, que si bien no se encontraba en la plaza, no era ajeno, ni indiferente a los acontecimientos.

"El pueblo recibirá esta medida como una demostración que hace la Junta del aprecio a su confianza". 

Cuando ya constituida la Junta, por iniciativa de Mariano Moreno, se resolvió el 2 de junio de 1810 la creación de un periódico semanal; el argumento del nuevo gobierno respecto a tal resolución, era considerar la importancia de "...anunciar al público las noticias interiores y exteriores que deban mirarse con gran interés. El pueblo recibirá esta medida como una sincera demostración que hace la Junta del aprecio a su confianza..." *

Para comprender mejor el comportamiento de los hombres de Mayo, que con tanta frecuencia hacían referencia al pueblo, conviene precisar el concepto de pueblo, definido como conjunto de personas con ciertos elementos comunes (raza, idioma, religión, costumbres, ideales), los que generalmente habitan un mismo territorio. 

Pero este colectivo social que habitaba el vasto territorio del virreinato del Río de la Plata, tenía, sí, rasgos comunes, pero también marcadas diferencias regionales y étnicas que respondían a su cultura. Incluso en la misma Buenos Aires, existían marcadas diferencias sociales, determinadas por el origen y los roles de quienes vivieron en esa desigual sociedad colonial. 

Por lo tanto, unos mostraban mayor capacidad de decisión o de poder, por su origen o por su formación cultural o por la función que desempeñaban (universitarios, militares, funcionarios, gente del clero, comerciantes). Ellos fueron los que, a favor o en contra del movimiento revolucionario estuvieron presentes en el Cabildo Abierto, porque constituían "lo más selecto del vecindario", con voz y voto; mientras quienes prestaban distintos servicios -igual que aquellos antiguos plebeyos de la sociedad romana fueron solo testigos sin participación alguna, como también los que en territorios más lejanos, en un primer momento ni se enteraron de aquellos sucesos... 

Pero sin embargo, tiempo después, en esa primera década del proceso revolucionario, difundidas las ideas de libertad e independencia, ¡vaya si estuvieron presentes!

Esta sería la respuesta al síndico Leiva, cuando preguntaba dónde estaba el pueblo. Estuvo en el litoral, cuando Manuel Belgrano emprendió la expedición libertadora al Paraguay, al pasar por Entre Ríos y por Santa Fe, quedó admirado de la adhesión y del aporte de sus habitantes; lo mismo sucedió en el norte, cuando el sufrido pueblo jujeño debió abandonar sus tierras, sus casas y sus bienes para responder al plan de dejar al enemigo tierras arrasadas; o en Salta, cuando Güemes y sus gauchos defendieron la frontera norte; y en Cuyo, cuando el general San Martín impuso un severo régimen a los habitantes de la región para organizar y equipar el Ejército de los Andes.

Ahí estuvo presente el pueblo, no en la plaza, ni en las calles, sino cuando fue útil y necesario. Lo hizo con entrega y sacrificio, voluntariamente u obligado, pero siempre movido por la confianza en hombres probos, capaces y honestos, y por una causa común como era la independencia y no por intereses individuales.

Por eso, si en el presente consideramos que la democracia -como dijo Abraham Lincoln - "es el gobierno, del pueblo, por el pueblo y para el pueblo" e hiciéramos una transposición del tiempo "pasado y presente", llegaríamos a la conclusión de que el comportamiento del pueblo argentino, en diversos momentos y circunstancias de la historia nacional, ha sido y es muy particular y constituye un tema importante que merece un profundo análisis, en el que están involucrados, no solo los comportamientos que -de hecho- son esenciales, sino también la historia común, la educación, la confianza, la actitud de servicio, y muchas otras actitudes y aptitudes necesarias.

No basta con invocar o captar a quienes lo integran, sino con facilitar su formación y con respetarlos como auténticos protagonistas en un país que aspira a vivir en una verdadera democracia; entonces sí sería posible afirmar "acá está el pueblo", como lo estuvo, a su manera, en las luchas por la independencia iniciadas con la revolución de 1810.

*En Gaceta de Buenos Aires, 7-6-1810; Orden de la Junta del 2 de Junio de 1810, firmada por Mariano Moreno, en Editorial de Imprenta de los niños expósitos. Fascímil. Biblioteca Pbro. Luis Alberto Diez. Inst. Sedes Sapientiae.

Fuente

ROSA, José María, Buenos Aires, Ed. Oriente, 1976, t. 2.

Autores: Profes. Delia Reynoso de Ramos y Alejandro Guimera

Colaboración Profesorado de Historia Instituto Sedes Sapientiae

Publicado en "El Argentino" el 21 de Mayo de 2023

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