26 de marzo_Sábado

FRAILES DE LA ORDEN DE PREDICADORES

PROVINCIA SAN LUIS BERTRÁN DE COLOMBIA

CONVENTO NUESTRA SEÑORA DEL ROSARIO DE CHIQUINQUIRÁ

MEDITACIONES PARA LA PREDICACIÓN

Fr. Juan David OSPINA OSPINA, O.P.

SÁBADO: 26 de marzo de 2022

Síntesis del Evangelio: «El que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido». (Lc. 18, 9-14)


Estimados hermanos, la primera lectura está tomada del libro del profeta Oseas (6, 1-6). En la profecía de Oseas se nos está invitando a conocer a Dios. Él ha salido a nuestro encuentro desde el instante mismo en que culminó la creación, y desde entonces, no ha dejado de buscarnos y de comunicarse, unas veces a través de la naturaleza, como en la zarza ardiente, y otras tantas a través de profetas. Lo que debe quedarnos muy claro al acercarnos a la Sagrada Escritura es que Dios se ha valido de todos los medios necesarios para decirnos que está ahí, que está en medio de su pueblo, que se preocupa por cada uno de sus hijos y que ha preparado un plan de salvación y de plenitud para cada uno de nosotros.


Por su parte, hoy Dios nos invita a que nos tomemos en serio su revelación amorosa y nos ocupemos en conocerlo a Él. Como sucede con un padre con sus hijos, los hijos entienden las actitudes y acciones del padre, porque lo conocen, y saben qué busca y procura con cada decisión y acción, aunque pueda ser chocante para los hijos; es decir, el conocimiento de los hijos sobre el padre engendra comprensión y entendimiento. Así mismo, el conocimiento de Dios puede llevarnos a una mejor y más profunda comprensión y entendimiento de sus manifestaciones. Cuántas veces nos preguntamos: ¿Por qué, señor? Ante diversas circunstancias de la vida; o ¿Cuántas veces simplemente no entendemos situaciones a las que nos vemos enfrentados en la vida como hombres y mujeres de fe?; incluso ¿Cuántos de nosotros hemos llegado a sentirnos solos, abandonados y maltrechos a pesar de nuestro esfuerzo por cumplir la voluntad de Dios?


Hoy en la primera lectura encontramos luces para hallar respuestas a dichos interrogantes, y es que hoy Oseas nos pregunta indirectamente ¿Cuánto conoces a tú Dios? Hemos estado tan preocupados en hacerle entender a Dios qué es lo que queremos, qué es lo que necesitamos y qué es lo que pretendemos, que quizás nunca nos hemos preocupado por entender y comprender qué es lo que Dios quiere, qué es lo que Él necesita y qué es lo que Él pretende en nuestra vida. Si nos preocupáramos más por realmente conocer a Dios, nuestro amor por Él sería tal que dejaríamos de ser como la nube mañanera que desaparece en cuanto sale el sol, o nuestro amor y compromiso cristiano dejaría de ser como el rocío que al alba desaparece.


Queridos hermanos, que este tiempo de cuaresma sea el tiempo propicio para acercarnos a conocer mejor y más profundamente a nuestro Dios a través de la escucha atenta de su palabra, para que, descubriendo su plan de amor, comprendamos mejor las vicisitudes que Dios permite en nuestras vidas y jamás olvidemos que Él no quiere holocaustos ni sacrificios, sino misericordia y más de su conocimiento.


Por su parte, el Evangelio de San Lucas (18, 9-14) nos invita a nunca creernos totalmente justos. Aunque Dios nos llama constantemente a la santidad, que ninguno de nosotros se crea santo, pues solo Dios conoce cuánto nos hace falta y cuántos fallos y errores cometemos cada día. No se trata hermanos en desfallecer del empeño en alcanzar la santidad, ni de verla como algo imposible, se trata es de no equivocarnos en creer que ya hemos alcanzado mérito alguno que nos permita, como Dios, decidir quiénes han de estar a la derecha y quienes a la izquierda de Dios Padre en el día de su regreso definitivo.


Hoy la invitación de Jesús trata de mantenernos firmes en el servicio, pues solo un corazón humilde, que se sabe necesitado de la misericordia de Dios, está totalmente presto a la atención de los hermanos. Por el contrario, un corazón orgulloso y soberbio quiere ser servido y enaltecido pues su confianza está puesta en las propias fuerzas. No sea así entre nosotros.


Que este tiempo de cuaresma sea el tiempo propicio para no olvidar que solo un corazón humilde, que pone su esperanza en la misericordia de Dios y que no confía nunca en las propias fuerzas, es un corazón presto al servicio de los hermanos y con ello, al cumplimiento de la voluntad de Dios.