08 de marzo_Martes

FRAILES DE LA ORDEN DE PREDICADORES

PROVINCIA SAN LUIS BERTRÁN DE COLOMBIA

CONVENTO NUESTRA SEÑORA DEL ROSARIO DE CHIQUINQUIRÁ

MEDITACIONES PARA LA PREDICACIÓN

Fr. Juan David OSPINA OSPINA, O.P.

MARTES: 08 de marzo de 2022

Síntesis del Evangelio: «Vosotros orad así: “Padre nuestro que estás en el cielo…”» (Mt. 6, 7-15)


Estimados hermanos, hoy la primera lectura tomada del libro del profeta Isaías (55, 10-11) nos recuerda que, desde el principio del tiempo, Dios ha trazado un plan de salvación para cada uno de nosotros. Hoy el profeta Isaías nos invita a reconocer en YAHVÉ a un Dios que se preocupa por nosotros, que procura lo mejor para sus hijos y que constantemente sale a nuestro encuentro. Así como la lluvia provee de semilla al sembrador y pan al que come, la palabra de Dios hace fecunda la vida del creyente, la nutre y la alimenta día tras día.


Precisamente por ello es por lo que la misión de Cristo ha de entenderse como misión de unión y reconciliación entre Dios Padre y nosotros, quienes por causa del pecado nos hemos alejado. Cristo ha venido a revelarnos que nuestro Dios es un Dios amoroso, misericordioso y fiel, que constantemente viene a nuestro encuentro y que se nos revela cada día de modos diversos para que le sintamos cerca y para que nos sintamos animados a responder con nuestro amor a su amor.


Por su parte, el Evangelio de hoy nos presenta la oración del Padre Nuestro. La oración por excelencia, la oración que desde el principio del cristianismo ha estado en boca de nuestros padres en la fe. Cada vez que recitamos la oración que el mismo Cristo nos enseñó estamos reconociendo que nuestras fuerzas no alcanzan para ser fieles seguidores de Dios y, por tanto, imploramos a Dios Padre su auxilio.


Con la oración del Padre Nuestro se nos ha enseñado a orar a todos los cristianos, y por ello, hemos aprendido que toda oración es ante todo una acción de adoración y de santificación al nombre de Dios, a través de lo cual el cristiano pretende alcanzar la propia santificación. Además, hemos aprendido que la oración es encuentro íntimo con Dios, es sumergirse en el Reino de Dios sin importar el tiempo y el lugar. La oración es también poner a disposición de Dios Padre la propia voluntad, consagrándose a Él como su instrumento de paz. La oración cristiana es también un acto de entrega a Dios, en el que el creyente orante se ofrece y se entrega en confianza total reconociendo en Dios su principio, su fin y su sustento. Por último, la oración cristiana es reconocimiento de la debilidad propia y con ella, del reconocimiento de que solo con Dios podemos realizar nuestra misión como hijos de Dios en medio del mundo; la oración es confiar a Dios nuestras batallas a la vez que nos escudamos en su Palabra cumpliendo fielmente sus preceptos y voluntad.


Por último, estimados hermanos, recordemos la enseñanza del salmista: “El afligido invocó al Señor, Él lo escuchó y lo salvó de sus angustias” (Sal. 33)