Por el Día Internacional de la Mujer

La única mujer chasqui de nuestra historia

María Loreto Sanchez de Peón

El 8 de marzo de 1908, un suceso trascendental marcó la historia del trabajo y de la lucha sindical en el mundo entero: 129 mujeres murieron en un incendio en la fábrica Cotton, de Nueva York, Estados Unidos, luego de que se declararan en huelga con permanencia en su lugar de trabajo. 

El motivo se debió a la búsqueda de una reducción de la jornada laboral a diez horas, a un salario igual al que percibían los hombres que hacían las mismas actividades y a las malas condiciones de trabajo que padecían. 

El dueño de la fábrica ordenó cerrar las puertas del edificio para que las mujeres desistieran y abandonaran el lugar. 

Sin embargo, el resultado fue la muerte de las obreras que se encontraban en el interior de la fábrica."

Años más adelante, en 1975, la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) designó oficialmente el 8 de marzo Día Internacional de la Mujer.

Desde entonces, esta celebración trae a la memoria hechos y nombres que rescatan el protagonismo de la mujer y su larga lucha para ser equiparada en derechos e igualdad de posibilidades con el hombre. Esta lucha se ha hecho tanto en forma colectiva como individual. 

Los movimientos masivos son los que más se destacan y se dan a conocer. Pero también están las acciones individuales, casi desconocidas, en las cuales, mujeres con astucia y coraje -a veces en forma solitaria-han sabido demostrar con dignidad su capacidad y espíritu de lucha, en roles que tradicionalmente estaban asignados exclusivamente a los hombres. Por ejemplo Cecilia Griersón, la primera médica argentina, a quien no se le permitía ingresar a la Universidad por ser mujer. Desde este punto de vista, hoy rescatamos el caso de una mujer que, ante la urgencia y las circunstancias, se convirtió en la única chasqui del sexo femenino en nuestra realidad histórica.

El chasqui en nuestra historia 

El nombre chasqui, heredado de los quichuas, ha pasado a la posteridad. El chasqui, en su tarea de mensajero, ha estado involucrado en la vida misma del país y en las luchas por la independencia. Debía cubrir inmensas distancias y muchas veces superar infinitos peligros para llegar a destino y cumplir su misión. Por la índole de esta empresa, siempre se creyó que este riesgo solo podían afrontarlo los hombres, pero hubo una excepción. 

La única mujer chasqui de nuestra historia

Este el caso de doña Loreto Sánchez de Peón, quien vivía en el norte salteño, en tiempos de la guerra gaucha. 

Precisamente, a raíz de este enfrentamiento, debía mandarse a Jujuy una importante información a través de un chasqui. Como el mensajero no llegaba, y presumiblemente había caído en manos de los enemigos, ella asumió esa difícil misión. Advertida del peligro, resolvió: "Yo llevaré ese mensaje cosido en el ruedo de la pollera y no sospecharán".

Y así lo hizo de la misma forma, en varias oportunidades: Cruzó a caballo caminos, montes y ríos, desde Salta hasta Jujuy, para cumplir con su cometido. 

Pero aquel recurso tenía graves inconvenientes, pues aparte de lo arriesgados que eran los viajes, la frecuencia de una mujer en estas travesías podía hacerlos sospechosos.

Por eso Loreto Sánchez no solo cabalgó como chasqui, sino que inventó un original sistema para mandar información. 

Un día recorrió los alrededores de Salta hasta encontrar un árbol corpulento, en cuyo tronco abrió una cavidad y, cuenta la crónica que, "Como disponía de criadas fieles y patriotas, las utilizó para que, entre las ropas que llevaban a lavar en el río o en los cántaros que traían agua, condujeran los mensajes de la plaza para los que combatían en campaña. Al llegar las mujeres al árbol introducían en la cavidad el mensaje, tapando el agujero, con un trozo de corteza del mismo árbol, disimulando la abertura. El Jefe Burela tenía en el secreto a un gaucho de su confianza, el cual retiraba del árbol los mensajes, al tiempo que depositaba los que le entregaba su superior. Luego las criadas los ponían en manos de su ama...". 

**Aquel era el árbol buzón, famoso en la guerra de la independencia.

Moraleja

Loreto Sánchez no fue una amazona armada como Juana Azurduy, sino la única mujer chasqui de nuestra historia. Por eso su caso anecdótico casi pintoresco es, además, un ejemplo de cómo cualquier mujer, con voluntad, en distintas circunstancias puede asumir responsabilidades y servir a los intereses de la comunidad. Y esta es la mejor forma de merecer el reconocimiento a sus derechos.

Ella, con su comportamiento, en ese momento sirvió a los intereses de la patria y, al mismo tiempo, sin proponérselo, sentó también un precedente: no obstante la inferioridad física, el sexo débil tuvo suficiente capacidad para equiparase con el hombre.

Si bien el 8 de marzo significa un recuerdo y un reconocimiento de la igualdad conseguida por la conquista de derechos y de espacios que tantas veces, a lo largo del tiempo, les fueron negados, sin duda que las mujeres seguirán bregando por ocupar el lugar que merecen. 

No se trata de atribuir o distribuir roles o derechos según el sexo, ni de reclamarlos ostentosamente, sino de demostrar la capacidad y la sensibilidad, propia de la mujer para ejercerlos y para asumir funciones que, aunque en el momento parezcan intrascendentes, hacen a la calidad de vida y al bien general, o particular, de quien los necesita. 

Nada es tan acertado como aquella frase de la Madre Teresa de Calcuta que dice: "Yo puedo hacer cosas que tú no puedes, tú puedes hacer cosas que yo no puedo; juntos podemos hacer grandes cosas".

Fuentes:

https://www.cultura.gob.ar/por-que-secelebra-el-día-internacional- de-la-mujer.5494/ "Mujer chasqui de nuestra historia", por Ramón de Castro Esteves. Entrevista en Caras y Caretas. Año LVII, Buenos Aires, enero 1 de 1955, pág. 147.

Autores: Profes. Delia Reynoso de Ramos y Alejandro Guimera

Colaboración Profesorado de Historia Instituto Sedes Sapientiae

Publicado en "El Argentino" el 5 de Marzo de 2023

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