21 de marzo_Lunes

FRAILES DE LA ORDEN DE PREDICADORES

PROVINCIA SAN LUIS BERTRÁN DE COLOMBIA

CONVENTO NUESTRA SEÑORA DEL ROSARIO DE CHIQUINQUIRÁ

MEDITACIONES PARA LA PREDICACIÓN

Fr. Juan David OSPINA OSPINA, O.P.

LUNES: 21 de marzo de 2022

Síntesis del Evangelio: «En verdad os digo que ningún profeta es aceptado en su pueblo (…) muchos leprosos había en Israel en tiempos del profeta Eliseo, sin embargo, ninguno de ellos fue curado sino Naamán, el sirio» (Lc. 4, 24-30)


Estimados hermanos, hoy la primera lectura está tomada del segundo libro de los Reyes (5, 1-15ª). En el pasaje de hoy se nos narra la curación de Naamán, soldado sirio que padecía de lepra. La primera lectura trae para nosotros unas hermosas enseñanzas en lo referente a los prejuicios, que en muchas ocasiones nos alejan de los milagros que Dios desea obrar en nuestra vida.


La primera gran enseñanza es que a los seres humanos no nos corresponde repartir vida y muerte. Solo de Dios viene la salvación y solo él puede decidir quien vive y quien muere; En otras palabras, solo de Dios viene la sanidad del cuerpo y del alma, y por tanto, solo Él decide quién es curado. Sin embargo, hoy somos testigos de cómo Dios cura la lepra de Naamán, aún sin ser él judío, es decir, sin pertenecer al pueblo escogido por Dios.


La segunda gran enseñanza, es pues, que Dios quiere el bien y la salvación para todos los hombres y para todo el hombre. Hoy se nos revela un elemento de la pedagogía de Dios, y es que Dios hizo con el pueblo de Israel un preámbulo de lo que Él quiere hacer con todos los pueblos, con todos los hombres y mujeres del mundo entero. Todos somos los elegidos de Dios y a todos Dios nos llama por nuestro nombre para estar junto a Él. Aunque Dios eligió en un momento de la historia al pueblo de Israel para entregar su amor y su bondad, hoy con la curación de Naamán, Dios nos revela que su plan de amor y salvación es para todos. Es decir, queridos hermanos, si Dios no discrimina, nosotros tampoco debemos negar la Palabra de Dios, ni sus dones o sacramentos a absolutamente a nadie.


La tercera gran enseñanza está ligada a la persona de Eliseo, el profeta que dio a Naamán las instrucciones que lo llevaron a encontrar la curación. En el personaje de Eliseo la primera lectura nos enseña que Dios obra a través de los hermanos. Pensemos por un instante en cuántas veces nosotros mismos nos hemos negado a la curación del cuerpo o del alma porque hemos decidido deliberadamente hacernos los sordos ante los hermanos. Debemos despojarnos de la mentalidad arrogante de querer que Dios se nos aparezca en una zarza ardiendo que no se consume, o de querer que del cielo descienda el dedo de Dios y se pose sobre nosotros y nos cure. No habrá más signo que el signo de los hermanos que Dios ha elegido para ponerlos en nuestro camino para nuestra santificación y curación. Quizás te preguntes ¿Cómo saber o discernir cuál hermano fue el enviado por Dios para mí? Pues déjame decirte que ahí es donde radica lo asombroso de la voluntad de Dios, que no tenemos cómo saber a quién o quiénes Dios ha enviado a nuestra vida para nuestro provecho espiritual y, por tanto, hemos de prestar atención a todos. Quizás descubramos que en todos Dios se comunica y nos comunica su sanidad.


La cuarta enseñanza está ligada a lo que nosotros pensamos es el proceder de Dios. Hoy Naamán casi rehúsa de su curación solo porque le pareció que bañarse 7 veces en el Jordán era algo demasiado sencillo, y que así no podría obrar el Dios de Eliseo. El error de Naamán es nuestro mismo error. Queremos amarrar la obra de Dios a rituales difíciles y complicados, a penitencias inhumanas y prácticas piadosas interminables, creyendo que entre más dolor más agradables a los ojos de Dios seremos. Nada más alejado de la realidad queridos hermanos. Dios solo quiere que volvamos el corazón a Él y que lo hagamos suyo ofreciéndolo en servicio a los hermanos. ¿Quieres salvarte? Ama y sírvele al hermano. ¿quieres encontrar la sanación? Escucha y atiende a los hermanos. ¿Quieres contemplar el rostro de Dios? Da de comer al hambriento y de beber al sediento. ¿Quieres ser el rostro de Dios? Visita a los presos, a los enfermos y a los huérfanos. Todo con los hermanos, todo por los hermanos. Esa es la voluntad de Dios.


Por su parte, el evangelio de San Lucas (4, 24-30) nos presenta a Jesús enseñando en la Sinagoga, y hoy sus palabras nos denuncian que ningún profeta es bien recibido en su tierra. El evangelio nos llama a preguntarnos cuántas veces hemos rechazado la voz de Dios, y más aún, cuántas veces hemos rechazado la curación del alma y del cuerpo que Dios ha querido para nosotros, tan solo porque nos negamos y rechazamos a los hermanos a los que conocemos, porque conocemos su historia y sus pecados; acaso Dios no puede perdonar el pecado de sus hijos y llamarlos a la misión para ser instrumentos de su amor y sanación en medio de nosotros. Lastimosamente, queridos hermanos, nuestro pecado está explicado en aquel dicho que dice: el pasto de enfrente siempre será más verde. Nos negamos a ver en los hermanos que, a pesar de su pecado, son los elegidos y los queridos por Dios para llevarnos a su amor.


Por último, no olvidemos que nuestro Dios es un Dios compasivo que hace salir el sol y caer la lluvia sobre justos e injustos, y más aún, que quiere NO la muerte del pecador, sino en que cambie de conducta y vida; Por tanto, hagamos de este tiempo de cuaresma el tiempo propicio para renunciar a nuestro pecado, enmendar nuestros errores y superar nuestras debilidades para volver el corazón a Dios.